Emilio Tortosa entró en la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Valencia (hoy Bankia) como botones con tan solo 14 años, para ser nombrado treinta y tres años después su director general, siendo presidente de la caja José María Simó Nogués (1989). En este período transformó las antiguas estructuras de la Caja de Valencia en un moderno grupo financiero, que se convirtió en una de las primeras entidades del sistema español.

Subyace en su vida un cristianismo humanista con el que ha convivido siempre y guiado muchas de las acciones que han trascendido durante su trayectoria profesional. De pequeño dedicó muchas vacaciones a participar en los campamentos diocesanos, cuyo lema era “Siempre unidos”. Años más tarde, Emilio Tortosa elegiría como eje de la comunicación de la marca Bancaja el lema  pro todos recordados: “Units per Bancaixa”. En sus comunicaciones con la gente, desde un auxiliar a un consejero, siempre se refería a que “estamos unidos por un proyecto”.

También de esa época como director general se debe la marca de la entidad, su Obra Social y el empeño por transmitir un nuevo modelo de caja de ahorro, cuya base era recuperar la tradición de servicio a la comunidad.

En la dirección general de Bancaja pensó que había llegado el momento de diseñar una estrategia competitiva que convirtiera a la caja en una de las primeras entidades del sistema financiero español. En 1990 la Caja de Valencia apostaba por la innovación financiera y la tecnología para mejorar la gestión y para garantizar un buen servicio a los clientes.

CONCENTRACIÓN PARA CRECER

En este proceso se unieron las Cajas de Valencia, Segorbe, Castellón, y poco después Sagunto. El día 1 de enero de 1992 arrancaba Bancaja, la Caja de Ahorros de Valencia, Castellón y Alicante. Estaba presidida por José María Simó y Antonio Tirado, en régimen de copresidencia. Y Emilio Tortosa fue su primer director general. Bancaja estrenaba una red de oficinas especializada en empresas, que fue un éxito.

Un plan estratégico orientaba las decisiones en esta época. Luego se adquirió el Banco de Murcia (1993) y el Banco de Valencia (1994), se procuró la salida de la caja hacia otros países: joint venture con el grupo financiero Banorte de México (1997) y oficina de negocio en Miami (1998).

A principios del verano de 1998, Emilio Tortosa, en una sesión extraordinario del consejo de administración de Bancaja, presentó su cese como director general. En la misma sesión es nombrado Fernando García Checa, que solía sustituir al director general. Emilio Tortosa dejaba Bancaja con los cimientos de lo que podría haber sido una gran entidad financiera.

A partir de ahí su vida da un cambio hacia otros horizontes. Inicia una etapa que le aproxima al mundo de la universidad, ejerce como economista, en ejercicio libre de su profesión, y asesora a algunas empresas e instituciones. Así, durante 19 años (1991-2010) fue presidente del Centro Europeo de Empresas Innovadoras de Valencia (CEEI).

Sus inquietudes humanísticas, culturales y sobre todo, su defensa de la ética tanto en el ámbito personal como en la actividad empresarial le llevó a implicarse a lo largo de su vida en diferentes proyectos, como en la creación de la Nostra Escola Comarcal en Picassent o a colaborar en la fundación de la revista de pensamiento cristiano Saó. Más tarde ese compromiso personal culminaría promoviendo la creación de la Fundación Étnor (1994) junto a la catedrática de filosofía, Adela Cortina.  

El germen de Étnor, surge en 1991, cuando siendo director general de Bancaja, pone en marcha el seminario permanente de Ética Económica y Empresarial.

El objetivo básico era reunir periódicamente a personalidades del mundo de la empresa y la universidad para intercambiar experiencias y reflexionar acerca del papel que juega la ética en el mundo de las organizaciones. En 1994 se institucionaliza esta iniciativa como Fundación Étnor para fomentar y divulgar los valores éticos en la actividad económica, continuando con el seminario permanente.