Durante la Guerra Civil, entre 1936 y 1939, la factoría de Unión Naval de Levante pasó a trabajar para el Ejército republicano y las milicias populares, con una actividad muy singular: la fabricación de vehículos acorazados y el blindaje de camiones, camionetas y toda clase de vehículos de transporte.

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En ocasiones fue una labor popular, se diría que artesanal; un simple corte y ensamblaje de planchas sobre vehículos que doblaban su peso y muchas veces morían de pura fatiga por no poder transportar los kilos añadidos. Sin embargo, en la mayor parte de las ocasiones, los vehículos, que tenían aspecto de latas de conserva, cumplieron con su deber y fueron eficaces en los frentes de combate de las montañas de Teruel, donde trabajaron a falta de carros de combate.

Ni que decir tiene que Unión Naval de Levante y todas las instalaciones ferroviarias cercanas fueron el blanco predilecto de los bombardeos de castigo de la aviación italiana que apoyaba a las tropas nacionalistas del general Franco. Cuando la guerra concluyó, tanto el puerto como el astillero presentaban daños gravísimos, que tardaron años en recuperarse por completo.