Trump quiere expulsar a Pekín del Canal de Panamá y, de paso, usarlo sin pagar
Desde que la llegada de la pandemia de Covid-19 alterase el funcionamiento de las rutas logísticas, las cadenas de suministros mundiales copan recurrentemente titulares. Las noticias son de actualidad, pero los protagonistas son viejas piezas clave del comercio mundial. Estos días es el Canal de Panamá, el histórico paso marítimo cuya construcción comenzó en 1881 para evitar bordear América del Sur, el que abre cabeceras a cuenta de la agresiva política comercial estadounidense.
La ofensiva norteamericana es total. Más allá de la -por ahora pausada- amenaza de aranceles a Canadá, México y China, Estados Unidos ha corrido a asegurar otros puntos vitales para el dominio comercial norteamericano. Panamá es una de esas zonas en disputa con China sobre la que la Administración Trump quiere imponer su bandera. Las primeras salvas fueron disparadas a principios de mes, cuando el presidente estadounidense manifestó abiertamente su interés por recuperar el control del canal.

Fue el pasado miércoles cuando el Gobierno de Estados Unidos aseguró que Panamá aceptó no cobrar a sus barcos por el tránsito por el Canal de Panamá, ahorrando así «millones de dólares al año», un anuncio que llegaba tras la visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, al país centroamericano en medio de las presiones del presidente Donald Trump por «recuperar» la vía.
La contrarréplica panameña no se hizo esperar: «En atención a la publicación divulgada por el Departamento de Estado de Estados Unidos, la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), facultada para fijar los peajes y otros derechos por transitar el Canal, comunica que no ha realizado ajuste alguno a los mismos».
¿Pasarán gratis los americanos?
La ACP está en un aprieto, EE.UU. considera asegurar el acceso sin restricciones al Canal de Panamá y mantenerlo libre de interferencias extranjeras una prioridad nacional. Pese a la negativa inicial al anuncio estadounidense, la autoridad panameña añadió poco después, en tono conciliador, que con «absoluta responsabilidad» están «en disposición para establecer un diálogo con los funcionarios pertinentes de los Estados Unidos respecto al tránsito de buques de guerra de dicho país».
Panamá viene de ceder en parte a las pretensiones estadounidenses, tras la reunión del miércoles entre el presidente panameño, José Raúl Mulino, y el jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, el país comunicó su intención de retirarse del proyecto chino de las Nuevas Rutas de la Seda.
Sin embargo, no parece ser suficiente para una Administración en política de máximos. A principios de mes, en una rueda de prensa previa a su toma de posesión como presidente, Trump llegó incluso a no descartar el uso de la fuerza militar para recuperar el control del canal, insistiendo desde entonces en que China «controla» dicha infraestructura, algo «inaceptable» para la Casa Blanca.
«Si observan ambos extremos del canal, verán que grandes empresas vinculadas al Partido Comunista Chino lo gestionan. Eso es injusto para el pueblo estadounidense, muchos de cuyos ciudadanos perdieron la vida hace años construyendo esta vía», afirmó recientemente en rueda de prensa la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.
La respuesta china, una relación «de igualdad y respeto»
Mientras tanto, China no parece estar dispuesta a quedarse brazos cruzados, pese a que el músculo diplomático estadounidense le deja poco margen. La embajadora china en Panamá, Xu Xueyuan, pedía a Washington que «aprenda a respetar» las decisiones de países como Panamá de cooperar con el gigante asiático, con quien mantiene lazos «basados en los principios de igualdad, respeto y beneficio mutuo».
«Estados Unidos no puede tolerar que Panamá coopere con China. El establecimiento de relaciones entre China y Panamá fue transparente y honrado, sin operaciones encubiertas ni transacciones de dinero», ha declarado la embajadora a medios asiáticos.
En 2017, Panamá rompió las relaciones diplomáticas que mantenía con Taiwán para establecerlas con China, lo que supuso una importante victoria diplomática para Pekín. Además, Panamá se unió meses más tarde a la iniciativa de las Nuevas Rutas de la Seda, de la que acabarían por retirarse esta semana.
Revertir la política de Carter
En varias ocasiones, Trump ha amenazado con «tomar» el canal de Panamá y ha criticado la decisión del fallecido expresidente Jimmy Carter (1977-1981) de negociar los tratados que permitieron la transferencia del canal a Panamá, un proceso que se completó en 1999.
El control del canal fue transferido de Estados Unidos a Panamá el 31 de diciembre de 1999, como resultado de los Tratados Torrijos-Carter, y desde entonces ha sido administrado por la ACP. Además, en 2016, se completó la ampliación del canal, lo que permitió la navegación de buques más grandes, conocidos como «Panamax».
Menos de un millón al año en costes
Según datos proporcionados a la Agencia EFE por el Canal de Panamá, desde 1998 al cierre del año fiscal 2024 (26 años), de un total de 373.039 buques que transitaron el canal, 994 (el 0,3%) corresponden a tránsitos de buques de guerra y submarinos de la Marina de Estados Unidos.
«En este periodo de tiempo, los ingresos de tránsito en este concepto han sumado 25,4 millones de dólares, lo que equivale a menos de un millón de dólares al año», detalla la entidad.
Desde la inauguración de la vía, en 1914, el peaje que pagan los buques de guerra, de cualquier nación, incluyendo a los Estados Unidos, se calcula en función de las toneladas de desplazamiento máximo de agua, al igual que para las dragas y diques secos flotantes, de acuerdo con la ACP. Esta estructura de peaje es diferente al que se utiliza para establecer el peaje de los buques comerciales.