Jueves, 25 de Abril de 2024
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La oficina del buen rollo existe… y puede ser la tuya

La oficina del buen rollo existe… y puede ser la tuya
Susana Ollero, Coach transformacional en Método 360

¿Cuántas veces has estado en una oficina y has visto a sus empleados trabajando contentos y hablando bien del jefe? Te respondo en mi caso: contados con los dedos de una mano en mis 25 años de trayectoria laboral. Realmente todos hemos deseado en alguna ocasión formar parte de una empresa donde se respire buen ambiente y haya buena sintonía entre el jefe y sus empleados.

Recuerdo el consejo que me dio una profesora en el colegio, cuando tenía que elegir una carrera: «Decídete por una profesión para la que tengas vocación, porque invertirás en ella más horas al día que en tu familia o tus hobbies». ¡Cuánta razón tenía!

El mismo consejo aplica con las empresas: pasamos en ellas más horas al día que en ningún otro ámbito de nuestra vida… así que mejor que haya buen ambiente o el trabajo se convertirá en una pesadilla diaria.

«Realmente todos hemos deseado en alguna ocasión formar parte de una empresa donde se respire buen ambiente»

Llegados a este punto: vayamos a la raíz del problema y luego hablaremos de las soluciones. ¿Por qué hay tan pocas oficinas donde se respire buen rollo? Puede haber varias casuísticas o mil ejemplos de sectores diferentes… pero siempre comienza por un problema de comunicación y un mal enfoque de las relaciones.

En primer lugar, la comunicación entre los miembros de una organización debe ser efectiva. Y en la mayoría de las ocasiones es inútil y conflictiva. Cada uno defiende su postura, orientado por el ego, y acaba dejando de escuchar para enfocarse en su ombligo.

En segundo lugar, las relaciones están gestionadas desde el Ganar-Perder. Yo gano y tú pierdes. El que juega de esta manera trata de dominar al otro, al que ve como oponente, para obligarle a aceptar su solución al problema. Lo único que le importa son sus objetivos, pero no preservar la relación. No se preocupa por las necesidades de los demás. Ganar le da una sensación de éxito y piensa que perder es de débiles y fracasados. Y esto ocurre tanto entre compañeros, como entre el jefe y sus trabajadores.

Seguro que, si ahora te pregunto a cuántas personas conoces que se comunican de manera no efectiva o que juegan a un Ganar-Perder, me responderías que a muchas. Tú mismo podrías ser una de ellas. Tranquilo, porque no es un problema. Lo importante es que lo detectes, que observes cuáles son tus resultados hasta la fecha y que quieras adquirir nuevas habilidades. Todos siempre tenemos algo nuevo que aprender.

«La comunicación entre los miembros de una organización debe ser efectiva»

Así que vamos con las soluciones. ¿Cómo comunicarnos de forma efectiva?

  1. Dejando clara la intención del mensaje. Y para ello tienes que tener claro lo que quieres expresar. Por ejemplo, si entras en el despacho de tu jefe: ¿cuál es el objetivo principal de tu conversación?
  2. Siendo claros y precisos. Se consigue: hablando a un ritmo y volumen adecuados. Ni hablando como una ametralladora o para el cuello de tu camisa; siendo concisos y no usando demasiadas palabras para expresar una idea. O sea, ir al grano, sin dar demasiados rodeos; eligiendo las palabras acertadas para el ámbito empresarial en el que te encuentras; y cuidando el lenguaje no verbal que representa el 55% del mensaje. Atención a este punto, porque puedes estar mandando un mensaje con tus gestos totalmente distinto al que estás transmitiendo con tus palabras.
  3. Conociendo el estilo de comunicación de tu interlocutor. No es lo mismo hablar con un controlador, que con un promotor, un analítico o un apoyador. Son las llamadas ‘matrices de personalidad’ y el éxito de la comunicación radica en que te adaptes a la que destaque en la persona que tengas enfrente. A los controladores les gusta hablar de forma directa y segura. A los promotores, con creatividad. A los analíticos con datos contrastados y a los apoyadores con cercanía y sentimiento.
  4. Practicando la escucha activa. Significa apagar tu charla mental y enfocar toda tu atención en lo que te están contando. Escuchar con intención de comprender lo que te cuentan y no de responder y cortar a tu interlocutor en cualquier silencio. Escuchar en el aquí y ahora, y no teniendo tu mente en el pasado y en tus circunstancias. Escuchar con la mente abierta sin dar por sentado lo que te van a contar. Y, por último, demostrar que estás escuchando también con tu comunicación no verbal: sin cruzar los brazos, mirando a los ojos sin desviar la mirada, y sentándote con la espalda recta y el pecho abierto.
  5. Teniendo empatía, que es la capacidad que tenemos de comprender e interpretar los sentimientos de la otra persona. Gracias a ella generamos el ‘rapport’: cuando sentimos que estamos en sintonía con la otra persona, porque hay atención y coordinación.

Por otro lado, también existe la posibilidad de jugar de otra forma. Jugar al Ganar-Ganar y ver al otro como aliado y no como oponente. Pensar no solo en tus objetivos, sino en los de la otra persona y a la vez tener claro que quieres buscar una solución que preserve la relación y no le pase factura. El problema a gestionar se convertirá en un reto constructivo y buscarás respuestas que permitan alcanzar tus metas y las del otro. Respuestas incluso creativas que resuelvan cualquier atisbo de hostilidad o tensión.

Evidentemente, todas estas habilidades no se adquieren de un día para otro, pero con compromiso, práctica y constancia te convertirás en un experto y transformarás tu oficina en un lugar armonioso en el que todo el mundo querrá trabajar.

Sobre la autora

Susana Ollero es periodista desde hace 25 años y no ha parado de serlo desde que empezó a hacer prácticas en la universidad con 19. Ha trabajado en gabinete de prensa, agencia de noticias, periódico, revista, radio y televisión. También es coach. En la actualidad, ha creado el ‘Método 360’, que combina nutrición, ejercicio y coaching, para enseñar a las personas a llevar una vida saludable.

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