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València, a la cabeza con su plataforma smart city

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Inndea, tal y como explica Anna Melchor, es la Agencia de Innovación del Ayuntamiento de València encargada de apoyar la estrategia smart city de la ciudad.

Participa asimismo en diversas redes nacionales y europeas, así como en comités de normalización para promover ciertas prioridades estratégicas. Se encarga de fraguar un auténtico gobierno abierto, capaz de abrir todos aquellos datos e indicadores que se obtienen de la gestión de cada servicio municipal a emprendedores, empresas, universidades, centros de investigación y, sobre todo, a la ciudadanía, para que, con dicha información, desarrollen nuevos servicios y aplicaciones para la ciudad y trabajen en los mismos retos planteados por la corporación. “Actualmente estamos actualizando la estrategia para que los servicios municipales indiquen sus prioridades, qué indicadores utilizan y cuáles les gustaría tener que todavía no se han implementado en la plataforma smart city de Valencia. Si bien, ya hay un portal de datos abiertos con más de 600 data server (bases de datos) bajo el estándar europeo”, resume.

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Laboratorio Urbano

2016-sep-mesa-redit-Anna Melchor (Inndea)

Anna Melchor (Inndea)

“Una vez aglutinados todos los servicios de la ciudad en una plataforma capaz de gestionar el 100 % de los recursos públicos e interconectar las herramientas de todas las áreas: movilidad urbana, servicios sociales, protección ciudadana, participación, gestión cultural… lo que buscamos es apoyar a los diferentes agentes de innovación para que pueda materializar sus proyectos, mediante diferentes estrategias e instrumentos. Como resultado, son varias las iniciativas piloto en marcha, a las que, a modo de laboratorio urbano, ofrecemos también distintos espacios para implementarlas. De esta forma, pueden probar sus desarrollos y utilizar dicha experiencia tanto para su validación en un entorno real como “espacarate” de cara a potenciales oportunidades en otras ciudades con retos similares. Además, el trabajar con datos abiertos bajo el estándar europeo facilita la internacionalización de dichas soluciones”, expone Anna Melchor, quien destaca un piloto en la Devesa del Saler que busca facilitar la visibilidad en el carril bici a través de un material fotoluminiscente sin impacto medioambiental.

Para Melchor la clave que caracteriza esta nueva etapa está en poner a las personas “en el centro de nuestra acción”. “No concebimos la innovación urbana si no es social. La ciudadanía no es únicamente receptora de mejoras en los servicios públicos, es la protagonista de un cambio de paradigma. De ahí, que la participación ciudadana en los procesos de innovación sea imprescindible”.

Pepa Casado, socia fundadora de Future-A y responsable durante años del Observatorio de Tendencias del Hábitat que comparten ITC, Aidimme y Aitex, está habituada a trabajar con industrias de sectores tradicionales, por lo que destaca como uno de los retos más importantes que tienen las smart cities, es el de dar cabida, precisamente, a la industria manufacturera, así como el de procurar una innovación basada en las personas. “Es un desafío también para los institutos tecnológicos en su misión de facilitar la transferencia tecnológica a las pymes valencianas”, recuerda.

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Pepa Casado (Future-A)

Celebra Casado, “el introducir a los ciudadanos en los proyectos, en el desarrollo de las tecnologías, lo que se conoce como urbanismo participativo. Desde la investigación de tendencias intentamos ver cuáles son los cambios sociales de base, qué es lo que está pasando y es muy interesante ver cómo ese urbanismo participativo no solo se promueve desde las instituciones públicas, como hacía referencia Anna Melchor, sino que existe una demanda social importante por parte de los propios ciudadanos para participar del proceso”, añade la experta.

Independientemente de los retos tecnológicos que cada ciudad proponga, Casado cree que hay una cuestión crucial: utilizar la tecnología para mejorar la calidad de vida de las personas, “hay grandes desafíos a tener en cuenta como el envejecimiento de la población y cuestiones que tienen que ver con la salud, la contaminación, el nomadismo urbano –esto es, ciudadanos que pasan más tiempo en la calle, que incrementan sus trayectos de movilidad y en ellos, realizan determinadas acciones que antes estaban más restringidas al ámbito doméstico o laboral (trabajar, consultar el correo, comer,…)– lo que exige dotar de nuevas infraestructuras y servicios al ciudadano”.

Otro tema clave para gestionar desde el punto de vista de la smart city, opina Pepa Casado, hace referencia a la generación de identidad y marca de las ciudades. “Los ayuntamientos tienen el reto de atraer talento, actividad económica, turismo, generar una imagen de marca… y hoy la smart city es una de las palancas y uno de los altavoces de reputación más importante que existen”, considera la experta.

Para Miguel Hormigo, directivo de GMV, la palabra clave es sostenibilidad en todos los servicios que se ofrezcan al ciudadano con el fin último de mejorar su calidad de vida. Para procurar dicha sostenibilidad apuesta por realizar previamente un estudio sobre qué smart city es la idónea para cada ciudad, pensando en su población actual, pero también en la generación venidera, con otras necesidades, otra forma de pensar, otras prioridades… “La evolución natural de la tecnología, del IoT es permitir la reducción de costes; llevar al pago por uso del servicio; avanzar hasta el pago por resultado y, finalmente, crear nuevos modelos de negocio que no existen actualmente, pero que serán decisivos para la generación que ahora tiene entre 10 y 12 años”.

2016-sep-mesa-redit-Salvador Santonja (ITI)

Salvador Santonja (ITI)

Caricaturizando el tema, Juan Pablo González desde el ITE, cree que no se trata de disponer de una serie de apps que nos permitan saber determinadas curiosidades sino que toda apuesta ha de servir para algo, resultar útil y resolver problemas ciudadanos como el de la pobreza energética.

Antonio Marqués del Grupo Etra también coincide en que el foco ha de estar en el usuario, pero defiende que las ciudades necesitan contar con un back office muy potente, dotado de las mejores y más adecuadas infraestructuras para reducir costes, aprovechar sinergias, responder a unas expectativas de servicio de los ciudadanos cada vez más exigentes (lo quiero y lo quiero ya) y para responder con rapidez a las deficiencias que estos puedan identificar. Siempre al final del día –cree– tiene que haber una justificación en el retorno de la inversión: porque ha habido una reducción de costes, porque ha habido una mejora de la calidad de vida, de la calidad del aire, de la satisfacción del ciudadano…”.

En este sentido, todos los presentes apostaron por empoderar al ciudadano: facilitarle la información necesaria para que pueda tomar decisiones fundadas (si quiere pagar un poco más por una mejor calidad del agua, por una adecuada gestión de sus residuos…). “Poner a su disposición la información de manera clara, a través de indicadores fáciles de interpretar y mecanismos sencillos para la toma de decisiones rápidas”.

Como añadido, Marqués defiende el que la propia ciudad gestione dinámicamente sus prioridades: “por ejemplo, si quiere incentivar el consumo de energía a determinadas horas valle, que apueste por modificar dinámicamente las tarifas; o dote de tarifas dinámicas también a los parquímetros de la ciudad, de modo que en los días de mayor contaminación se incrementen las tarifas o se pague menos si el vehículo es eléctrico, etc.”. Pero para ello –coinciden los presentes–, el ciudadano debe conocer en tiempo real qué opciones tiene (de forma que sepa que si utiliza su coche frente al transporte público le costará tanto tiempo, tanto dinero y generará tantas emisiones,… o lo mismo, si quiere poner la lavadora).

No obstante, González recuerda las posibilidades que ofrece la tecnología respecto a la gestión activa de la demanda, “el propio sistema es capaz de tomar decisiones (p.e. en el sentido de desplazar los consumos energéticos a una determinada hora) en aquellos casos en los que el propio usuario lo tenga más complicado, ya sea por edad, desconocimiento o por cualquier otro motivo”. Posibilidades hay muchas y empresas e institutos valencianos trabajan de manera puntera en este campo.

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