La escalada en Oriente Próximo no toca techo: ¿Qué ocurrió la noche que Trump abandonó el G7?
El presidente Donald Trump abandonó abruptamente la cumbre del G7 en Canadá debido a la escalada del conflicto entre Irán e Israel. Analizamos las implicaciones diplomáticas, económicas y geopolíticas de su salida. ¿En qué punto estamos?

Donald Trump observa las hostilidades entre Irán e Israel. Imagen generada por IA.
El aire fresco de las Montañas Rocosas canadienses contrastaba con el clima tenso que se respiraba en el complejo de Kananaskis, donde se estaba celebrando la Cumbre del G7 la noche del 16 de junio. La jornada, que se había iniciado con promesas de acercamiento comercial y sonrisas diplomáticas, terminó con una estampida política: el presidente estadounidense, Donald Trump, abandonó abruptamente la cumbre ante el agravamiento del conflicto entre Irán e Israel.
A las 17:30 hora local, y apenas unos minutos después de posar con el resto de líderes mundiales para la tradicional foto de familia, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, anunciaba en redes sociales que Trump regresaba a Washington esa misma noche tras cenar con sus homólogos.
El mensaje fue claro: el conflicto en Medio Oriente había escalado hasta el punto de amenazar con desbordar los límites del protocolo diplomático.
«Probablemente ven lo que yo veo y tengo que estar de regreso tan pronto como sea posible», declaró Trump, visiblemente tenso.
Un día que comenzó con promesas y terminó con advertencias
Horas antes de su intempestiva salida, Trump encabezaba una jornada que, en lo económico, parecía ser fructífera. El mandatario anunció un nuevo acuerdo comercial con el Reino Unido, flanqueado por un satisfecho primer ministro Keir Starmer, y selló compromisos con Canadá y la Unión Europea (UE) para acelerar negociaciones bilaterales.
Pero mientras las tarifas bajaban sobre el papel, el tono del presidente norteamericano respecto a la situación en Irán subía peligrosamente. En un primer momento, Trump aseguró que el régimen iraní había mostrado señales de disposición a negociar una desescalada, tras cuatro días de enfrentamientos que ya dejaban más de 220 muertos en Irán y 24 en Israel.
Sin embargo, en cuestión de horas, esa posibilidad pareció desvanecerse. Desde su plataforma Truth Social, Trump lanzó una advertencia escalofriante:
«¡Todo el mundo debería evacuar inmediatamente Teherán! Irán no puede tener un arma nuclear. ¡Lo dije una y otra vez!»
Sus palabras cayeron como un jarro de agua helada en los pasillos del centro de convenciones canadiense. Los líderes, que hasta entonces se mostraban centrados predominantemente en el comercio y el cambio climático, desviaron su atención hacia la posible conflagración en Oriente Medio.
La diplomacia trastocada y un legado de imprevisibilidad
Para el profesor Frédéric Mertens, profesor y director del Departamento jurídico en la Universidad Europea de Valencia, lo ocurrido no es un hecho aislado. «El abandono de Trump del G7 no es un simple capricho. Forma parte de una línea de acción que lleva años desmontando las reglas del juego en la política internacional», explica. «El político estadounidense y su administración han desestructurado por completo el protocolo, la metodología y la lógica de las relaciones diplomáticas tradicionales».
Esa lógica de imprevisibilidad se mantiene e incluso se intensifica con el nuevo contexto geopolítico. «Respecto a Irán e Israel, su administración llegó al punto de recomendar a los estadounidenses abandonar Teherán por riesgo de una ofensiva inminente. El objetivo de Netanyahu parece ser debilitar a Irán al máximo».
«Pero eso es una bomba de relojería: si cae el régimen, no significa que la población iraní vaya a abrazar el estilo de vida occidental», advierte.
Escalada en Oriente Próximo: una región al borde del abismo
La experiencia reciente en países como Irak o Libia ha demostrado que desmantelar un régimen sin un plan de reconstrucción sólido puede generar más inestabilidad que soluciones. «En países donde la cohesión tribal y la diversidad religiosa son tan marcadas, la caída de un régimen puede llevar al caos. Es algo que no se puede ignorar», subraya Mertens.
La situación empieza incluso a sentirse en el día a día de los ciudadanos. «Esta misma mañana, un alumno egipcio me pidió quedarse en Valencia porque teme regresar a su país. Oriente Medio está entrando en una fase de altísima inestabilidad, y eso ya se percibe a pie de calle», comenta el académico.
El efecto dominó: cumbre descarrilada y mercados nerviosos
El efecto de la salida de Trump fue inmediato. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, vio cancelada su cita bilateral. También quedaron en suspenso los encuentros previstos con Volodímir Zelenski y Lula da Silva, los mandatarios ucraniano y brasileño, que pretendían discutir desde el conflicto ucraniano hasta cuestiones medioambientales. El anfitrión, el primer ministro canadiense Mark Carney, se limitó a decir que las conversaciones se habían tornado «francas y prolongadas».
Mientras tanto, los mercados financieros globales sintieron el temblor geopolítico. Las bolsas europeas abrieron en negativo este martes: Madrid lideró las caídas con un –0,97 %, seguida por Milán (–0,74 %), París (–0,50 %), Londres (–0,47 %) y Fráncfort (–0,34 %). El Euro Stoxx50 cayó un 0,76 %. Los analistas atribuyen estas caídas tanto al deterioro de la situación en Oriente Medio como al brusco giro diplomático en la cumbre.
El euro se mantuvo plano frente al dólar, y en Asia la Bolsa de Tokio subió (0,59 %) gracias al mantenimiento de los tipos por parte del Banco de Japón. En contraste, las bolsas chinas cerraron en rojo, reflejo de la creciente incertidumbre global.
En Wall Street, los inversores reaccionaron con más optimismo. El Dow Jones subió un 0,75 %, el S&P 500 un 0,94 % y el Nasdaq un 1,52 %, probablemente aún bajo el efecto de los anuncios comerciales del lunes.
Las materias primas, sin embargo, no reflejaron aún una crisis profunda. El petróleo Brent cayó un 0,25 % y el WTI un 0,27 %. El oro retrocedió y el bitcóin bajó un 1,86 %, síntoma de que el nerviosismo aún no se ha convertido en pánico.
Cálculo político en clave electoral
En plena campaña para las elecciones legislativas de mitad de mandato, Trump se enfrenta a una ecuación compleja: proyectar liderazgo internacional mientras retiene el apoyo de su base interna. «Confía, quizá de forma ingenua, en que sus habilidades como empresario le permitirán negociar salidas. Pero tras romper el acuerdo nuclear, Irán ya no confía en él. La desconfianza es total», explica Mertens.
Además, según el experto, Israel se ve cada vez más aislado: «Con un gobierno de extrema derecha y un primer ministro debilitado internamente, necesita un enemigo externo para cohesionar a la población. Es una estrategia clásica de distracción patriótica».
La respuesta internacional, hasta el momento, ha sido contenida. «En el pasado, Irán mostraba músculo pero no cruzaba ciertas líneas. Esta vez hay víctimas civiles israelíes. Si Estados Unidos decide marcar un ‘hasta aquí’, como parece estar ocurriendo también con Ucrania, la pregunta es: ¿quién va a poner orden? ¿Europa? ¿China?», se pregunta Mertens.
El paralelismo con el conflicto ucraniano es inevitable. «Los israelíes ven que Estados Unidos se retira progresivamente de Kiev y temen ser los siguientes. Al final, sea Trump o Biden, sigue siendo Estados Unidos. Y si el cálculo es que no hay salida viable, se retiran para proteger sus intereses económicos».
¿Un nuevo choque petrolero?
Aunque por ahora los precios del petróleo se mantienen moderados, las alarmas están encendidas. «Podríamos llegar, espero que no, a un escenario similar al choque petrolero de 1973. El precio del barril ya está subiendo. Arabia Saudí guarda silencio, pero juega a dos bandas, hablando con EE. UU. y también con Rusia. Tarde o temprano tendrán que posicionarse», advierte Mertens
Con cada hora que pasa, el silencio diplomático se vuelve más elocuente. Y la salida apresurada de Trump de la cumbre del G7, lejos de ser una simple anécdota, podría haber marcado el inicio visible de una nueva fase de crisis global, donde los equilibrios estratégicos vuelven a tambalearse y el sistema internacional, ya fragmentado, se enfrenta a una presión creciente.
En Kananaskis, el mundo vio cómo, en cuestión de horas, se puede pasar del consenso al caos.