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Sostenibilidad, salud e innovación, nuevas necesidades del futuro sector agroalimentario

Representantes de diferentes eslabones de la cadena agroalimentaria definen los retos futuros del ramo haciendo hincapié en la obligación de incrementar la producción de alimentos con menos recursos, la importancia de aumentar el valor de la oferta para seducir al consumidor final o subiéndose al tren de la innovación colaborativa y multisectorial

El sector agroalimentario va a tener que hacer frente a varios retos durante los próximos años. Diferente actores de la cadena agroalimentaria han desgranado –desde el productor al consumidor, pasando por el distribuidor, además de representantes de instituciones y empresas– algunos de ellos como la sostenibilidad del medioambiente, el incremento de la producción de alimentos pero con menos recursos, la transformación digital y el aumento del valor de la oferta para los consumidores, entre otros.

Sostenibilidad, salud e innovación, nuevas necesidades del futuro sector agroalimentario

Para Nuria Galán, directora general de Engrupo, el reto más importante al que se enfrenta el sector es el alimentario que estará condicionado por el cambio climático, la gestión de los recursos o el reto de la sostenibilidad, entre otros factores. “En 2050, el mundo estará habitado por más de 9.000 millones de personas. Habrá que producir un 70 % más de alimentos, pero la superficie de cultivo del planeta no puede crecer proporcionalmente, por lo que afrontaremos procesos de transformación para incrementar la productividad, al tiempo que se redefinirán nuestros hábitos de consumo”.

La dimensión sería otro gran reto definido por Galán. A su juicio, “en un entorno global e interconectado, debemos buscar la fórmula para crecer en tamaño y en capacidad de concentración de la oferta para asegurarnos una posición relevante en el mercado y poder negociar con otros eslabones como la gran distribución, cada vez más concentrada. A nivel social, nos enfrentaremos al envejecimiento poblacional y a una pérdida de rentabilidad en la agricultura, que dificultan el relevo generacional”.

Y el tercer reto al que se refiere  Galán es la revolución tecnológica que afecta a todos los ámbitos –la producción, los procesos de transformación, el producto final y la comercialización–. “Vinculada a ella, está la transformación digital que ha propiciado un nuevo perfil de consumidor, canales de venta, oportunidades de negocio y perspectivas de futuro que no hay que dejar escapar”.

Emilio Raga, responsable de AgroBank en la Comunitat Valenciana añade tres nuevos retos: la innovación, “clave para adaptarse a los nuevos desafíos sociales, al cambio climático, la sostenibilidad, la gestión energética y del agua”; la internacionalización, “ya que significa tener estrategias comerciales con nuestros clientes, dimensión y capacidad financiera y ahí vamos de la mano con el sector”; y, por último, “favorecer el incremento de la formación e incentivar la captación de jóvenes en el mundo agro”.

Roberto García Torrente, director de Innovación Agroalimentaria de Cajamar incide también, al igual que Nuria Galán, en que en el futuro habrá que producir más alimentos reduciendo los recursos empleados. “Para ello deberemos esforzarnos en líneas de investigación como la biotecnología, la agricultura de precisión y el conocimiento de la interrelacion entre la planta y su entorno. El suelo, considerado hasta ahora un soporte físico para los cultivos, se convierte en un factor que repercute sobre la capacidad de los cultivos para mejorar sus rendimientos”.

Una compentencia global y más intensa que obligará a las empresas a ser más innovadoras y a estar integradas con todas las fases de la cadena es otro de los desafíos que apunta García Torrente. “Ya no bastará con tener un producto excelente, habrá que transformarlo y ponerlo a disposición del consumidor de la manera más eficiente y original posible”.

Binomio alimentación-salud

García Torrente resalta también el binomio alimentación-salud “lo que nos obliga a que poner en valor los beneficios que tienen los alimentos para potenciar su consumo y la renta de los productores”.

Joan Mir, director general de Anecoop además de decantarse por la innovación, la sostenibilidad y la aplicación de nuevas tecnologías digitales a los procesos productivos y a la gestión en el conjunto de la cadena de valor, incide en la importancia de “idear nuevas propuestas de valor y construir empresas competitivas de ámbito internacional”. También pone el foco en la necesidad de aumentar el valor de la oferta para los consumidores. “La cadena agroalimentaria es un sector de futuro. El mercado va a seguir existiendo, y cuando hay mercado, hay oportunidades de negocio”, acentúa.

Adolfo de Las Heras Polo, director general de Aceites de las Heras se inclina por el reto que pasa por encontrar el equilibrio entre calidad, competitividad y servicio. “Nuestro cliente, cada vez más informado y consciente de la importancia de la dieta para la salud, exige calidad, seguridad en el producto que consume, en su procedencia y composición, pero, a la vez, exige precio y servicio”.

Al director de Ainia, Sebastián Subirats, también le preocupa el envejecimiento de la población que constituirá un desafío social desde el punto de vista de la alimentación y el coste sanitario. “Los patrones de consumo de alimentos son más similares en todo el mundo y evolucionamos hacia una mayor calidad y hacia una demanda de alimentos más caros. En el mundo desarrollado, el binomio alimentación-salud será la palanca de crecimiento de los próximos años ya que se perfila como el elemento clave para la calidad de vida futura”.

Subirats hace hincapié en la importancia de fabricar más alimentos con menos recursos centrándose en la importancia de la I+D+i para conseguir un desarrollo sostenible. Para ello “es necesario identificar nuevas fuentes de materias primas, la gestión integral del agua y el control de la huella hídrica, la gestión de residuos y de envases, el desarrollo de envases biodegradables más sostenibles, la lucha contra el desperdicio de alimentos….”

Eficiencia y flexibilidad productiva

Igualmente, Subirats también percibe la innovación como otro gran reto pero como una fórmula para ganar en eficiencia y flexibilidad en la producción: la industria 4.0 y la transformación digital. Es decir, “la capacidad de producción flexible, personalizada y a medida, a la vez que se fabrica en serie, masivamente y en tiempo récord y, además,  reduciendo los costes”.

A su juicio, “si el sector agroalimentario quiere seguir siendo el motor de la economía valenciana no puede dejar pasar el tren de una innovación colaborativa y multisectorial. Debe ser la industria alimentaria de la Comunidad Valenciana la que alinee en el avance tecnológico al conjunto de los sectores de la cadena”, puntualiza.

“En consecuencia, –insiste– se necesita trabajar conjuntamente con el sector salud, turismo, restauración, envase, bienes de equipo, químico, energético y medioambiental, aditivos…, poniendo además al consumidor en el epicentro de su gestión”.

José M. Guillamón, vicedirector científico del Iata-CSIC, también centra su discurso en cómo alimentar a las más de 9.000 millones de personas que habrá en 2050. “La producción de alimentos deberá ser muy eficiente, medioambientalmente sostenible y segura para el consumidor”. Guillamón incide en que habrá que tener en cuenta dos contextos: los países en vías de desarrollo y los desarrollados. “La mayoría de este crecimiento se producirá en los países en vías de desarrollo, donde habrá que producir más alimentos para garantizar la seguridad nutricional. Y, por otra parte, en los países desarrollados, el escenario es diferente: el mayor acceso a los alimentos hace que el consumidor esté concienciado con el medioambiente a la hora de producir alimentos, por su seguridad y por el impacto que pueda tener su ingesta sobre la salud”.

Sostenibiliad económica, social y medioamabiental

Enrique Moltó, director del Ivia también hace hincapié en la importancia de garantizar la sostenibilidad de la producción y distribución de los alimentos, que considera estratégica para cualquier sociedad. “La sostenibilidad debe ser considerada desde los tres puntos de vista: económico, social y medioambiental”.

La seguridad agroalimentaria también es crucial para Moltó en una doble vertiente: “garantizar el abastecimiento de toda la población y poner a su disposición alimentos seguros”. La población mundial sigue creciendo mientras que la superficie agraria debe mantenerse o reducirse para no aumentar la deforestación y el deterioro del planeta. “Surge así el reto de producir más, pero con menos agua, suelo y fertilizantes, al mismo tiempo que se deben reducir los efectos negativos de la actividad humana sobre el medioambiente. Además, debemos garantizar la seguridad de los productos agroalimentarios, lo que implica eliminar materias o procedimientos nocivos para la salud del consumidor e incrementar la trazabilidad de los productos que comemos”.

Beneficios para todos

Moltó no se olvida de mencionar la importancia de contar con “una mayor equidad en el retorno de beneficios para todos los eslabones de la cadena alimentaria ya que con frecuencia, el eslabón que asume más riegos, el productor agrario, es el que menos beneficios obtiene”.

A Manuel García-Portillo, presidente de Tecnidex y de Ainia también le preocupa cómo alimentar a la población futura. En su opinión, “deberemos incrementar la producción de alimentos, pero no será solo una cuestión de cantidad, además deberán ser más saludables. Tenemos que producir más y mejor, garantizar la salud agroalimentaria y apostar por prácticas más sostenibles innovando en todas las áreas de la cadena agroalimentaria (gestión, producto, packaging, logística, etc.)”. Portillo aboga también por disminuir los residuos de alimentos (food waste). “Hoy en día, al final de la cadena, alrededor del 30 % de los alimentos producidos se desperdician. Por lo que las empresas involucradas deben luchar por la prevención y reducción de dichos desperdicios e implementar buenas prácticas que les ayuden a conseguirlo”.

Por último, Carlos Ledó, director general de Idai Nature, pone el epicentro en la agricultura ecológica, destacando que España ha sido uno de los países de la UE que más ha crecido en superficie orgánica en estos últimos 15 años hasta alcanzar 1,6 millones de hectáreas, muy por encima de la media comunitaria.

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