Al reto de consolidar su posición en España, Garrigues se enfrenta en 2015 a afianzar su presencia en los mercados en los que ha abierto oficinas recientemente, en concreto México, Colombia y Perú.

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Por su dimensión y por el perfil de sus profesionales, Garrigues está capacitado para ofrecer un servicio de calidad máxima, en un amplio abanico de materias, con un enfoque global, y con un elevadísimo grado de especialización, en los tiempos que requiera el asunto y el cliente.

Pero si es importante destacar la calidad del trabajo, también lo es hoy destacar la honestidad de los profesionales del despacho y la absoluta preocupación del mismo por ser día a día líderes también en el comportamiento ético. “Si algo exige la sociedad -dice Pablo de la Vega, socio responsable del departamento de Procesal de Garrigues -, es que huyamos de los caminos cortos al margen de la legalidad y que ofrezcamos a cambio soluciones incuestionables, irreprochables”.

Lo cual no impide que sean imaginativas y novedosas. Garrigues está especialmente orgullosa de recibir año tras año el reconocimiento a la innovación, en los premios convocados por Financial Times, los FT Innovative Lawyers Awards, en los que el despacho ha sido galardonado en la categoría Despacho más innovador de la Europa Continental, y especialmente destacado en las categorías de Litigación y Arbitraje, Derecho Financiero y Responsabilidad Social Corporativa.

Crisis y honorarios

La crisis ha dado lugar a dos situaciones que han afectado a los honorarios del despacho. En primer lugar su competencia más directa ha bajado los honorarios y en segundo, sus clientes o bien no tenían la capacidad de pagar los servicios por el mismo importe que antes lo hacían, o bien sencillamente no apreciaban la diferencia en su oferta respecto a la de la competencia.

Estas dos situaciones han dado lugar a una doble respuesta por el despacho, según explica Pablo de la Vega. “Cuando clientes que han estado con nosotros durante las ‘vacas gordas’ se han visto después en una situación de incapacidad de pago, hemos sabido ser comprensivos con esta situación y no les hemos dejado de lado, sino todo lo contrario. En cambio cuando el problema se plantea ante una falta de aprecio del valor del trabajo, nuestro esfuerzo se ha dirigido a hacer comprensible para el cliente, que no todos ofrecemos lo mismo, y que la calidad en los servicios jurídicos, acaba suponiendo para el cliente un verdadero valor añadido”.