Miércoles, 24 de Abril de 2024
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Carles Peris (La Unió): «Esta campaña citrícola no ha tenido precedentes»

Carles Peris (La Unió): «Esta campaña citrícola no ha tenido precedentes»

La crisis citrícola ha sido una de las grandes protagonistas de la actualidad económica de este año en la Comunitat Valenciana. Antes de que acabara 2018, las pérdidas en el sector se evaluaban en más de 160 millones; aproximándose el final de la campaña, ya se da por hecho que se superarán los 300 millones. Inclemencias meteorológicas al margen, la indignación de los citricultores no ha hecho sino aumentar, y sus quejas se han centrado en la nula consideración que los tratados comerciales que la UE firma con países terceros tienen respecto a la actividad agrícola. Bajo su punto de vista, esos tratados han permitido a países como Sudáfrica, con costes de producción más baratos y menos exigencias legales y medioambientales, colapsar el mercado europeo.

Hablamos de todo ello en profundidad con Carles Peris, secretario general de La Unió de Llauradors i Ramaders, que tomó las riendas de la organización agraria el pasado mes de noviembre, es decir, con el desastre ya prácticamente consumado.

-Para encontrar una crisis similar, ¿hasta cuándo habríamos de remontarnos? ¿O crees que esta temporada ha sido la peor de todas para el sector cítrico?

-Posiblemente este haya sido la peor de todas. Principalmente, por una razón muy significativa: hemos tenido una campaña de bajos precios desde el principio hasta el final. La segunda parte de la campaña, con variedades más “ordenadas” en la salida al mercado, con tonelajes más ajustados,  siempre había funcionado bien pero esta campaña no, con precios entre 10 y 20 céntimos por debajo del habitual. Esta segunda parte es la que la ha convertido en la peor campaña de la Historia. Y la primera fue un desastre total:  500.000 toneladas que se tuvieron que desperdiciar. Tres comercios privados ya han presentado concurso de acreedores, hay cooperativas en una situación muy complicada. Es evidente que esta campaña tan mala ha lastrado al productor, pero también a las empresas exportadoras, sobre todo a las más pequeñas. No se exagera si se dice que no ha tenido precedentes.

-No hace mucho hablé con un representante del sector arrocero, y me dijo que las exigencias de seguridad de la UE en la agricultura, en beneficio del consumidor, son tan elevadas que se lo ponen muy difícil al productor. ¿Estás de acuerdo?

-Yo no lo diría así. Diría que las exigencias de la UE sobre las formas de producción son muy elevadas, pero pienso que eso es bueno. Para el productor, para la fauna útil, para el medio ambiente y para hacer un producto de calidad. El problema viene cuando estas mismas exigencias no se aplican a agriculturas de países terceros que compiten con los productores europeos. Ahí está el hándicap. Debemos seguir un modelo de sostenibilidad y de mucha calidad para el consumidor, y la UE tiene una capacidad enorme de implantar un cambio a nivel mundial en las formas de producción de quienes quieran competir en Europa. Esa es la clave.

Carles Peris

Concentración convocada por La Unió de Llauradors i Ramaders frente a la Delegación del Gobierno el pasado mes de marzo. | E3

-Para ponernos en situación, habría que recordar que la UE firma tratados macrocomerciales con esos países terceros mencionados, que incluyen amplias áreas económicas, pero en los que la agricultura ha quedado en un plano muy discreto, como un pequeño detalle al que no se le ha prestado la suficiente atención y ha traído este problema. ¿Es correcta esta descripción?

-Efectivamente. Hay que recordar que son tratados que nunca se realizan por la vía de la agricultura, sino por la vía del comercio, en el que se engloban multitud de sectores. Estamos viendo que el sector agrícola, normalmente, sale perjudicado. La Comisión Europea (CE), con esos acuerdos está intentando que los países en vías de desarrollo, que eminentemente son agrícolas, tengan facilidad para mejorar sus economías y así puedan comprar tecnología y otro tipo de productos a Europa. Hemos comprobado que en estos momentos no hay ningún informe que indique cuánto ha subido la renta per cápita de estos países. Pensamos que estos tratados simplemente están beneficiando a las grandes multinacionales, que tienen capacidad de importar bienes producidos de forma ventajosa, mucho más baratos, sin cumplir las normativas que se nos imponen a los productores europeos. El problema está en que estos tratados nunca se consultan con el sector agrícola. De hecho, en el último tratado, que se firmó entre la UE y el África Meridional, la comisión de agricultura ni siquiera fue avisada, por lo que no se pudo realizar ningún informe sobre su impacto en los productos agrícolas europeos. Esto es lo que no se puede permitir.

-¿Europa actúa en beneficio de grandes multinacionales y en contra de los agricultores, aunque sean europeos?

-Claramente están penalizando a los agricultores europeos, porque los únicos que tienen capacidad de importar productos de países terceros, de deslocalizar la inversión para hacer plantaciones en estos países son, precisamente, las grandes multinacionales. Por tanto, hay una clara sintonía con los oligopolios alimentarios, que son los grandes beneficiarios de estos acuerdos. Y, como he dicho, no disponemos de ningún informe sobre cómo están favoreciendo los tratados a esos países. Necesitamos un equilibrio claro y reciprocidad en las formas de producción para que los productores europeos se puedan mantener. En un futuro, el modelo de soberanía alimentaria a través de los productores profesionales europeos correrá peligro al estar en manos de muy pocas empresas.

-Respecto a las medidas que se están proponiendo para revertir la situación, La Unió respalda dos propuestas. Una de ellas es el tratamiento en frío para los cítricos de países terceros. ¿Qué significa, cómo se aplicaría y qué se espera de esta medida?

-El tratamiento en frío es algo fundamental para los productores europeos. Por dos cosas. Una concierne a la seguridad vegetal. Si se hace el tratamiento en frío, se asegura que ninguna plaga procedente de un país tercero se pueda introducir en la citricultura europea. Eso es vital, porque garantiza al productor la sanidad vegetal, que no vayamos a sufrir un incremento de costes por tener que combatir una nueva plaga. Además hay otra parte fundamental que hasta el momento no se ha abordado de forma seria. Está demostrado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (Ivia) que la plaga del cotonet procede de Sudáfrica. Esto no sólo ha perjudicado al productor, sino también a la administración, que debe invertir recursos públicos para prospección, investigación, y control de la plaga. Sólo el primer año que entró el cotonet, en 2012, la administración autonómica ya estimó en 500 millones de euros las primeras prospecciones y medidas de control; hasta hoy, imagínate la cantidad de recursos públicos que se están invirtiendo. Por no hablar del caso de la Xylella, que también afecta a otros países miembros de la UE. Por lo tanto, hay una lectura muy clara: si no se hacen las cosas bien, si no se crea un protocolo avalado por la EPSA, el organismo asesor de la CE en esta materia, al que no han hecho caso, finalmente tenemos también un impacto sobre los recursos que nos pertenecen a todos, y es importante que la sociedad sea consciente de ello.

Carles Peris

La presencia de cítricos Sudafricanos a bajo precio en un supermercado.  | E3

-Por otro lado, se reclama la incorporación de un certificado de importación, ¿en qué consiste?

-El certificado de importación sería muy positivo para muchos sectores, no sólo para el cítrico. Se trata simplemente de un trámite administrativo que nos permitiría en tiempo y forma saber los volúmenes que se van a introducir en el mercado europeo. Esto serviría al sector para regular su producción en función de las importaciones. Además, se tendrían los datos de forma anticipada, por lo que se podrían pedir las cláusulas de salvaguarda, que son los únicos mecanismos de regulación que existen dentro de los tratados comerciales de la UE. Siempre nos encontramos con un baile de cifras entre lo que decimos nosotros y los datos de los que dispone la CE. El certificado aportaría unos datos claros. Sabríamos que se ha pedido un volumen alto de fruta para entrar en Europa cuando nosotros ya estamos en plena producción, por lo que tendríamos la posibilidad de alertar a la CE de que se correría el riesgo de sufrir una distorsión del mercado y pedir la activación de la cláusula de salvaguarda con antelación, no con el daño ya hecho.

-Estas medidas, tanto el tratamiento en frío como el certificado de importación, que parecen tan beneficiosas para los productores europeos, ¿por qué no se activan? ¿Qué lo impide?

-Eso es lo que se pregunta todo el sector, claro. De ahí que nos empecemos a cuestionar la existencia de unos intereses claros en beneficio de las grandes multinacionales, que en la laxitud que les ofrecen todos estos acuerdos tienen la capacidad de hacer más transacciones comerciales. Sin embargo, la parte más productora, más profesional, y más pequeña, es decir, el modelo agrícola europeo general, no tiene esa capacidad. Por lo tanto, pedimos que haya un equilibrio, que no tengan tantas ventajas los de siempre. La Política Agraria Común (PAC) europea afirma que su razón de ser es ocuparse de que los modelos agrícolas europeos tengan una renta digna, y sin embargo es todo lo contrario. Necesitamos hacer entender a la CE que no queremos cerrar las importaciones, porque todos queremos vender por todo el mundo, sino que nos asegure esa renta digna. Con las medidas que proponemos, nuestra capacidad de competir sería mucho más alta, porque no podemos producir tan barato como producen otros países. Tenemos unas normativas de exigencias muy altas, y un gran coste de producción, a pesar de que podamos mejorar en ciertos aspectos.

-Te voy a trasladar algunas voces críticas con el sector que Economía 3 ha recogido en algunas entrevistas. Por ejemplo, el caso de la eurodiputada valenciana y candidata socialista, Inmaculada Rodríguez-Piñero. Declaró que el sector «necesita organizarse, tener un interlocutor único y superar la división interna». ¿Crees que el sector está demasiado dividido y eso le perjudica?

-Pienso que cuanto más unificado esté el mensaje, mejor, pero eso no tiene que servir de excusa para no trabajar por el bien del sector. Hay una parte de él que está integrada en Intercitrus, y otra que no, como es el caso de La Unió. En el tema del tratamiento en frío, la cláusula de salvaguarda y las interceptaciones de plagas en las aduanas, estamos todos de acuerdo. Y la interlocución más clara que hay en Bruselas es el Ministerio. Muchas veces vamos y aportamos datos, documentación, pruebas, y nos remiten al Ministerio. Es decir, si el Ministerio lo tuviera claro y quisiera defender al sector cítrico ya debería haber planteado estas cuestiones en el Consejo de Ministros. Si el sector tiene claras las cosas, sobran los políticos, porque conocen bien los tres o cuatro pilares fundamentales del problema. Por tanto, pienso que esa supuesta división del sector no es excusa. El mensaje es claro.

Lucas González, portavoz y jefe de prensa de la CE en el área de agricultura, declaró que “la cosecha fue mayor de lo habitual, y el mercado se enfrentó a una menor demanda por parte de los consumidores”.

-No es la primera vez que tenemos una producción de 4 millones de toneladas y no ha encontrado dificultades tan grandes como este año. Respecto al consumo, hay algo que siempre me gusta recalcar: se dice que hasta diciembre se consumió menos, pero según los datos del Ministerio y los aportados por La Unió, las importaciones de Sudáfrica crecieron entre septiembre y noviembre. Creo todo está más relacionado con que las grandes superficies, los grandes lineales europeos que compran por semanas. Es decir, deciden que hasta la semana 42 van a tener producto de Sudáfrica y no puede entrar producto español. Esas lecturas hay que puntualizarlas mucho: es muy fácil decir que ha caído el consumo, pero a la hora de analizar los datos se ve que ha bajado, curiosamente, sólo el de nuestros productos, y ahí es donde se descubren esas confusiones de datos.

Carles Peris

Carles Peris, en la protesta del pasado marzo. | E3

-También se ha aludido a la calidad del producto. El mismo portavoz de la UE señaló que “el calor prolongado del verano y la sequía también dieron lugar a tamaños de fruta más pequeños al principio de la temporada, lo que normalmente se traduce en precios más bajos”. ¿Es este factor tan influyente como para que la crisis haya sido tan grande?

-Influye en un porcentaje mayor o menor, pero tampoco se puede achacar sólo al calibre del fruto una bajada de precios tan grande. Una parte de esos calibres bajos van a la industria, y otra se queda en el campo. Esas 500.000 toneladas que se han tenido que tirar son, mayoritariamente, calibres bajos. Por tanto, no puede haber hecho una presión excesiva en el mercado. Además, en la segunda parte de la campaña teníamos un tonelaje más bien justo, y tampoco hemos tenido salida al mercado, algo que sí me preocupa y por eso digo que ha sido la peor campaña. En parte, porque hay una presión muy fuerte por parte de otros países mediterráneos como Egipto, Túnez o Turquía, capaces de producir muy barato y con nuestro mercado relativamente cerca.

-Para terminar, ¿me puedes avanzar algo sobre las negociaciones para la próxima PAC? ¿Qué debería incluir para que no se vuelva a repetir esta situación?

-Debería estar más orientada al profesional y a las producciones. Nada de derechos históricos ni superficies, sino enfocado a que quien cultiva, quien extrae un rendimiento de la tierra, se vea más beneficiado. Creo que las líneas de negociación no van por ahí. La PAC cada vez va a aportar menos recursos y va a ser más negativa para los productores profesionales. Por lo tanto, pienso que no va a salir el resultado que buscamos. Lamentablemente, tendremos que seguir reivindicando que sea más transparente y equilibrada.

-¿No hay ningún mensaje optimista? Porque de seguir las cosas así, nadie va a querer dedicarse a la actividad agrícola.

-El mensaje optimista surgirá si conseguimos revertir un poco la situación. El tratamiento en frío sería importantísimo como garantía de sanidad vegetal. Y un aspecto muy importante es abrir mercados, no centrar nuestras producciones en los mercados europeos tradicionales. El 92% de nuestra producción va a Francia, Alemania, Reino Unido y algún otro mercado más de proximidad. Hemos perdido el mercado ruso, por su veto. Antes consumía mucha fruta y tampoco estamos llegando con facilidad a nuevos mercados como Japón o China. Canadá ha crecido mucho y ahí sí que hemos sido capaces de aumentar la exportación. Necesitaríamos en algunos momentos determinados de la campaña, sobre todo en noviembre y diciembre, cuando tenemos nuestras variedades de mayor tonelaje, destinar la producción a nuevos mercados. En estos momentos están abiertos, pero los exportadores no son capaces de llegar porque los protocolos que se exigen son extremadamente complicados. Hay una doble vara de medir. Estamos flexibilizando mucho la entrada y sin embargo, Europa no está favoreciendo la llegada a esos países. Para trasladar un mensaje positivo necesitaríamos revertir estas situaciones, porque el rendimiento de las explotaciones va a menos todos los años. Quisiera subrayar una fecha importante: en octubre se va a hacer una revisión del tratado con el África Meridional, y tras dos años, Europa no puede decir que no sabe nada de este problema. Esa revisión será clave para saber qué intención tiene la CE de revertir la situación. Ya tiene pruebas e informes, y más que tendrá en ese momento. Nosotros vamos a preparar un informe muy exhaustivo por si no lo hace el Ministerio.

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