Ryanair sube precios tras perder beneficios: ¿fin de los vuelos baratos?

La aerolínea irlandesa Ryanair, considerada durante décadas la reina de los vuelos baratos en Europa, ha anunciado una subida de tarifas este verano tras cerrar su último ejercicio fiscal con una caída del 16 % en sus beneficios.
La compañía, que transportó a más de 200 millones de pasajeros entre abril de 2023 y marzo de 2024, ha decidido revisar al alza sus precios para compensar una caída del 7 % en las tarifas medias y otros factores que han presionado su cuenta de resultados.
Según informó este lunes el consejero delegado de Ryanair, Michael O’Leary, la rebaja de precios del año pasado, pensada para estimular la demanda, contribuyó efectivamente a un crecimiento del tráfico del 9 %, pero no fue suficiente para evitar una reducción del beneficio neto anual a 1.611 millones de euros. Esto representa un 16 % menos respecto al periodo anterior, una señal clara de que el modelo de billetes ultraeconómicos podría estar tocando techo.
Las tarifas subirán en verano: ¿fin de los vuelos low cost?
O’Leary confirmó durante una conferencia con analistas que las tarifas subirán en verano de 2025, en un contexto en el que la demanda se mantiene alta y las reservas avanzan a buen ritmo. La compañía espera aprovechar esta coyuntura para recuperar márgenes y mantener una senda de crecimiento más sostenible.
Además, el directivo destacó que la aerolínea cuenta con 160 nuevas rutas para esta temporada estival, alcanzando un total de 2.600, aunque advirtió que los mejores precios podrían agotarse pronto. Esto refuerza la idea de que la política de ultra descuentos dejará de ser el estándar de la compañía, y que el factor precio ya no será su única baza competitiva.
Un modelo en transformación
La presión inflacionaria, los tipos de interés elevados y la disputa con las OTAs (agencias de viajes online) también han afectado negativamente al rendimiento financiero de Ryanair en el primer semestre del ejercicio. A ello se suma un elemento estructural: los retrasos en las entregas de aviones por parte de Boeing, que limitarán el crecimiento del tráfico al 3 % en el año fiscal 2026.
Aunque la compañía confía en transportar 206 millones de pasajeros en ese periodo, lo hará en un contexto de capacidad limitada, lo que previsiblemente encarecerá los billetes ante una demanda que sigue siendo robusta.
En palabras de O’Leary: «Estamos viendo un verano fuerte para los viajes en 2025 en toda la red. La característica clave del año pasado fue la caída del 7 % en las tarifas, que impulsó un sólido crecimiento del tráfico, pero afectó a los beneficios».
Rentabilidad por encima de volumen
Pese al crecimiento en ingresos operativos —que aumentaron un 4 % hasta los 13.948 millones de euros— y al excelente factor de ocupación del 94 %, Ryanair parece ahora dispuesta a priorizar la rentabilidad frente al volumen, algo que marcaría un cambio estratégico respecto a su tradicional enfoque de bajo coste.
Como parte de esta reorientación, la aerolínea ha anunciado una recompra de acciones por valor de 750 millones de euros, lo que apunta a una política más enfocada en la retribución al accionista que en seguir bajando precios.
¿Está Ryanair dejando de ser una aerolínea low cost?
Aunque aún mantiene tarifas competitivas frente a otras compañías, todo indica que Ryanair se encamina hacia una nueva etapa, en la que ya no será sinónimo de precios de derribo. La combinación de costes crecientes, flota limitada y enfoque en rentabilidad lleva a pensar que el modelo «low cost extremo» podría estar llegando a su fin.
Para los viajeros europeos, esto podría significar una nueva realidad: volar barato ya no será tan barato como antes. Y para Ryanair, la clave estará en lograr que sus millones de clientes acepten este cambio sin perder fidelidad.
Ryanair: el icono europeo del low cost que marcó una era
Desde su fundación en 1984, Ryanair revolucionó la industria de la aviación comercial al introducir en Europa el modelo de bajo coste inspirado en el de Southwest Airlines. Con tarifas desde tan solo unos pocos euros, la compañía irlandesa democratizó los viajes aéreos, permitiendo que millones de personas pudieran volar por primera vez o con mucha más frecuencia.
Durante las décadas de los 90 y 2000, Ryanair capitalizó las oportunidades del cielo único europeo y los aeropuertos secundarios con tasas más bajas, convirtiéndose en la aerolínea más grande del continente por número de pasajeros. Su estrategia de reducción drástica de costes —asientos sin numerar, servicios extra de pago, alta rotación de vuelos y negociación agresiva con aeropuertos— fue imitada por decenas de competidores.
Michael O’Leary, su carismático y controvertido CEO, se convirtió en sinónimo del modelo «no frills» (sin lujos), llevando el concepto de eficiencia operativa al extremo y forjando una marca tan criticada como rentable.
Pese a las controversias, Ryanair moldeó los hábitos de consumo y cambió para siempre el panorama del transporte aéreo en Europa, consolidándose como una referencia del low cost a nivel mundial.
Ahora, cuatro décadas después, y en un entorno de costes crecientes, limitaciones de flota y cambio en las prioridades estratégicas, la aerolínea parece estar entrando en una nueva fase. Aunque el precio seguirá siendo una ventaja competitiva, el tiempo de los vuelos por 9,99 euros podría estar quedando atrás.
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