Sábado, 20 de Abril de 2024
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«Medusa ya no es un festival, es un parque temático musical»

«Medusa ya no es un festival, es un parque temático musical»

Todo está listo para que se efectúe el pistoletazo de salida del macroevento musical más multitudinario de España, el Medusa Sunbeach Festival. Los aledaños de la desembocadura del Xúquer se colmarán de meduseros, que ya son una terrible legión: 300.000 personas se espera que pasen por el recinto adecuado para la cita. Un acontecimiento que para Javier Crecente, uno de los promotores, ya no es un festival, sino un gran parque temático multiexperiencia.

Con una superficie de más de 300.000 metros cuadrados, el festival alberga cinco escenarios y es el único con tantos. Los organizadores mantenían hasta hace poco el miedo a que las cifras del Medusa no llegaran a las de su quinto aniversario, que supuso para el municipio unos ingresos superiores a los 25 millones de euros, según datos del ayuntamiento. Pero, a unas horas de la inauguración y cerca de alcanzar el sold out, el miedo ha dado paso a la euforia: «Va a ser la edición más importante«, comenta Andreu Piqueras, uno de los organizadores.

Para adentrarnos en la magnitud y la relevancia del Medusa para la ciudad de Cullera y sus localidades vecinas, entrevistamos a Javier Crecente, uno de los promotores del evento.

-¿Qué significa el festival para la ciudad en cuanto a impacto económico y como marca?

-Actualmente Medusa se ha convertido en un motor turístico y de imagen para la ciudad. Gente de España y de Europa nos visita y gasta su dinero en un semana de vacaciones con todo lo que esta experiencia significa: hospedaje, pernoctación, comer, cenar y todos los hábitos de un festival. A nivel de impacto directo está cerca de los 30 millones por edición. Luego podemos hablar de un impacto indirecto de marca: todo el trabajo para que la ciudad, empaquetada con el festival, tenga un reconocimiento y un atractivo turístico.

El festival hace una inversión muy fuerte en la marca de Cullera para que sirva como reclamo. Nos ocupamos de que todo el mundo conozca las playas y la capacidad turística del municipio, que durante unos años había pasado a un segundo plano, en el que ciudades del entorno como Valencia o Gandía han brillado. Ahora la oferta de la ciudad se ha ampliado a un nivel muy importante en ocio, en gastronomía… Aparte de todo el atractivo que tiene con la playa y la montaña. Es una ciudad muy variopinta.

-Casi es una relación simbiótica, ¿no?

-Sí, es un win to win entre la parte empresarial y la parte turística. El que gana al final es el ciudadano de Cullera, que ve cómo sus negocios crecen, cómo el turismo obtiene más ingresos y cómo la ciudad, a nivel de popularidad, vuelve a estar donde estaba. Cullera era en los 70 y los 80 una ciudad muy relevante y respetada a nivel de ocio y de shows: por aquí pasaron desde Julio Iglesias hasta grandes bandas. Eso, con el tiempo, por el cambio de la dinámica de la ciudad, se apagó y quedó un modelo diferente que no es ni mejor ni peor, simplemente diferente. Se han vuelto a dar los pasos de dinamizar el turismo y el ocio de esta manera y está teniendo una gran respuesta.

-¿Es difícil compatibilizar un evento de estas dimensiones con el bienestar del resto de habitantes?

-Cuando conviven este tipo de negocios con la gente de la ciudad suele haber un choque en cuanto a la convivencia y respeto ambiental. Pero lo mejor de todo es que la gente ha tomado el festival como parte de su patrimonio. En ciertos sitios tienen San Fermín o La Virgen. Para Cullera, el Medusa es parte de su riqueza cultural. Es algo que el propio ciudadano defiende a capa y espada, desde los vecinos que tenemos más cerca hasta el resto del pueblo, que entienden que es una semana en la que tienen que convivir con un poco más de ruido de lo habitual pero saben que es muy positivo para el pueblo.

-El efecto arrastre del festival también hace que la ciudad sea más conocida y atraiga a más turistas fuera de las fechas del festival…

-Lo que es difícil de analizar es el efecto rebote. Hay mucha gente que viene de fuera —que antes a lo mejor se decidía por otro destino turístico— conoce Cullera y se enamora: el faro es muy bonito, las playas…  Yo, por ejemplo, que soy de Gandía no conocía para nada las playas de Cullera y te das cuenta de que tiene un potencial increíble. Sí que es verdad que somos la excusa para conocer la ciudad y que mucha gente luego durante el resto del año tiene la oportunidad de volver a visitarlo porque ha conocido un sitio especial o porque se lo ha pasado bien y lo asocia a un buen recuerdo.

-¿Comparativamente al año pasado, el impacto económico se prevé que sea mayor?

-El impacto económico está siendo ya mayor, entre otras cosas porque la asistencia al Medusa está creciendo año a año, con lo cual, por extensión, el impacto crece. Cada vez el festival alarga un poco. La primera edición fue un día y ya vamos por seis jornadas de festival. Cuantos más días, más se acrecenta el impacto. Sí que es verdad que estamos alcanzando un techo. Tanto la ciudad como el festival pocos visitantes más pueden albergar. El crecimiento económico ahora viene con la subida de tarifas. Es decir, tanto el propio festival como los negocios que lo nutren están incrementando sus márgenes. Como el verano cada vez es más breve, que estas pequeñas franjas de verano las puedas maximizar siempre es positivo.

Luego tiene un efecto rebote en el cinturón de la ciudad, porque Cullera no puede dar abastecimiento a esta cantidad de gente, por lo que todas las ciudades colindantes como Valencia, Sueca, Alzira o Gandía están completamente ocupadas para poder dar servicio al festival. Ya no es que Cullera esté al 100%, es que es muy interesante en lo que se ha convertido para la Comunitat Valenciana y para la provincia de València.

-¿En qué momento se encuentra la internacionalización del festival? ¿Habéis cerrado alguna sede nueva para próximas ediciones?

El festival va a celebrar ya la segunda edición en México. Ya hicimos una primera con la que estamos muy contentos. Y más en un país que tiene un mercado que se ha desarrollado muy rápido. Lo bueno es que es un mercado enorme. Para que te hagas una idea, la ciudad en la que se hizo, que es Puebla, tiene cerca de 25 millones de habitantes en un perímetro de 100 kilómetros. Es una cantidad que asusta. La estrategia ahora es licenciar la marca en distintos países con el concepto, porque lo bueno que tiene Medusa a diferencia de otros festivales es que tiene alma. Toda la historia que contamos, toda esta customización, sirve para poder franquiciar a otros países. Al final, festivales con disyóqueys hay cientos y miles a lo largo del planeta. Pero con esta historia y este nivel de detalle hay muy pocos.

-Te refieres al hecho de establecer una temática determinada…

Exacto. Por ejemplo, The Secret of Wonderland ha sido el tema de esta edición, con Queen’s Castle como escenario principal. Tiene un hilo argumental y decorativo que le da una particularidad respecto al resto de festivales a nivel internacional. Eso hace que sea un atractivo para el inversor de otros países. Estamos licenciando en China, en Las Vegas, en México. Y tenemos otras peticiones de licencia que esperamos desarrollar.

-Háblame del perfil del asistente al festival. ¿Cómo ha evolucionado desde sus inicios?

Hemos pasado de un festival de conciertos de uno o dos días breve e intenso a una experiencia semanal y vacacional donde, más que los disyóqueys, impera el entorno, la convivencia y estar unidos por una semana de música, playa, piscina… Ya no somos un festival, somo un parque temático musical. Hay tantas cosas diferentes para poder hacer en una semana… Paseo en barco, motos de agua, la experiencia en la acampada, preparty en la piscina, chiringuitos en la playa, conciertos, futbolines… Es un parque temático con música. Ya no es un festival.

El target es el usuario joven entre 18 y 24 para quien Medusa es su primer o segundo contacto con este gran formato. Ese es el grueso del público. Vienen a vivir la experiencia sumado a todo lo que te he dicho antes: playa, amigos, conocer gente… Es muy importante el factor social. Hoy en día, donde las redes sociales predominan tanto, estar una semana aquí con tus amigos, conocer a los de al lado en la tienda de campaña o a la gente con quien te une un estilo musical… Es una comunidad social pero sin redes, natural.

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