Ser CEOs de nosotros mismos, las claves del business trainer Fernando Botella
Coge las riendas de tu vida y podrás liderar a los demás, esta es la base del liderazgo. Es necesario aprender a dirigirse primero a uno mismo para liderar después a los otros, y no es posible liderar con éxito si antes no eres capaz de autoliderarte. Como decía Albert Einstein, «el liderazgo comienza por el ejemplo, no por la autoridad», una máxima que debiera regir nuestro comportamiento. Ya en la antigua Grecia, Sócrates apelaba al auto conocimiento, a conocernos a nosotros mismos para proyectar nuestro poder transformador. Más cercano a nosotros, el maestro José Ortega y Gasset, advertía que «para dirigir a los demás, es requisito indispensable imperar sobre uno mismo». Y tiene todo el sentido del mundo. Porque, si aceptamos que la función principal de un líder es ayudar a otros a lograr sus objetivos, ¿qué autoridad moral tendría para hacerlo si ni siquiera es capaz de ayudarse a sí mismo a conseguir los suyos?
Existen cinco claves que pueden ayudarnos a lograr el dominio de la propia persona. Todas ellas comienzan por la letra A, por lo que podemos referirnos a ellas como las «5 As del Autoliderazgo». Las tres primeras son: autoconocimiento para conocer nuestras fortalezas y debilidades; autocontrol para regular nuestras emociones y que estas no nos expulsen de nuestro proceso de toma de decisiones. Otra es la automotivación, para activar la voluntad hacia el logro. También añadiremos el autoaprendizaje, que nos ayuda a cubrir brechas de conociendo y emprender un viaje de transformación hacia el yo del futuro. Por último la autoestima, para poner en valor los propios logros y capacidades. Algunos autores incluyen también autoeficacia, autonomía y autorresponsabilidad.

CEOs de nosotros mismos
Es urgente que nos convirtamos en CEOs de nosotros mismos, porque creer en uno mismo nos hace más productivos. Es un axioma que se puede aplicar a los emprendedores. Aquellos que creen en su idea y están dispuestos a luchar por ella tienen muchas más probabilidades de éxito que quienes se limitan a ponerla en marcha para «ver qué pasa».
También porque desarrolla la autonomía y las personas que saben autogestionarse tienen capacidad para resolver problemas complejos por sus propios medios (lo que en realidad también incluye la habilidad para pedir ayuda, concitar apoyos o buscar recursos externos) y funcionar de manera autónoma cuando la situación lo requiera. Asimismo, desarrolla la autorresponsabilidad. Y ayuda a desarrollar un fuerte sentido de responsabilidad, lo que las convierte en personas que generan confianza.
En cuarto lugar, el autoliderazgo ayuda a la toma de decisiones y facilita vencer el vértigo a decidir. La persona autodirigida está orientada a la acción, con su propio criterio, conocimiento y los de su equipo. Además, el autoliderazgo pone a raya el factor emocional y nos permite identificar y mantener a raya los episodios de embargo emocional, ayudándonos a tomar decisiones de una manera en la que la que mente y corazón encuentren un equilibrio razonable.
El autoliderazgo es una herramienta que ayuda a las personas a ser lo suficientemente flexibles para adaptarse a distintas situaciones y circunstancias, buenas y malas, aprender de esas experiencias y extraer siempre lo mejor de cada una de ellas. Esa capacidad de adaptación está relacionada con lo que en mi libro Esencial llamo la «aceptación del momento presente», y que no hay que confundir con resignación. Y es que desde la aceptación proactiva y no pasiva de la realidad se puede empezar a crecer y buscar alternativas a ese presente.
Otra ventaja del autoliderazgo es que facilita el crecimiento, tanto personal como profesional y aumenta la satisfacción y la autoestima. Una persona autodirigida es una persona que va a alcanzar más fácilmente ese último nivel de la pirámide de necesidades de Maslow, la de autorrealización. Una satisfacción que está íntimamente ligada a la autoestima y a otros factores relacionados con el bienestar en el trabajo.
El autoliderazgo es, en definitiva, la base de todo liderazgo. No se trata solo de influir en los demás, sino de ser dueños de nuestra propia vida. Cuando aprendemos a guiarnos con integridad y propósito, nuestra capacidad de inspirar a otros se multiplica. Como dijo el autor, orador y líder experto en desarrollo personal y liderazgo, John C. Maxwell, «un líder es aquel que conoce el camino, anda el camino y muestra el camino».
Artículos relacionados

Promoción del Turismo Rural en la Reserva de la Biosfera del Valle de Cabriel