El trabajo en remoto, una oportunidad para evolucionar
Los nuevos acontecimientos han sido un acelerador de cambios, cambios que han evolucionado a un ritmo que solo puede describirse como exponencial, especialmente en el ámbito del trabajo en remoto. La tecnología, que continúa transformando la vida cotidiana de las personas alrededor del mundo, también ha llegado al trabajo a una velocidad que habría sido inimaginable una década antes. Si bien, las bases de lo digital, móvil, nube, redes sociales ya se establecieron a principios de la década donde la tecnología era vista como impulsora y habilitadora de cada aspecto del trabajo.
Sin embargo, ante la “nueva normalidad”, las personas y la tecnología se han convertido en compañeros de trabajo, donde ya se confirmaba la efectividad del trabajo en remoto. Solo en abril de 2020, el teletrabajo era una realidad para un 30 % de las empresas, con más del 80 % de su plantilla conectada en remoto (1).
La gran mayoría de las organizaciones se han visto obligadas a desarrollar su trabajo bajo un esquema para el que no todas estaban preparadas: la transformación digital, las nuevas formas de trabajo y las metodologías ágiles. Con este escenario, las empresas han comenzado a aceptar que, al parecer, no hay vuelta atrás y que, inevitablemente, terminaremos por convertirnos en esa nueva forma de ser y hacer, incluso no estando preparadas. Y es que la nueva era del teletrabajo está cambiando fundamentalmente la forma en que las personas trabajan y la manera en que las organizaciones diseñan empleos y lugares de trabajo.
Es vital entender la transformación cultural que implica la digitalización
Las personas que integran las organizaciones han visto cambiar su rutina y se enfrentan, entre otros, al reto de adaptarse mientras continúan aportando valor en su puesto de trabajo desde sus hogares. Esto ha puesto de relieve la importancia de la resiliencia corporativa y la necesidad de ser capaces de adoptar herramientas y prácticas de colaboración virtual ajustadas a las necesidades de los profesionales.
Por eso, nos encontramos con la necesidad de definir el modelo estructural de nuevas formas de trabajo, así como el refuerzo de dinámicas de trabajo más ágiles con equipos más autónomos.
Algunas empresas ven esto como un desafío, pero puede ser una oportunidad para reinventar los modelos de talento, la mejora de los procesos y los modelos de negocio.
Y sí, puede ser una oportunidad para evolucionar. Años atrás el teletrabajo, entendido como flexibilidad, conciliación y motivación organizacional ya era demandado por el talento, las organizaciones que conseguían ser flexibles y adaptarse a los cambios ganaban la lucha por él, mientras que el resto intentaban sobrevivir en un entorno en el que no lograban cumplir las expectativas de los profesionales.
Por eso, es el momento para las organizaciones de demostrar que están preparadas para afrontar el teletrabajo. Para muchas de ellas supondrá abordar retos que podrán realizarlo proporcionando herramientas, seguridad, normas y cultura organizacional. Esta parece ser la fórmula por la que las organizaciones se podrán adaptar y buscar su hueco en la nueva “normalidad”.
Las organizaciones y sus líderes deberán poner especial foco en la confianza, colaboración y comunicación como pilares del éxito del trabajo en remoto. Aspectos tan relevantes como asumir la intención positiva de nuestros colaboradores, saber que los equipos están dando lo mejor de sí mismos, impulsar el sentido de pertenencia y contribución a algo más grande que uno mismo, y sobre todo comunicarse más y mejor, serán determinantes para afrontar los nuevos retos de la nueva normalidad.
Es de vital importancia entender la transformación cultural que implica la digitalización. El futuro del trabajo ha llegado y está poniendo a prueba lo que ya sabíamos que era clave: el compromiso de nuestra gente, la solidez de nuestros sistemas de trabajo y nuestro liderazgo.
(1) Edición especial Impacto económico COVID-19 – Deloitte.
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