Jueves, 25 de Abril de 2024
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El PIB crece un 3,4% en el tercer trimestre, según el Banco de España, gracias a la demanda interna

Durante el tercer trimestre, la economía española prolongó su fase de expansión, si bien a un ritmo algo más atenuado que en la primera mitad del ejercicio. Con la información coyuntural disponible, el aumento del PIB en el período julio‑septiembre podría cifrarse en un 0,8%, lo que situaría su tasa de variación interanual en el 3,4%.

Como en trimestres anteriores, este avance de la actividad se estaría apoyando en la fortaleza de la demanda interna privada, mientras que la demanda exterior neta mantendría una contribución al producto negativa.

En conjunto, la evolución económica y financiera de los últimos meses, junto con los cambios observados desde junio en los supuestos técnicos utilizados, confirma el escenariode recuperación que anticipó el «Informe trimestral» de junio, con un crecimiento estimado del 3,1% y del 2,7% en 2015 y 2016, respectivamente.

Efectos de la bajada del petróleo y materias primas

En los últimos meses se ha producido un empeoramiento del entorno exterior, por los efectos de la desaceleración de China, que ha llevado a revisar a la baja las perspectivas de crecimiento de la economía mundial este año y con mayor intensidad el próximo. Se estima, no obstante, que el previsible debilitamiento de nuestros mercados de exportación en el horizonte de proyección se verá compensado por el nivel más reducido de los precios del petróleo y de las materias primas, la prolongación de la mejoría de las condiciones de financiación y las nuevas medidas de política fiscal que incorpora el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2016, actualmente en tramitación parlamentaria.

Desde junio, el grado de incertidumbre en torno a estas proyecciones se ha ampliado y los riesgos de desviación a la baja se han acentuado, debido al deterioro de las perspectivas de crecimiento mundial.

Inflación en negativo

En el ámbito de la inflación, los descensos recientes del precio de la energía han interrumpido la senda de recuperación del índice general de precios. Tras haber anotado registros positivos en los meses de junio y julio por primera vez en el último año, el IPC disminuyó de nuevo en agosto (un 0,4%).

Este nuevo episodio de desinflación está vinculado a la reciente bajada adicional del precio del crudo en los mercados internacionales. De hecho, la inflación subyacente mantuvo tasas ligeramente superiores a las del trimestre previo, situándose en agosto en el 0,7%, una décima más que en junio.

Como resultado de estos desarrollos, las proyecciones del índice general de precios se han revisado a la baja en comparación con las que se realizaron en junio, si bien los últimos datos no alteran las perspectivas de recuperación gradual de la inflación que comportaban las últimas previsiones. El IPC podría terminar el año con una tasa interanual ligeramente positiva, aunque retrocedería un 0,5% en el promedio anual. En 2016, la tasa se elevaría hasta el 0,8%.

No obstante, la incertidumbre en torno a estas proyecciones se ha ampliado y los riesgos se inclinan hacia una inflación menor, debido a las dudas sobre las perspectivas económicas a escala mundial y a la evolución futura de los precios del petróleo.

Financiación pública

A pesar de la creciente volatilidad de los mercados financieros, las condiciones de financiación de la economía española continuaron mejorando en el tercer trimestre, en un contexto en el que la política monetaria del BCE y, en concreto, el programa de compra de activos siguieron desplegando sus efectos sobre el coste de financiación y el crédito bancario. Las AAPP volvieron a financiarse en condiciones favorables y el coste de los préstamos bancarios al sector privado continuó descendiendo hasta julio, lo que facilitó que en términos interanuales el volumen de nuevas operaciones crediticias siguiera aumentando.

Esta evolución se trasladó a los saldos del crédito a empresas y familias, que, si bien continuó cayendo, lo hizo a un menor ritmo que en meses anteriores.

Demanda interna

La demanda interna privada mantuvo un tono expansivo, si bien los indicadores disponibles apuntan a una leve pérdida de vigor de los distintos componentes del gasto. La expansión del gasto de los hogares (tanto en consumo como en inversión residencial) se apoyó en el dinamismo de la renta disponible y en la progresiva mejora de los condicionantes financieros.

También la inversión empresarial mostró un comportamiento favorable, impulsada por el elevado nivel de la utilización de la capacidad productiva y la mejora en la disponibilidad de crédito, especialmente en el segmento de las pymes. Por su parte, la contribución de la demanda exterior neta al avance del producto habría sido ligeramente más negativa que en el período abril‑junio, pues se estima un crecimiento de las importaciones superior al de las exportaciones, aunque en ambos casos a ritmos inferiores a los del segundo trimestre.

Por último, durante el verano el empleo habría atenuado su ritmo de expansión en mayor medida que la del producto, lo que habría dado lugar a un pequeño repunte de la productividad en el tercer trimestre.

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