La economía española resiste, pero la deuda y los aranceles nublan el futuro

Los mercados financieros y las economías avanzadas navegan en un océano de tensiones arancelarias, incertidumbre política y señales contradictorias en los indicadores económicos. A pesar del alivio temporal que ha supuesto la flexibilización retórica del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, respecto a las tarifas impuestas a las importaciones europeas, los fundamentos globales siguen mostrando signos de agotamiento, y España, aunque se mantiene en pie, enfrenta un entorno cada vez más desafiante.
La jornada bursátil de ayer, tanto en Europa como en Wall Street, fue un reflejo de ese vaivén emocional de los mercados: avances moderados, impulsados por declaraciones diplomáticas que alejan momentáneamente el fantasma de una nueva escalada arancelaria.
Trump, al destacar el interés de la Unión Europea (UE) por acelerar las negociaciones comerciales, logró calmar los ánimos. Sin embargo, el historial del mandatario sugiere que el equilibrio es frágil, y no se descarta que un cambio de tono reactive la presión sobre los mercados globales.
El optimismo de los mercados contrasta con señales de alerta macroeconómica
El informe presentado por el Consejo General de Economistas (CGE), correspondiente al primer cuatrimestre del año, aporta una visión más matizada y realista. Aunque España ha mantenido una tasa de crecimiento sólida (2,8 % interanual en el primer trimestre), el impulso ha perdido vigor respecto al cierre de 2024, y la recuperación no es homogénea.
«El avance económico se sostiene principalmente en el consumo y la inversión pública en capital fijo, pero el consumo privado sigue mostrando un comportamiento débil, y eso debe preocuparnos», advirtió Valentín Pich, presidente del CGE, durante la presentación este miércoles de su «Observatorio Financiero y Claves Económicas». Esta desaceleración del consumo interno, sumada a un contexto internacional tenso, limita las palancas tradicionales de crecimiento de la economía española.
El informe también llama la atención sobre el deterioro del comercio exterior. A pesar de una balanza comercial aún favorable, se observa un repunte de las importaciones y una ralentización de las exportaciones. Esto, unido a la depreciación del euro y a las fricciones arancelarias con EE. UU., podría revertir la tendencia positiva de los últimos trimestres.
El papel de la política arancelaria: entre el corto plazo y las secuelas estructurales
Desde comienzos de año, los mercados internacionales se han visto condicionados por la política arancelaria de Washington. La jornada del 2 de abril, rebautizada como Liberation Day, marcó un antes y un después: la subida histórica de la tasa arancelaria efectiva media por parte de EE. UU. provocó una caída abrupta de los principales índices y una fuerte depreciación del dólar. Desde entonces, los analistas observan con cautela cada movimiento en la relación comercial entre las potencias.
Montserrat Casanovas, coordinadora del Observatorio, señaló que «la volatilidad provocada por los aranceles ha demostrado el grado de interdependencia de los mercados. A pesar de la posterior recuperación parcial, los flujos de capital y la confianza empresarial siguen condicionados por decisiones políticas que escapan del control de los agentes económicos». Este marco incierto ha provocado que activos refugio como el oro alcancen máximos históricos y que el precio del crudo retroceda ante las dudas sobre la demanda futura.
En este contexto, el índice de confianza del consumidor en Europa ha sufrido una caída sostenida, alcanzando los –16,7 puntos en abril. España no es ajena a esta tendencia: tras cinco meses de descensos, el dato repuntó ligeramente en mayo gracias al relajamiento de las amenazas arancelarias, pero los niveles siguen por debajo del umbral de confianza. La consultora The Conference Board también reportó una recuperación de la confianza en EE. UU., aunque con matices: «la valoración del empleo actual sigue debilitándose, lo que evidencia que el repunte se basa más en expectativas que en hechos consolidados», señala su informe.
España: desequilibrios persistentes y señales de sobrecalentamiento
El análisis interno del CGE pone de relieve algunos desequilibrios preocupantes. Por un lado, la deuda pública ha escalado al 103,5 % del PIB y el gasto por intereses alcanza ya los 40.000 millones de euros anuales, cifra que, como alertó Javier Morillas, del Tribunal de Cuentas, «constituye un gasto improductivo que limita el margen fiscal en un momento en que se requieren inversiones estratégicas».
Por otro lado, el mercado laboral presenta signos contradictorios. Si bien el paro ha descendido (64.420 personas menos en abril), la tasa sigue siendo elevada (11,3 %) y persisten problemas estructurales: desempleo juvenil, escasa calidad del empleo, alta rotación y dificultades de reinserción para mayores de 45 años. A ello se suman el aumento de los costes laborales unitarios (+4 %) y el impacto potencial de nuevas cargas fiscales. Según Salvador Marín, «las reformas laborales han reducido la temporalidad, pero no han mejorado la productividad ni la eficiencia del sistema laboral».
El coste de la vivienda también ha vuelto al centro del debate, con una subida interanual del 12,3 %, impulsada por una oferta escasa y una demanda sostenida en las grandes urbes. La subida del Euríbor a 12 meses, aunque moderada (2,14 %), sigue generando presión sobre los hogares con hipotecas variables.
Sector financiero y perspectivas para el cierre de semestre
A nivel financiero, los bancos han mostrado cierta estabilidad. La morosidad baja al 3,3 % y el crédito vuelve a fluir, especialmente en operaciones de menor volumen. No obstante, la rentabilidad bancaria se ve limitada por la caída del margen de intereses y la presión regulatoria. El repunte de los depósitos (+5,7 %) y del patrimonio de fondos de inversión (+12,2 %) refleja un comportamiento prudente por parte de los ahorradores.
De cara al cierre del semestre, todas las miradas están puestas en el comportamiento de gigantes tecnológicos como NVIDIA. Más allá de las cifras, los analistas esperan comentarios sobre el impacto de las restricciones a la exportación de chips a China. Una mala lectura podría arrastrar al sector tecnológico global, clave para mantener la inercia alcista de los índices bursátiles.
Crecimiento, sí, pero frágil y desigual
España se encuentra en una encrucijada. Por un lado, la economía crece, el empleo mejora y los mercados aún conservan cierto dinamismo. Por otro, los indicadores de fondo muestran un crecimiento dependiente del sector público, con consumo privado estancado, debilidades estructurales en el mercado laboral y amenazas externas que pueden alterar el rumbo en cualquier momento.
Como concluye Antonio Pedraza, presidente de la Comisión Financiera del CGE: «El crecimiento por sí solo no basta. Necesitamos reformas, disciplina fiscal, una estrategia industrial clara y capacidad para adaptarnos a un mundo cada vez más imprevisible. De lo contrario, este crecimiento podría ser solo una tregua antes de una nueva tormenta».
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