Ángela Gómez, decana del COGITI Valencia.

Gómez: «No podemos esperar que nuestro entorno se modifique para que conciliemos»

Es sabido, pero no está de más recordarlo: faltan referentes femeninos en todos los ámbitos, pero especialmente en las profesiones científico-técnicas. A veces pecamos de buscar estos referentes a kilómetros de distancia, cuando algunos los tenemos muy cerca. Angélica Gómez es una de ellas. Graduada en ingeniería, se convirtió en decana del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales de Valencia (COGITI Valencia) en 2016. Esto no es baladí. Angélica ha pasado a ser la primera mujer decana en un colegio profesional donde el porcentaje de hombres todavía supera con creces al de mujeres. Hoy, con motivo de la conmemoración del 8M, la hemos entrevistado para conocer cuál ha sido su trabajo en la institución y su opinión al respecto de diferentes temas de actualidad.

– Angélica, estás al frente de un colegio profesional porcentualmente con más hombres que mujeres y de hecho, has sido la primera decana del Cogiti Valencia ¿Cómo ha sido la trayectoria hasta llegar aquí? ¿Has encontrado dificultades o hándicaps por el hecho de ser mujer?

A mi me dan la oportunidad de entrar como vocal en la junta en 2009. Decidieron incluir a una mujer ya que hacía 10 años que no había ninguna en Junta de Gobierno. En el 2012 hay elecciones a junta parcial y voy a vicedecana; y en 2016 a decana. Si te soy sincera ha sido todo un cúmulo de circunstancias. Lo que no he hecho ha sido ponerme límites. Le fui demostrando mi valía al decano y cuando se planteó elegir un vicedecano surge mi nombre como persona que estaba haciendo Colegio y que estaba trayendo a las personas mas jóvenes.

Yo asumo ese reto sin analizar mucho el hecho de ser decana. Incluso pensaba que aparecería una figura que se merecería más que yo ser decana. Pero cuando llegó el momento, no pensé que las otras personas que se postularon pudieran hacerlo mejor que yo. Me lo tomé como un reto. Era muy joven, tenía 41 años, y me lancé. No sé si he tenido dificultades o hándicaps, no los recuerdo porque para mi no son dificultades. Es como en la vida, cosas que te vas encontrando, vas solventando, y vas avanzando. Para mi la clave ha sido no ponerme límites y creer en mis posibilidades.

– ¿Por qué te decantaste por la ingeniería, qué te llamaba más la atención y qué panorama encontraste en la universidad respecto a la presencia femenina?

Yo era buena estudiante y podía haber elegido lo que fuera. Yo creo que cuando uno no sabe lo que quiere hacer tiene que intentar ser bueno en todo, porque si no se tendrá que conformar con lo que le toque. Yo la elección la hice analizando el mercado laboral. Todo sea dicho que no tenía muy claro qué hacia un ingeniero -otra cosa que estamos intentando solucionar-. Lo elegí porque ingeniería llevaba la palabra ingenio, y de eso a mi me sobraba. Y puestos a elegir especialidad pensé en algo que fuera para toda la vida, y lo que siempre está es la industria.

Y mi elección fue un poco así. ¿Qué me encontré en la uni? Pues 1 de 100. Pero yo la verdad es que no tuve nunca ningún problema. Insisto es que yo nunca me he parado en ese tipo de cosas. Éramos pocas y éramos raras. En el Consejo Nacional somos el 6% y al fin y al cabo es algo que estas acostumbrada, y sobre todo en puestos de responsabilidad. Por desgracia es así.

– En los últimos años vuelve a descender el porcentaje de mujeres que se decantan por las carreras STEM, ¿Qué falla y qué se podría hacer para revertir la situación?

El problema está en hombres y mujeres. Han descendido las matriculaciones en STEM, en general. El problema de las STEM es mucho más profundo porque se van a necesitar muchísimos profesionales de estas áreas y no sé cómo las vamos a cubrir. En los próximos cinco años se van a necesitar más de dos millones y medio de profesionales.

Además de esto, el porcentaje de mujeres a penas ha crecido. ¿Cómo se puede paliar? Pues hay que generar referentes y despertar vocaciones en las niñas, pero en edades tempranas. Ir a un instituto en el bachillerato, cuando ya han elegido el bloque de especialización, no tiene lógica. Hay que ir a edades tempranas. Nosotros estamos yendo a los 10 años. Para que entiendan, sobre todo, qué hacemos para la sociedad, cuál es nuestro trabajo y lo importantes que somos para que mejore todo. Hay que generar referentes y despertarles las vocaciones desde pequeños.

– ¿Desde tu incorporación como decana del Cogiti Valencia en qué has centrado tu trabajo y esfuerzos?

Mi entrada en el colegio coincide con un cambio coyuntural. Históricamente los colegios profesionales tenían una forma de actuar apoyada en el visado obligatorio. En el 2010 sale la ley que revoluciona todo esto. Y esto genera que el espíritu del colegio tiene que cambiar por lo civil o por lo criminal, y hay que llegar a todo el colectivo. El enfoque que había entonces estaba muy dirigido al colegiado ejerciente de la profesión pero sin embargo, nosotros en el colectivo tendremos aproximadamente entre un 10-15% de ejercientes libres frente a todos los demás que son de empresa o funcionarios. Mi primer reto fue hacer un colegio de todos y para todos, donde se vieran reflejados todas las tipologías de profesionales que nosotros recogemos.

El reto de la digitalización también fue clave, que mi antecesor ya lo empezó, así como la profesionalización del colegio. Mis primeros cuatro años han ido dirigidos a hacer un colegio que de respuesta rápida, que se adapte a las necesidades que, como estamos viendo en todo, varían día a día.

– ¿Cómo afrontas este 2021?

Pues un poco con la preocupación que tenemos todos con el covid. Con el objetivo de dar soporte a los colegiados que puedan tener problemas y garantizar los servicios que se necesitan para poder desarrollar la profesión correctamente. Una cosa también que yo inicié y mantengo es la relación con las Administraciones. Yo al final como decana me percibo como la voz de la profesión, que al final tiene que ser un referente en todo lo que sea experto. Y así nos presentamos ante la Administración. Además, con todo esto que estamos viviendo creo que podemos aportar muchísimo. Lo están percibiendo, la Conselleria de industria nos convoca y nos consulta. Es cierto que nos gustaría más rapidez y contundencia en las acciones, pero lo cierto es que nos escuchan y nos tienen como referentes, que es lo que buscábamos.

– ¿Qué resultados está dando la colaboración con la administración para la eliminación de los atascos en el servicio de licencias del Ayto. de Valencia?

Esta cuestión tiene luces y sobras. Hemos tenido bastantes reuniones con el Ayuntamiento. A priori, en distintos ámbitos como es el tema electrónico de los proyectos o cómo trabajar con el departamento técnico para generar situaciones incorrectas en proyectos, subsanación y deficiencias. Y no se termina de avanzar. Hay reuniones y se generan unas intenciones que se quedan en eso, en intenciones. La realidad es que ahora mismo todo son buenas intenciones pero no se implementan acciones reales. Ven indispensables nuestras propuestas, pero luego no hay un equipo de trabajo. Está muy bien que nos reunamos, pero luego tiene que haber un entorno de trabajo donde esté quien tenga que llevarlo a cabo. Y eso no se termina de concretar. No se crean espacios de trabajo. Igual que en Industria sí que se ha conseguido con Iberdrola, con el Ayuntamiento no se termina de hacer y no se concluye.

– ¿Cree en las cuotas, considera que hay que buscar la paridad en las entidades y organizaciones o cree que no debería forzarse porque el talento no tiene género?

Yo históricamente no estoy a favor de las cuotas porque creo que todo lo que se obliga es cuestionable. Bien es cierto, que se ha demostrado que estas cuotas bien utilizadas son útiles. Quiero decir, si tú entras en un sitio por una cuota pero demuestras tu valía, a mi me vale. Hay que dar la oportunidad. Yo entro en Junta de Gobierno porque a mi me da una oportunidad el decano. Si él no hubiera decidido eso, igual no hubiera entrado una mujer en otros 10 años.

Es importante que te den una oportunidad pero tú no la puedes desaprovechar. Y la mujer también tiene que dar un paso al frente. La responsabilidad de romper el techo de cristal es de todos y todos tenemos que trabajar para ello. No podemos esperar que nuestro entorno se modifique para que conciliemos o estemos donde toca.

Nosotras también tenemos que dar ese paso adelante y puede ser que nos equivoquemos, pero es que los errores son aprendizajes. Tenemos que quitarnos nosotras también todas esas telarañas de que no nos podemos equivocar o de que se nos exige más. No te digo que no. Pero no podemos verlo con algo que nos impida. Al final se trata de que te den la oportunidad, pero hay que aprovecharla y forjar estas oportunidades. Es indispensable que por supuesto se legisle. Si son las cuotas el punto de partida para que nos den la oportunidad tenemos que aprovecharlo, ser referentes para otras, ser valientes y no ponernos trabas antes de empezar.

– Para los jóvenes que empiezan, ¿Cómo les animarías? Las empresas siguen demandando ingenieros cualificados, pero entiendes que también son importantes las habilidades sociales…

Voy un poco en la misma línea. Yo creo que es indispensable que seamos conscientes de lo importante que vamos a ser en la cadena de valor de nuestro tejido productivo y de la sociedad. Somos profesiones que vamos a estar en la toma de decisiones porque así se espera de nosotros. Nosotros vamos a estar en innovación, tecnología, mejora de procesos… y hay que estar a la altura.

A las jóvenes lo primero que hay que transmitirles es: que seamos valientes y asumamos nuestras responsabilidades con todo nuestro talento y todo nuestro bueno hacer. A sabiendas que a veces nos equivocamos, pero eso son aprendizajes. Pero igual que un hombre, que se levanta y aquí no ha pasado nada. Los hombres lo normalizan y nosotras a veces lo castigamos.

Lo que les diría a las jóvenes es eso: que sean lo que deseen ser. Todo lo que puedan ser, que lo sean. Y a golpe de trabajo, de esfuerzo y de talento.
Por último, me gustaría subrayar la importancia de que durante la formación universitaria participen de la vida universitaria. Porque ahora mismo el que más y el que menos termina una carrera, tiene idiomas o tiene un máster. Y la diferencia la marca el que es más espabilado, el que tiene más capacidad de adaptación y el que tiene principios. Y eso no te lo dan las clases, te lo dan las relaciones. La universidad hay que disfrutarla como lo que es: un sitio de conocimiento, pero también de experiencia con compañeros y profesionales.


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