Del pensamiento a la intuición estratégica en la empresa (I)
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Socio director de Ifedes Un adelantado pensador español, Baltasar Gracián, hace más de 350 años, supo identificar la importancia de la planificación estratégica en su obra “Oráculo Manual”, de la cual los directivos de nuestro tiempo han hallado principios adaptables a nuestros tiempos y buenos consejos de actuación en el pensamiento estratégico. Hoy en día, la coyuntura empresarial exige esfuerzos diarios y continuados en el que el componente estratégico, aunque descuidado en muchas ocasiones, resulta fundamental para la adaptación y el posicionamiento en el mercado. Existe aún un alto porcentaje de pequeñas empresas que carecen de una mentalidad estratégica, como si de un complemento superfluo e idealista se tratase. Ya se ha superado la idea de la estrategia asociada a la planificación de largo plazo que se reflejaba en extensos documentos realizados concienzudamente. El cambio del entorno es muy rápido e imprevisible como para poderse reflejar todos los escenarios posibles en grandes planes a cinco años. Hoy se ha pasado de la planificación estratégica al pensamiento estratégico y cada vez más incluso a la intuición estratégica como respuesta al entorno competitivo actual. El pensamiento estratégico y la posesión de una estrategia, de un plan acorde a unos objetivos y basados en unos principios, permite anticiparse a obstáculos y problemas, y resolverlos incluso antes de que ocurran. La elaboración y puesta en marcha de un plan desde el pensamiento estratégico debería partir de las premisas del análisis y el conocimiento previo. A partir de ambas ideas podremos desarrollar un pensamiento estratégico que nos permita alcanzar y ocupar cotas de éxito. Pero su puesta en marcha requiere de un componente casual y aleatorio en tiempo y lugar: el factor creativo, el componente imaginativo. El punto de partida que desencadena una idea brillante no se aferra a ninguna premisa y a ningún análisis pormenorizado de la situación. Depende de factores casi involuntarios, irracionales e intuitivos, aquellos que escapan a la razón y que pueden concretarse en una idea brillante, la definición de la estrategia que nos impulse en un salto de calidad. Obviamente, para alcanzar dichas respuestas necesitamos conocer a la perfección la situación que se plantea. Pensar con componente estratégico implica saber hacia dónde queremos ir y dónde queremos posicionarnos. Pero también ser conscientes de dónde partimos, o lo que es lo mismo, conocernos a nosotros mismos y a nosotros en relación con nuestro entorno, nuestros competidores y nuestros clientes. Al mismo tiempo debemos conocer cómo queremos llegar a nuestras metas y con qué herramientas contamos. Y, finalmente, necesitamos estar alertas al cambiante sistema empresarial, adelantarnos y corregir “caminos” desviados o equivocados. El empresario con un desarrollado carácter estratégico podrá determinar y anticiparse a la necesidad de cambio, mejora e innovación que debería tener y planear las estrategias para el cambio, formular las líneas estratégicas de actuación y proveer los instrumentos que facilitarían su implementación. Finalmente, se deberán implementar las estrategias con un sistema de control y seguimiento para su posterior evaluación. Las aptitudes y capacidades a desarrollar Recientes investigaciones han aportado algunos puntos de vista para evaluar las aptitudes y capacidades de los directivos en el ámbito de la estrategia empresarial que facilitan la innovación y la mejora competitiva: A) Creatividad: es la capacidad para seguir una sucesión de ideas que vinculan los conocimientos entre sí de una nueva manera. Aspecto clave en la innovación. B) Pensamiento conceptual: es la capacidad de ir de lo concreto a lo abstracto y viceversa. Es saber observar la realidad del día a día de nuestra empresa y mercado y descubrir las reglas de funcionamiento y al contrario de los planes y líneas estratégicas saber materializarlas en el día a día de nuestra organización. C) Visión holística: es la facultad de ver “el todo” sin confundirse o detenerse en las partes. En otros términos ver solo la hoja, sino ver la rama, no ver la rama sino el árbol y no solo el árbol sino todo el bosque. Esto nos permite una capacidad de visión contextual y análisis que va a cualificar y relativizar mucho nuestras decisiones. D) Capacidad de expresión: es la habilidad de trasladar un pensamiento abstracto como puede ser una estrategia a una situación comercial, con imágenes claras y comunicativas, que sean convincentes para los demás y podamos mover hacia ella a toda la organización. E) Previsión: es la disposición y habilidad para advertir el giro de los acontecimientos. Esto significa poder imaginar varias potenciales situaciones futuras y poder crear distintos escenarios y pensar en posibles reacciones de nuestra empresa ante esas distintas situaciones. www.ifedes.com