Bitcoin y redención: el nuevo proyecto solar de Jenaro García, el emprendedor tras el fraude de Gowex
Once años después del escándalo de Gowex, Jenaro García regresa con un proyecto solar y cripto que mezcla redención, ambición y Bitcoin.

Once años después del derrumbe de Gowex, uno de los mayores escándalo de fraude empresarial del ecosistema startup español, su fundador, Jenaro García, vuelve al ruedo. Y lo hace con un proyecto tan ambicioso como inesperado: Sunu2, una comunidad energética que transforma el excedente de energía solar en criptomonedas, principalmente Bitcoin. Pero no es solo tecnología. Es también —o sobre todo— una declaración de intenciones: el intento de un hombre caído en desgracia por reescribir su historia.
Todavía a la espera de juicio en la Audiencia Nacional, y con la Fiscalía Anticorrupción pidiéndole 18 años de cárcel por toda una lista de presuntos delitos que García reconoce, el emprendedor lanza su nuevo proyecto coincidiendo con los 11 años de la caída de Gowex en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), un mercado bursátil español dirigido a pymes actualmente llamado BME Growth.
García asegura ahora que pretende «crear una nación energética descentralizada, basada en la generosidad del sol y la estabilidad del Bitcoin, en la que los ciudadanos participen activamente con sus propios tejados solares o apadrinando los de otros».
Un escenario solar, un pasado sombrío
La historia de Gowex es, a partes iguales, un relato de ambición, ingenio y engaño. Fundada por Jenaro García en 1999, la compañía se especializó en ofrecer servicios de conectividad Wi-Fi gratuita en espacios públicos. En una época en que el acceso a internet móvil era caro y limitado, la propuesta fue disruptiva. Pronto Gowex comenzó a firmar acuerdos con ayuntamientos y empresas de transporte en ciudades como Madrid, París, Nueva York o Dubái. Su imagen, modernísima y expansiva, sedujo a administraciones, medios y mercados.
La consagración llegó en 2010, cuando Gowex comenzó a cotizar en el Mercado Alternativo Bursátil (MAB), un parqué diseñado para startups con alto potencial de crecimiento. En solo cuatro años, su valor se disparó desde 38 millones a más de 1.800 millones de euros. Jenaro era, en palabras de la prensa económica, «el nuevo gurú tecnológico español». El sueño digital parecía imparable.
Pero todo era humo.
Y llegó el fin de Gowex
En julio de 2014, Jenaro García ocupó titulares en todo el mundo. Su empresa, Gowex, que ofrecía Wi-Fi gratuito en grandes ciudades y se presentaba como una de las estrellas del MAB, se desplomó tras la publicación de un demoledor informe de Gotham City Research. La auditoría independiente denunciaba que gran parte de las cuentas de Gowex eran falsas. Pocos días después, el propio García reconoció el fraude: había inflado ingresos, falsificado contratos y creado empresas pantalla para simular facturación.
El informe de la firma de análisis estadounidense era demoledor: afirmaba que el 90 % de los ingresos de Gowex eran falsos. En cuestión de horas, la cotización de la empresa se desplomó. Y tres días después, el propio Jenaro García hubo de salir a la palestra a admitirlo todo. De hecho, se entregó voluntariamente en comisaría y confesó haber falseado las cuentas durante al menos una década.
El fraude era estructural y sofisticado. Gowex había creado una red de empresas pantalla —muchas de ellas gestionadas por testaferros o desde paraísos fiscales— que simulaban contratos y facturación. Estas compañías inflaban los ingresos y daban apariencia de crecimiento a los balances de Gowex, que luego eran auditados con mínimos controles. La empresa no solo engañó a pequeños accionistas, sino también a bancos, fondos de inversión e incluso a la Comisión Europea, de la que recibió subvenciones.
«No lo hice para enriquecerme personalmente», llegó a declarar más tarde, «lo hice para que la empresa siguiera viva». Una justificación que no impidió que la Fiscalía Anticorrupción pidiera 18 años de cárcel por delitos como falsedad documental, apropiación indebida y fraude a inversores y fondos europeos.
Una caída estrepitosa
Según la Fiscalía Anticorrupción, el entramado afectó a más de 1.100 inversores. El Ministerio Público pidió para García 18 años de cárcel por falsedad en documento mercantil, estafa, apropiación indebida, fraude a la administración y uso de información privilegiada. Además, se estima que el agujero económico para accionistas e instituciones podría superar los 500 millones de euros.
La caída fue tan estrepitosa como fulminante. Gowex fue suspendida del MAB el 4 de julio de 2014. En apenas una semana, uno de los casos más emblemáticos de «éxito» en el ecosistema tech español se convirtió en símbolo del descontrol regulatorio y la credulidad bursátil.
Durante la instrucción del caso, que ha durado más de una década, se ha destapado el grado de opacidad de la estructura empresarial de Gowex: más de 25 sociedades dependientes, sin capacidad de defensa jurídica porque muchas no tenían ni fondos para contratar abogado. Esto ha provocado retrasos sucesivos que han pospuesto el juicio hasta, previsiblemente, 2026.
Jenaro, por su parte, ha mantenido desde el inicio una postura extrañamente honesta para los estándares judiciales. Ha reconocido el engaño, ha pedido perdón en público y ha asegurado que su intención era salvar la empresa, no enriquecerse. Su confesión pública fue también insólita:
«He robado dinero, sí. Pero sobre todo, he robado ilusión».
Hoy, con Sunu2, intenta levantar otra empresa, otra narrativa, y quizá, otra reputación. Pero la historia de Gowex podría pesar más que cualquier panel solar o tecnología blockchain: es la sombra que sigue proyectando sobre cada paso que da.
Según explicó recientemente el emprendedor en una entrevista con El Mundo, García ha vivido este limbo judicial como una penitencia prolongada: «Sigo esperando el juicio, pero ya quiero entrar en la cárcel porque mi tío me dijo que hay que asumir las consecuencias de lo que uno hace».
Del penitente al «criptoemprendedor»
En estos once años, García no ha desaparecido del todo. Trató de volver al ruedo con GOW2X, un fallido intento de resarcir a los accionistas de Gowex mediante tokens vinculados a blockchain. El experimento no cuajó. El estigma era —y quizá todavía sea— demasiado grande.
Aun así, su fe en la tecnología no ha menguado. A sus 56 años, ha pasado del traje corporativo al lenguaje cripto. En círculos cercanos lo describen como un «criptoevangelista», obsesionado con la descentralización, las nuevas energías y la idea de crear valor desde cero. Sunu2 no es solo una empresa: es su reinvención.
Instalada legalmente en Wyoming (EE.UU.), una jurisdicción favorable al ecosistema blockchain, Sunu2 promete distribuir beneficios en forma de Bitcoin a quienes compartan excedentes solares. Pero lo que llama más la atención es la intención de reservar parte del capital del proyecto a los antiguos accionistas de Gowex. Una maniobra simbólica, quizá desesperada, por reconciliarse con su historia.
¿Redención, marketing o ambas?
La narrativa de redención de García tiene algo de tragedia griega: un joven brillante, huérfano a los 18 años tras un accidente familiar, que encontró en la tecnología un propósito vital. Su tío, guardia civil, fue su figura paterna y su conciencia moral. Cuando Gowex cayó, García no huyó: se entregó voluntariamente. Desde entonces, ha intentado una y otra vez que el sistema le permita redimirse.
Pero, como recuerda una fuente del entorno judicial, «el problema no es solo la intención, sino el daño causado». Gowex llegó a estar valorada en 2.400 millones de euros en su punto álgido. Más de mil accionistas, entre ellos pequeños ahorradores, lo perdieron todo. Las disculpas no pagan hipotecas. Y la justicia sigue pendiente.
Una década después del fraude de Gowex: ¿de vuelta al mercado o a prisión?
Mientras Sunu2 busca socios, inversores y visibilidad en el ecosistema crypto, la cuenta atrás para el juicio sigue en marcha. Podría celebrarse en 2026, si los retrasos administrativos no vuelven a alargar el proceso. García, mientras tanto, se balancea en la cuerda floja entre dos mundos: el del empresario innovador con visión solar y el del reo aún no juzgado por uno de los mayores fraudes corporativos de la historia reciente en España.
La historia de Sunu2 no puede leerse sin la de Gowex. Porque, aunque el sol brille, la sombra de una estafa de 700 millones no desaparece fácilmente.
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