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Fin de la era Trump-Musk: auge y caída de la alianza clave de la política de EE.UU.

Fin de la era Trump-Musk: auge y caída de la alianza clave de la política de EE.UU.
Publicado a 10/06/2025 18:21 | Actualizado a 13/06/2025 12:57

Donald Trump y Elon Musk, dos de las figuras más influyentes del panorama político y empresarial de Estados Unidos, han protagonizado en los últimos días una ruptura pública que ha marcado un punto de inflexión en sus relaciones. Lo que alguna vez fue una alianza estratégica —alimentada por el poder, la influencia y objetivos compartidos— ha terminado en un intercambio de reproches, acusaciones graves y amenazas políticas.

La disputa se volvió irreversible cuando Musk criticó con dureza el nuevo proyecto de ley republicano, calificándolo de «abominación repugnante». Trump respondió con furia: «Elon se ha pasado de la raya. Nuestra relación ha terminado», publicó en Truth Social. Desde entonces, los ataques se han intensificado, alcanzando incluso insinuaciones de Musk sobre la supuesta vinculación de Trump con el caso Epstein, lo que elevó la confrontación a un nuevo nivel.

Pero esta no es una historia que comienza con una pelea. Su relación tiene un largo recorrido que ahora parece haber llegado a su capítulo final.

El Origen: Interés mutuo y respeto público (2016–2019)

La relación entre Trump y Musk se consolidó tras la victoria electoral de Trump en 2016. A pesar de su imagen pública como innovador progresista, Musk fue uno de los pocos líderes tecnológicos en mostrarse dispuesto a colaborar con la nueva administración, ya por entonces conocido por Tesla.

Fue invitado a formar parte del Consejo de Asesores Empresariales de Trump, junto a figuras como Jamie Dimon de JP Morgan Chase y Mary Barra de General Motors. Aunque expresó reservas sobre algunas políticas ambientales, como la retirada del Acuerdo de París (que finalmente llevó a su salida del consejo en 2017), Musk valoró los recortes de regulación que beneficiaban a sus empresas, especialmente en el sector automotriz y espacial.

El respeto era mutuo: Trump elogió en repetidas ocasiones a Musk como un «visionario» y «el Thomas Edison de nuestro tiempo». Incluso llegó a sugerir que, de haber nacido en EE. UU., Musk sería un excelente candidato presidencial, un comentario que subrayaba la admiración del entonces presidente por el perfil disruptivo y el éxito empresarial del magnate. Este período sentó las bases de una relación pragmática, basada en intereses compartidos a pesar de las diferencias ideológicas.

2020: Apoyo indirecto y tensiones soterradas

Durante la campaña presidencial de 2020, Musk evitó pronunciarse directamente a favor de Trump, manteniendo una postura aparentemente neutral, pero expresó rechazo hacia Joe Biden, alegando que el Partido Demócrata se había alejado de la innovación tecnológica y la libertad empresarial. Musk criticó el «exceso de regulación» y la burocracia que, a su juicio, frenaban el progreso en EE. UU., resonando con los argumentos de la campaña trumpista.

Aunque nunca hizo una declaración de apoyo explícito, su postura era leída por muchos como una inclinación tácita hacia el trumpismo, especialmente en círculos conservadores que valoraban su visión empresarial y su escepticismo hacia ciertas políticas progresistas.

En paralelo, Trump celebraba los avances de SpaceX como logros estadounidenses, usándolos incluso en su campaña como muestra del «renacimiento industrial americano». Eventos como los lanzamientos tripulados de la firma en colaboración con la NASA fueron presentados por la administración Trump como ejemplos del liderazgo estadounidense bajo su mandato.

Este apoyo mutuo tácito permitió a ambos beneficiarse de la asociación sin comprometerse directamente, tejiendo una red de intereses comunes que, aunque no explícita, era evidente para los observadores políticos.

2021–2023: Distanciamiento en la era post-Trump

Tras la derrota electoral de Trump en 2020 y su salida de la Casa Blanca, Musk comenzó a tomar una mayor distancia. En redes sociales, cuestionó algunas acciones del expresidente, especialmente relacionadas con el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, un evento que muchos consideraron una línea roja en la política estadounidense. Musk llegó a tuitear que Trump debería «colgar las botas» y que era «demasiado viejo» para presentarse de nuevo a la presidencia, lo que marcó un claro alejamiento de la línea dura trumpista.

No obstante, durante los primeros años del mandato de Biden, Musk volvió a acercarse al Partido Republicano, criticando duramente la política fiscal demócrata y el aumento del gasto público, que, según él, contribuían a la inflación y eran perjudiciales para la economía y la innovación. Sugirió que votaría por candidatos conservadores en las elecciones intermedias de 2022 y se convirtió en una voz prominente en Twitter (ahora X) contra lo que él percibía como censura de la libertad de expresión, una postura que resonó con la base republicana.

Trump, aún con peso dentro del partido, parecía dispuesto a perdonar las críticas pasadas en nombre de la conveniencia política y la posibilidad de una futura alianza. La adquisición de Twitter por Musk y su posterior restauración de la cuenta de Trump en la plataforma fue vista como un gesto de buena voluntad que presagiaba una posible reconciliación.

2024: El último intento de alianza

Con las elecciones de 2024, Musk jugó un papel ambivalente. No apoyó directamente a Trump de forma pública al principio, pero sus críticas a Biden y su respaldo a algunos candidatos republicanos alineados con el expresidente fueron bien recibidos por el núcleo trumpista. En particular, Musk se pronunció en contra de lo que llamó «la máquina progresista» y criticó las políticas migratorias de la administración Biden, acercándose a las posturas republicanas.

Se rumoreaba que Musk también realizó contribuciones financieras significativas, aunque discretas, a la campaña de Trump y a comités de acción política (PACs) afines a su agenda, lo que fue interpretado por muchos como una señal de su apoyo encubierto. Algunos analistas interpretaron que ambos hombres estaban destinados a reencontrarse políticamente, dada su convergencia en temas como la regulación gubernamental, la libertad de expresión y la crítica a la izquierda.

Sin embargo, tras el fracaso de una ambiciosa reforma fiscal liderada por Trump y su equipo en 2025 —una propuesta fuertemente criticada por Musk como un «rescate a intereses arcaicos disfrazado de innovación»—, la tensión estalló. Esta reforma, que según Musk, beneficiaba a sectores tradicionales a expensas de la alta tecnología y la innovación disruptiva, fue el detonante de la ruptura, ya que Musk la percibió como un retroceso en las políticas que favorecían a sus empresas, a pesar de su anterior apoyo financiero.

2025: La ruptura definitiva

La escalada fue rápida. Musk acusó públicamente a Trump de liderar un partido «sin visión de futuro» y de estar impulsando leyes que podrían «estrangular» la inversión tecnológica. Musk, en un tweet particularmente polémico, afirmó que la propuesta fiscal de Trump «mataría la gallina de los huevos de oro» de la innovación estadounidense.

Trump respondió de forma contundente, llamando a Musk «desleal» y «sobrevalorado», y advirtió que habrá «consecuencias graves» si el magnate apoya a demócratas en futuros comicios, sugiriendo una posible represalia política o regulatoria. La acusación de Musk sobre la supuesta vinculación de Trump con el caso Epstein, aunque no se ha detallado públicamente su contenido exacto, fue la gota que colmó el vaso, llevando la confrontación a un nivel personal y muy grave.

Mensaje publicado por Elon Musk en su cuenta de X, posteriormente borrado.

Aunque aseguró que no romperá de momento contratos gubernamentales con SpaceX o Starlink, como los relacionados con la NASA o el Pentágono, Trump dejó entrever que la relación, tanto personal como política, ha llegado a su fin. Estas declaraciones sugieren que la ruptura no solo es ideológica, sino también personal, y podría tener implicaciones en el futuro panorama político y tecnológico de EE. UU.

El padre de Elon, Errol Musk, declaró recientemente que la situación se resolverá pronto y que su hijo atraviesa «meses de intenso estrés». Sin embargo, no hay señales públicas de reconciliación, y la acritud de los ataques sugiere que la grieta es profunda.

Epílogo: El fin de una era tecnopolítica

La tecnopolítica, entendida como la intersección entre tecnología y poder político, encuentra en figuras como Elon Musk un ejemplo emblemático de cómo los actores tecnológicos pueden influir decisivamente en la política contemporánea, no solo a través de la innovación, sino también a través de la difusión de ideas y la movilización de bases sociales.

En suma, la historia entre Trump y Musk es un reflejo de cómo las alianzas entre poder político y empresarial pueden ser tan volátiles como estratégicas. Su colaboración fue, durante años, un símbolo de la convergencia entre la innovación tecnológica y el populismo económico. Hoy, su ruptura deja un vacío difícil de llenar en ambos frentes, tanto para Trump, que pierde un aliado influyente en el sector tecnológico, como para Musk, cuya influencia política ahora se ve redefinida.

La pregunta ahora es: ¿Qué camino tomará Musk políticamente? ¿Se posicionará como un líder independiente de un nuevo movimiento tecnoliberal o buscará alianzas con otros sectores del espectro político? ¿Y buscará Trump un nuevo «aliado tecnológico» que pueda suplir la influencia y el acceso que Musk le proporcionaba? El desenlace aún está en desarrollo, pero una cosa es segura: el vínculo Trump-Musk ya es parte del archivo de grandes amistades rotas de la política estadounidense.

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