Raquel Muñoz y Domingo Peris

El responsable comercial de Uniformidad Laboral Barberá explica que el problema en este tipo de prendas está en el rechazo que suscitan en el usuario final. “Todavía hoy por hoy es ropa bastante incómoda y muy calurosa, al estar realizada fundamentalmente con tejidos sintéticos (poco transpirables, oscuros y nada suaves), pero los operarios saben que tienen que ir protegidos, y no tienen más remedio que llevarla”.

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“Concretamente, la protección mínima clase 1 (4 kA) la utilizan aquellos trabajadores que se considera que tienen riesgo de quemadura por arco eléctrico con menor energía, mientras que el vestuario de clase 2 (7 kA) se asigna a aquellos operarios expuestos a mayor energía, que suelen obtener esta mayor protección por la conjunción de dos prendas, en función del gramaje del tejido”, indica Peris, quien asegura que los tejidos han evolucionado mucho y en muy poco tiempo: “para determinados gramajes se están consiguiendo protecciones que hace una década eran impensables”.

“Nuestro reto está en tratar de no perder protección con el tejido más liviano y más confortable posible”, resume Peris.

En este sentido, desde Aitex, Raquel Muñoz explica cómo trabajan con diferentes parámetros para conferir este confort. “Estamos investigando la propia estructura del tejido porque, en función de su ligamento, podemos incrementar la protección de un tejido con el mismo peso por metro cuadrado (gramaje) y composición”. Además, el vestuario laboral cada vez está tratando de dar respuesta a nuevas exigencias de confort, siendo esta una de las líneas clave de investigación en este campo”.

Juan Pablo González

Clientes de todo el mundo

Según sus responsables, el laboratorio ha tenido una gran acogida, “trabajamos con clientes nacionales e internacionales que demandan gran cantidad de trabajos de evaluación, caracterización e investigación”, ya que no solo se trabaja sobre el tejido en sí, sino también sobre la prenda confeccionada para evaluar que todo el diseño cumple con la protección: desde los sistemas de cierre hasta los anagramas. “Ningún material añadido puede ir en detrimento de la seguridad, estos deben cumplir con los mismos requisitos que el tejido propiamente dicho o bien no incrementar el riesgo al que están expuestos. En el laboratorio, además de verificar el cumplimiento de la normativa, la parte más importante es actuar como partner en las investigaciones que acaban dando lugar a nuevos desarrollos”, asegura la responsable de Aitex.

En el contexto de estas actuaciones de investigación, Aitex e ITE pusieron en marcha el proyecto “I+D de nuevos materiales destinados a la protección de trabajadores frente a diferentes niveles de riesgos eléctricos y térmicos producidos por arco eléctrico”. El proyecto, que en su conjunto se orientó a la mejora en las prestaciones de la ropa de trabajo de los operarios expuestos a riesgos eléctricos, ha logrado resultados muy satisfactorios tanto a nivel de infraestructuras, como para conocer de manera más detallada el fenómeno de arco eléctrico.

“En su primera anualidad, se plantearon los objetivos de reproducir a escala de laboratorio el arco eléctrico. La segunda anualidad llevó al estudio de materiales resistentes frente a riesgos térmicos y eléctricos, y al estudio de compuestos retardantes a la llama para lograr mayor protección. En la tercera anualidad se incorporaron a las investigaciones diversos materiales componentes de EPI como cascos, guantes dieléctricos y arneses de seguridad”, resume Muñoz.

Este proyecto ha sido cofinanciado por el Ivace, a través de la antigua Conselleria de Indústria, Comerç i Innovació y por los fondos Feder de la Unión Europea. Además, las instalaciones también cuentan con la cofinanciación del Programa Reindustrialización del Ministerio de Industria, Energía y Turismo.

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