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Cómo conseguir deducciones fiscales para I+D con la ayuda de SGS

Desde SGS han desarrollado la herramienta i-ce «orientada a la pequeña y mediana empresa, que les permite documentar sus proyectos de innovación de una forma ágil y sencilla y poder así acceder a deducciones fiscales«, explica su director de Negocio de I+D+i, Óscar Nevot.

Desde la compañía certificadora, han constatado que con el empleo de dicha aplicación «puede llegar a incrementar en un 20% el retorno de las deducciones fiscales de una empresa», subraya el directivo.

Cómo conseguir deducciones fiscales para I+D con la ayuda de SGS

Existen deducciones fiscales, dentro del Impuesto de Sociedades, para aquellas empresas que inviertan en investigación, desarrollo e innovación tecnológica.

«En principio, cualquier empresa que haya realizado actividades de I+D+i puede acceder a estas deducciones», puntualiza Nevot. «La empresa deberá demostrar ante la Agencia Tributaria que ha llevado a cabo un proyecto de innovación y que tanto el contenido como la base del proyecto que pretende deducir son compatibles con las definiciones y las partidas de gasto que estable la legislación vigente». La deducción que se puede aplicar se corresponde con un porcentaje del gasto del proyecto. En concreto, para proyectos de innovación tecnológica la deducción es de un 12% de la base de gasto y para la I+D oscila entre el 25% y el 42%.

«En 2003 -incide Nevot- se puso en marcha un mecanismo llamado Informe Motivado Vinculante (IMV) gracias al cual la empresa que ha llevado a cabo la innovación puede obtener una mayor seguridad jurídica sobre la deducción que aplica. El mecanismo es sencillo. Se solicita el IMV al Ministerio de Ciencia e Innovación, se documenta el proyecto, se pone en manos de una entidad de certificación acreditada que realiza un informe técnico de calificación de actividades y se remite todo al Ministerio dentro de los plazos que éste establece. El último paso consiste en la revisión, por parte del Ministerio, de toda la documentación entregada para que finalmente decida admitir o no el proyecto y emitir o no, por lo tanto, el correspondiente IMV. Cabe decir que la calificación del proyecto que el Ministerio establece en su IMV es vinculante para la Agencia Tributaria, por lo que ya el derecho a aplicar o no la deducción quedaría definitivamente aclarado y eso es una garantía jurídica de máximo interés para las empresas», destaca.

Esa documentación que facilita la empresa al Ministerio de Ciencia e Innovación debe entregarse junto con una certificación llevada a cabo por una entidad certificadora acreditada para que confirme que, efectivamente, se trata de un proyecto de innovación tecnológica. «Es decir, que revise el proyecto, los gastos que ha realizado la empresa, aportar un informe técnico junto con su memoria…».

El directivo de SGS señala que «hay muchas empresas que todavía no saben que existen esta clase de deducciones, cuando están en marcha desde 1979; muchas otras, aun conociéndolas, desconocen cómo documentar los proyectos y diagnosticar las actividades innovadoras que hacen».

Con lo cual, -concreta Nevot- «estas empresas que no saben, contactan con entidades de consultoría que aportan un gran expertise al proceso y que normalmente asocian su factura al retorno en deducción que obtenga la empresa. Hay que darse cuenta de que montar toda la documentación que requiere el RD 1432/2003 es un trabajo bastante laborioso y es la misma carga de trabajo para proyectos con mucho retorno que para aquellos de menor retorno fiscal.  Al final, entre el esfuerzo que realiza la empresa y el que realiza el consultor llega un momento en el que ya no sale a cuenta “rescatar” la deducción de proyectos pequeños».

Ante esta realidad, continúa Óscar Nevot, «desde SGS detectamos hace unos años que muchos proyectos de innovación tecnológica se quedaban fuera de la deducción y del mercado de la certificación porque todos los agentes del mercado desincentivaban que se aplicaran los beneficios fiscales de esos proyectos: la empresa desconoce y no lo controla y no hay suficiente retorno para poder contraprestar el esfuerzo de los consultores».

Si tenemos en cuenta la tipología de la empresa española, en su mayoría pymes, veremos que la innovación forma parte de su ADN pero es una innovación a corto plazo, flexible y normalmente de una inversión menor que el de las empresas de las naciones de nuestro entorno. “Pero eso no tiene que ser malo necesariamente, eso convierte a nuestras pymes en una potente maquinaria de innovación flexible que les permite adaptarse rápidamente al cambio. Por eso España está siendo capaz de sobrevivir a las distintas crisis que vamos atravesando. El problema es cómo hacer que este tipo de innovaciones puedan beneficiarse también del incentivo al que tienen derecho».

Con lo cual, y con el objetivo de prestar un servicio a las empresas, «creamos una aplicación en la nube de carácter gratuito que permite a las empresas autodocumentar sus proyectos, haciendo más rentable el esfuerzo de la empresa y sus consultores. Les facilitamos un modelo de memoria sencillo que es válido para los procesos de certificación y que cumple los requisitos que establece el RD 1432/2003», nos explican desde SGS.

La documentación que se debe presentar al Ministerio es compleja, con cantidad de tablas, campos, fichas y donde se debe incluir, en muchas ocasiones, información redundante. Así, documentar los proyectos suele llevar aparejado una enorme cantidad de trabajo y la complejidad y multiplicidad de formatos acaba generando muchas erratas que posteriormente penalizan. SGS ha propuesto una solución a este problema. «Lo que hemos hecho es subir la aplicación i-ce a la nube donde el empresario puede escribir su memoria e ir completando los diferentes campos y secciones una sola vez en modo tal que las fichas y tablas se autocompletan evitándose la necesidad de repetir información en diferentes campos. La aplicación, además, lleva a cabo todos los cálculos… Es decir, permite a las empresas con muy poco trabajo documentar los proyectos».


Nevot: «no incrementamos el valor de la deducción, pero conseguimos que esta sea mucho más rentable porque el empresario invierte menos horas de trabajo en elaborar la memoria y puede recuperar parte de la inversión con menos esfuerzo»


Nevot especifica también que el primer proyecto que introduce el personal de la empresa en la herramienta le cuesta escribirlo menos de 30 horas, «cuando normalmente puede ser un proceso que conlleve unas 70 horas». «El segundo proyecto que inserte puede hacerlo en unas 15 horas porque la herramienta tiene memoria y recupera información de proyectos anteriores como currículos de los investigadores y las colaboraciones… Toda esa información, como es de la misma empresa, se recupera en automático, con lo cual, luego es mucho más ágil», recalca el directivo de SGS.

Otra de las ventajas de la herramienta es que posibilita dar de alta a los usuarios que se quieran dentro de una misma empresa y permite también sesiones concurrentes. De esta forma, subraya Nevot, «puede haber varias personas, de distintos departamentos, introduciendo la información a la vez, ya que una memoria de este tipo de proyectos incluye información laboral, contable y técnica, entre otros apartados«.

De esta manera, -precisa Nevot-, «no incrementamos el valor de la deducción, pero sí conseguimos que esta sea mucho más rentable porque el empresario invierte menos horas de trabajo en elaborar la memoria y puede recuperar parte de la inversión con menos esfuerzo».

Desde SGS informan también que el primer requisito que tiene que cumplirse para que sea innovación tecnológica o I+D es que «la empresa haya desarrollado algo (producto, servicio…) que suponga un reto tecnológico para ella. Es decir, que no sea una solución evidente, sino que tenga una carga de reto tecnológico», explica.

Ahora bien, informan las mismas fuentes, «si este avance tecnológico significativo supone una novedad y esta se califica como de novedad objetiva el proyecto sería I+D. En cambio, si la novedad tecnológica se califica como subjetiva el proyecto se calificaría como de innovación tecnológica”, matizan.

Óscar Nevot explica también que la herramienta está en funcionamiento desde hace prácticamente un año y está teniendo una muy buena acogida. «Los profesionales de la empresa en cuestión pueden transcribir y trabajar en la memoria con la herramienta y dar de alta todos los proyectos que necesite. Pero si el empresario, directivo, etc., quiere descargarse la memoria tiene que abonar una cantidad», matiza.

«Lo habitual, -reconoce Nevot- es que nadie se descargue la documentación. Si nos contratan la certificación, se inicia el proceso automáticamente y nosotros recuperaríamos la documentación».

En este sentido, el directivo de SGS aclara que se cumplen todos los debidos requisitos de confidencialidad e imparcialidad y que por supuesto “Desde SGS no le aportamos ninguna solución concreta al cliente sobre sus proyectos, no hacemos consultoría, solo facilitamos el medio para redactar la documentación».

La certificación se lleva a cabo en remoto y lo mismo ocurre con la relación comercial. «El cliente, con un solo clic, solicita una oferta, le enviamos una toma de datos, nos la remite, hacemos la oferta, nos la firma y en el momento en que se produce esa firma, la documentación se libera y se puede descargar».

La dirección de SGS decidió poner en marcha esta aplicación con el objetivo de certificar aquellos proyectos que no entraban en el circuito porque no eran rentables. «Cuando se aprueban los presupuestos generales del Estado hay una partida destinada a deducciones fiscales de I+D+i que rara vez se usa entera», matiza Nevot.

Al final, incide el directivo de SGS, «Hacienda ingresa más porque las empresas no solicitan la deducción de muchos de los proyectos que ejecutan porque les cuesta más llevar a cabo todo el proceso de documentación que lo que va a obtener económicamente».

«Esta situación es lo que queremos resolver» subraya. «Por ejemplo, un proyecto de 100.000 euros no entra en el circuito de la deducción fiscal porque son 12.000 euros de deducción en proyectos de innovación tecnológica. Si el empresario echa cuentas, ve que entre el consultor y la certificadora se llevan más que él de la deducción. Mientras que él ha asumido la inversión y el riesgo tecnológico».

Ante esta situación, Nevot reconoce que desde SGS reducen algo el precio de estas certificaciones, a pesar de que para la realización de estos trabajos «tienen que participar varias personas de alto perfil porque el sistema de certificación del Ministerio de Ciencia e Innovación es muy complicado y  nos exige mucho a nivel de cualificación técnica por lo que son certificaciones relativamente caras».

Sin embargo, «si conseguimos reducir la factura del consultor y del certificador y que al empresario no le requiera mucho esfuerzo llevar a cabo todo este proceso de documentación, este podría recuperar algo de inversión».

Finalmente, SGS aclara que “el consultor aporta un valor enorme en el proceso de obtención de deducciones fiscales, generando confianza en los clientes y aportando su expertise, pero es cierto que, debido a lo complejo del mecanismo, no pueden llegar a estos proyectos pequeños de menor retorno. De hecho, a día de hoy los principales usuarios de i-CE son empresas de consultoría que han visto en la herramienta una gran oportunidad para optimizar aún más la deducción fiscal de sus clientes”.


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