Si hay una fruta que se ha puesto de moda en España esa es el aguacate. Un fruto de origen centroamericano que ha invadido no solo fruterías y supermercados, sino que ha llegado a todas las cocinas y se ha colado en los menús de los restaurantes. Esta irrupción ha generado una importante demanda y despertado el interés de los agricultores que ven en el aguacate un complemento alternativo a otras frutas tradicionales, además de la obtención de una mayor rentabilidad que con los cítricos.

Y la Comunitat Valenciana, en general, y Castellón en particular no son la excepción. Si ya hay campos de cultivo en Benifaió, Alginet, Silla, La Nucía o Callosa d’en Sarrià, también empiezan a verse campos de aguacates en la provincia de Castellón, en zonas con el microclima adecuado.

Cada vez son más los agricultores castellonenses que ven el aguacate una alternativa que les permita complementar y compensar los resultados de las malas campañas citrícolas, como apuntan tanto productores como responsables de asociaciones profesionales como la Unió de Llauradors o Fepac-Asaja.

De hecho, las primeras pruebas han obtenido resultados positivos y animan a seguir impulsando este tipo de cultivos. Y es que los productores de cítricos castellonenses buscan alternativas ante los bajos resultados de las campañas de naranjas y clementinas –este año no se han exportado a Estados Unidos por la aplicación de aranceles–, a lo que se suman los altos costes de producción que requieren.

Esa situación la resume el presidente de la Asociación de Productores del Aguacate (Asoproa), Celestino Recatalá: “Siempre buscamos la máxima rentabilidad. La naranja atraviesa una situación difícil en los últimos años y la gente busca alternativas”.

En ese contexto no es de extrañar el interés que despiertan las sesiones informativas como la celebrada en noviembre pasado en el Centre Social Caixa Rural de Burriana, organizada por la Cooperativa Sant Josep, en la que se expusieron los puntos fuertes del cultivo de aguacates y se abordó la posibilidad de que pueda ser un sustitutivo a la naranja. Algo en lo que productores y asociaciones profesionales no se ponen de acuerdo, aunque consideran que es una alternativa viable y rentable.

En esa cautela sobre el rol que ha de jugar el aguacate en el futuro de la citricultura castellonense se impone el hecho de que no se puede plantar en cualquier territorio, al contrario, es una planta sensible que requiere bastante agua y de calidad, además de zonas cálidas donde no hiele, porque más allá de 25 o 30 kilómetros desde el mar hacia el interior el aguacate no da resultado, como apunta Miguel Pardo, ingeniero agrónomo castellonense y propietario de una plantación de aguacates cerca de la capital de la Plana. Como en su caso, la mayoría de los terrenos dedicados a este cultivo se concentran en la Vilavella, la Vall d’Uixó y el entorno del Hospital de la Magdalena en Castellón capital.

Puedes leer el reportaje completo en la Revista ECONOMÍA 3 de febrero.

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