La farmacéutica que vende 560 M y destina el 60% del beneficio a impacto social
Cuando una marca consigue hacer que su nombre califique un producto es señal del prestigio que le precede. Es el caso de la empresa que hoy entrevistamos, su conocido Gelocatil es la metonimia perfecta cuando nos duele la cabeza.
Pero la farmacéutica Ferrer esconde muchos otros valores. Fundada en 1959 con sede en Barcelona y nueve filiales internacionales, cuenta actualmente con un equipo de más de 1.700 profesionales.
Su propósito no es otro que generar un impacto positivo en la sociedad, ofreciendo soluciones terapéuticas transformadoras, con un creciente enfoque en las enfermedades pulmonares vasculares e intersticiales y en los trastornos neurológicos.
Ferrer está especializada principalmente en las áreas del sistema nervioso, la medicina intensiva cardiovascular, el cardio metabolismo, el dolor y el autocuidado (con productos de dermocosmética, repelentes y de nutrición infantil).
En 2021, la compañía facturó 563 millones de euros y destinó un 61,4% de sus beneficios netos a causas sociales y medioambientales. Además, es una de las empresas más solventes de España según nuestro Ranking de Solvencia.
Hablamos con Mario Rovirosa, CEO de Ferrer.
- Más de 60 años como empresa familiar, con una proyección internacional muy marcada y unos números imponentes, ¿cómo se consigue mantener la esencia fundacional con el paso de los años?
Ferrer está en su segunda generación y tiene su propiedad muy concentrada. Asimismo, tiene claro que su gestión debe ser siempre 100% profesionalizada.
Tanto el legado familiar como los retos de futuro tienen que ver con asegurar que el propósito de la empresa y su profesionalización sigan siendo pilares de la empresa. Siempre cumpliendo con los más altos estándares de desempeño social y ambiental, transparencia y responsabilidad empresarial, en todos los territorios donde tenemos presencia directa.
- ¿Cuáles son los pilares que sustentan el modelo de negocio?
Todo el equipo de Ferrer estamos impulsando una nueva forma de hacer negocios y de estar en el mundo, donde nuestra actividad cree más valor social y ambiental del que consume.
A principios de este año, entramos en la comunidad B Corp, una agrupación de empresas orientadas a construir una economía más inclusiva y sostenible. Y, para nosotros, esta certificación significa el reconocimiento a la estrategia corporativa que definimos hace cinco años y que gira alrededor de las personas y del desarrollo de su talento; de la protección del planeta, y la lucha por tener una sociedad más justa y equitativa.
Este es solo el principio del camino y nuestro compromiso es seguir trabajando para continuar generando un impacto positivo en la sociedad.
- Vuestros productos se comercializan en 128 países de todo el mundo, ¿qué supone para Ferrer la internacionalización? ¿Qué porcentaje del negocio representa?
Actualmente, el principal mercado de Ferrer es España, con el 44% del total de las ventas. A nivel internacional (56%), Centroamérica y México son los dos mercados principales, y ambicionamos tener un fuerte crecimiento en Europa y USA, donde contamos con plantas de producción.
Integridad, honestidad y solvencia
- Ferrer se sitúa dentro del top 1.000 de las más solventes de 2020 en España. ¿Cuál es el secreto para lograrlo? ¿Qué supone para vosotros?
Por un lado, diría que ha sido la apuesta por fomentar una cultura centrada en las personas, basada en la confianza y en la responsabilidad; donde se impulsa el bienestar integral y un entorno de trabajo respetuoso, ético e inclusivo.
El pasado año, fuimos reconocidos en España, México y Portugal como un excelente lugar para trabajar (Great Place to Work®), acreditando así nuestra capacidad de atraer y retener a los mejores profesionales. Además, la compañía fomenta la protección del medioambiente y apoya a personas en situación de vulnerabilidad para asegurar la igualdad de oportunidades.
Pero, además, estamos convencidos de que solo podemos alcanzar nuestros objetivos a través de una conducta íntegra, honesta y solvente. Por eso, ponemos todos los esfuerzos necesarios para asegurar una actuación ética y fiable en toda nuestra actividad; porque prestamos atención a los resultados y a la manera en cómo los alcanzamos, siendo plenamente conscientes de que la integridad, la honestidad y la solvencia deben presidir la toma de todas nuestras decisiones.
- En tu opinión, ¿qué retos y oportunidades tiene por delante el sector farmacéutico?
La digitalización del negocio, las constantes alteraciones en la cadena de valor, la cooperación entre la industria y los organismos reguladores para mejorar el acceso de los pacientes a los tratamientos innovadores… son solo algunos de los retos que tenemos por delante.
Pero más allá de nuestro sector, creo que el mundo empresarial en su conjunto tiene el reto de redefinir sus metas y el sentido del éxito.
Ante los numerosos desafíos a los que se debe enfrentar nuestra sociedad y el conjunto de la humanidad, poco sentido tiene seguir pensando en estrategias que nos beneficien individualmente.
Está claro que ninguna persona, empresa u organización es ajena a retos globales como el cambio climático o una pandemia como la vivida. Por ello, todas las empresas tenemos el reto de orientarnos no solo a los beneficios económicos, sino también y principalmente al bienestar de las personas, las comunidades y el planeta.
- ¿De qué manera apostáis por la innovación?
Consideramos que la innovación es una parte inherente a nuestra actividad farmacéutica; con el compromiso de buscar y desarrollar nuevas alternativas terapéuticas dirigidas a dar respuesta a necesidades médicas no cubiertas; lo que genera valor para el paciente, los profesionales de la salud, los sistemas sanitarios y la sociedad.
De hecho, en nuestro propósito de aportar valor significativo y diferencial a las personas que sufren dolencias graves, también hemos definido una clara estrategia global encaminada al desarrollo de una cartera de productos innovadores capaces de transformar la vida de estos pacientes.
Enfermedades en las que trabajan
A raíz del conocimiento y la experiencia que hemos adquirido en enfermedades como la hipertensión arterial pulmonar, en las enfermedades intersticiales del pulmón y en el deterioro cognitivo, dirigimos nuestros esfuerzos al desarrollo de productos en dos áreas terapéuticas principales: las enfermedades pulmonares vasculares e intersticiales y los trastornos neurológicos.
En ambas áreas convergen enfermedades raras o de baja prevalencia, frecuentemente carentes de tratamientos apropiados o autorizados. Por ese motivo, el compromiso de Ferrer con la investigación y el desarrollo de tratamientos en esos ámbitos resulta crucial para mejorar la vida de los pacientes afectados, así como para gestionar de manera eficiente los recursos sanitarios.
- En el contexto económico actual, ¿en qué situación se encuentra la investigación española?
Centrándonos en el ámbito de la salud, cabe decir que España es a día de hoy uno de los mejores países del mundo para realizar ensayos clínicos de medicamentos gracias a la apuesta por la innovación, la excelencia científica y la colaboración de todos los agentes del sector.
En este sentido, ha sido clave la implicación de los profesionales sanitarios, los centros hospitalarios, los pacientes, las empresas del sector sanitario y el apoyo del sector público.
Llegados a este punto, el reto ahora es la transformación del conocimiento generado en resultados en la salud y bienestar para los pacientes, y tener un impacto positivo para el conjunto del sistema sanitario y la sociedad.
- ¿Qué ejemplos concretos puede explicarnos sobre la apuesta de la compañía por la sostenibilidad?
La sostenibilidad es uno de los ejes estratégicos de Ferrer para alcanzar nuestro propósito de generar un impacto positivo en la sociedad.
A través de nuestro eje estratégico orientado a la preservación ambiental del planeta, encarrilamos toda nuestra actividad para hacer que la compañía y su entorno sean cada vez más sostenible, contribuyendo a que la economía avance hacia un modelo más verde y circular. Por ejemplo, en 2021, alcanzamos una reducción de la huella de carbono global del 18,9%, acercándonos al objetivo marcado para 2030 del 25%. Y también logramos una valorización del 76,5% de los residuos de Ferrer a nivel global, gracias a acciones como el tratamiento, el reciclaje, la recuperación y el compostaje, entre otras.
En el ámbito del packaging, además, Ferrer inició en Costa Rica el proyecto Ecoins, un programa de logística inversa que permitió la recuperación de más de 4.500 toneladas de materiales en más de 450 puntos de recolección. Con este proyecto, nos posicionamos como la primera farmacéutica en asumir la recuperación de medicamentos de desecho y cumplir con las indicaciones de la ley costarricense en cuanto a la Responsabilidad Extendida del Productor.
- ¿Qué otros proyectos tenéis en mente a medio/largo plazo?
Trabajamos para que nuestro negocio sea sostenible a largo plazo. Siendo conscientes de que aún nos queda mucho camino por recorrer, queremos ser impulsores de una nueva forma de hacer negocios y de estar en el mundo.
Creemos que nuestra actividad como compañía farmacéutica también puede ser un medio para generar cambios sociales sustanciales, en favor de una economía más sostenible y una sociedad más justa y equitativa, favoreciendo la igualdad de oportunidades.
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