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V. Cucarella: «Si queremos atenuar el cambio climático tenemos que dejar de crecer»

Hablamos con Vicent Cucarella, Síndic Major de la Sindicatura de Comptes de la Comunitat Valenciana, sobre diversos asuntos de especial interés para los valencianos y para la sociedad en general. Cucarella es un persona comprometida con el medio ambiente e intenta concienciar a los más jóvenes y a la población sobre la necesidad de modificar nuestros hábitos con tal de atenuar amenazas como el cambio climático. Además es un experto en financiación autonómica.

Lincenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universitat de València, Vicent Cucarella Tormo (Alzira, 1967) ha sido técnico de investigación del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) desde 1992. Sus áreas principales de estudio son las cuentas públicas, el stock de capital, los gastos en servicios públicos fundamentales y el sistema de financiación autonómico. En 2016 fue nombrado Síndic Major de la Sindicatura de Comptes.

V. Cucarella: «Si queremos atenuar el cambio climático tenemos que dejar de crecer»

-Cambio climático, desastres naturales, agotamiento de combustibles fósiles… ¿Cuál es el nuevo escenario que se nos presenta? ¿En que situación estamos?

Estamos en una situación mucho más traumática de lo que la gente ve. Se ha comenzado a hablar, y eso ya es algo a tener en cuenta, de cambio climático. Hay algunos que lo niegan pero la comunidad científica lo tiene clarísimo y la sociedad comienza a ver que es un problema. Por otra parte, afortunadamente también se habla de que los recursos naturales y energéticos están llegando a sus límites de extracción.

Pero lo que no llega a la sociedad es que todo ello implica un cambio social grandísimo. La gente piensa, por ejemplo, que cuando se acabe el coche de gasolina no cambiará nada porque tendremos coches eléctricos y seguiremos igual. No, no va a ser así. No podemos pensar que vamos a tener 1.200 millones de coches eléctricos como tenemos ahora de combustión.

Tenemos que cambiar la movilidad. Hay que hablar de ese cambio social necesario, esa es la clave. Porque si queremos atenuar el cambio climático tenemos que dejar de crecer en términos económicos.

-En su libro, ‘Economia per a un futur sostenible’ habla de la economía en un nuevo escenario, ¿cuál es esta economía?

Una economía que abandone ese objetivo de crecimiento per se. En etapas iniciales del desarrollo económico, el bienestar general avanza conjuntamente con el crecimiento económico. Pero llega un punto en el que seguir creciendo en términos económicos ya no sirve porque comporta más problemas que beneficios sociales. Pero no se le da valor, es lo que se conoce como externalidades: daños medioambientales, agotamiento de recursos naturales, extinción masiva de especies, cambio climático… Crecer por crecer sin tener en cuenta todo el mal que estamos haciendo no tiene sentido.

Tenemos que pasar a otra sociedad en la que lo que se valore no sea el crecimiento económico. Una en la que se repartan mejor los ingresos entre todos y en la que el objetivo sea aumentar el bienestar a partir de cooperar, colaborar y no competir unos contra otros. Para eso hace falta un cambio de paradigma y educar en otra concepción diferente. Tenemos que abrir el debate de las alternativas.

-¿En qué consiste el decrecimiento? ¿Es factible decrecer?

Cuando hablamos de decrecimiento nos referimos a una acción voluntaria y planificada cuyo fin es situar a la sociedad en equilibrio con la capacidad de carga del planeta. Desde los años 80 la sociedad está consumiendo más recursos de lo que el planeta es capaz de regenerar. Cada año consumimos lo que al planeta le cuesta 1,7 años de regenerar. Estamos en una etapa insostenible.

Hace falta comenzar a organizar las economías para que su consumo y su producción sean compatibles con lo que el planeta es capaz de regenerar cada año y eso implica ir decreciendo de manera ordenada hasta situarnos en una posición de equilibrio. Que cada año consumamos sólo lo que sea capaz de regenerarse durante un año. Y una vez decrezcamos hasta ese punto mantenernos en una sociedad estacionaria.

-¿Por dónde empezar el cambio?

Una parte importantísima es la educación. Educar en ese nuevo paradigma y que la gente comience a ir cambiando cuales son las etiquetas que hasta ahora ha asociado al bienestar. En parte creo que se está consiguiendo algo, pero muy poco porque se enfrenta al mensaje publicitario continuo en sentido contrario. Hace falta actuar en tres niveles a la vez: el individual, el colectivo y el institucional.

-¿Estamos avanzando?

Apenas muy poco y ese es uno de los principales problemas. Ya hace tiempo que tendríamos que haber cambiado y no lo hemos hecho. De seguir este camino, la sociedad puede colapsar pronto, tanto por falta de energía neta, como por la falta de recursos naturales básicos o a consecuencia de las alteraciones provocadas por el cambio climático. Hay que hacer cambios ya… tendríamos que haberlos hecho ya hace tiempo.

-Hablemos de otro de sus libros, ‘El finançament valencià’. En él se señala que el 90% del déficit fiscal valenciano se explica por el «nefasto» resultado del sistema de financiación autonómico. Publicó el libro en 2015. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

No ha cambiado nada. Es es el problema que tenemos los valencianos. La Comunitat Valenciana es la peor tratada por el sistema de financiación autonómico. Por ejemplo, si nosotros obtuviéramos por habitante lo mismo que obtiene Cantabria -la mejor tratada por el sistema de régimen común- tendríamos unos 3.500 millones de euros más al año. Una barbaridad. Y si nos trataran, ya no como la mejor, sino como la media, estaríamos hablando entre 1.000 y 1.300 millones más, aproximadamente.

Algo sí ha mejorado en este tiempo: la concienciación. Los valencianos comienzan a percibir que es un grave problema. No es lógico que una comunidad como la valenciana, que estamos un 12% por debajo de la media de PIB per capita, acabemos siendo contribuyentes netos. Somos un caso atípico en España y en Europa. Hay que corregirlo y todos los expertos lo reconocen.

-¿Qué hay de la deuda histórica valenciana?

Tendría que haber un resarcimiento de esa deuda histórica, porque el gobierno valenciano debe prestar unos servicios públicos equivalentes a los del resto de territorios, pero recibe una financiación menor. Además, debemos recordar que la Comunitat Valenciana ha sido de las que menos gasta en términos per capita durante décadas. Pese a ello, resulta que tenemos más deuda pública que nadie por culpa de la menor financiación. En números redondos, unos 1.000 millones al año en los últimos 20 años. Eso no debería ser una deuda nuestra, sino del Estado.

-Cita en su libro un poema de Vicent Torrent, ‘Lladres’ (1979). Como dice este, ¿seguiremos pasando hambre los valencianos?

En este sentido, sí. No sé lo que tardaremos en cambiarlo. Por citar a otro poeta, Ovidi Montllor, «ja no ens alimenten molles, ja volem el pa sencer». Muchas veces me han preguntado si sería mejor que nosotros gestionáramos nuestros propios recursos. En principio se podría pensar que sí porque evitaríamos el déficit fiscal. Pero desde una perspectiva meramente económica lo que más nos convendría a los valencianos es que, como comunidad pobre que somos, el efecto conjunto de un sistema de financiación justo y de mayores inversiones acabaran dándonos un superávit fiscal. Que es lo que nos corresponde como pobres que somos.

Nuestra posición lógica debería ser percibir un superávit de 6.000 o 7.000 millones de euros anuales, pero nunca un déficit fiscal. Estamos en una mala situación que hay que reclamar.

-Ultimamente la Sindicatura de Comptes ha sido protagonista en los medios de comunicación. Se ha hablado de malas relaciones con Les Corts. ¿Existe está tensión entre ambas instituciones?

No hay tensión. Se ha enviado a la sociedad una visión errónea. Les Corts fueron quienes nos pidieron a la Sindicatura que fiscalizáramos/asesoráramos sobre sus cuentas y nosotros gustosos de hacerlo. De hecho, me consta que desde presidencia de Les Corts insisten para que se cumplan nuestras recomendaciones. Es decir, les gusta lo que estamos diciéndoles.


«Se ha enviado a la sociedad una visión errónea»


Puede haber habido tensión puntual en algunos aspectos. Posiblemente quien se ha sentido un poco dolido por esos aspectos haya sido quien se ha encargado de enviarlo a la prensa. Es una lástima porque al final llega a la sociedad una visión de enfrentamiento entre instituciones que no es real.

Se han hecho recomendaciones en cuanto a una mejor justificación de los gastos de desplazamiento de los diputados. Simplemente sugerimos que haya más control y transparencia en este aspecto. Y en cuestión de personal también realizamos algunas recomendaciones.

-También se ha hablado de la renovación del cargo de Sindic Major… 

También salió en prensa que nosotros habíamos pedido una renovación anticipada y no es cierto. Estamos obligados a comunicarlo cuando se acerca el fin del mandato. Antes se le comunicaba al president de la Generalitat, que era quien tenía la potestad de escoger. Ahora, con el cambio de la ley, lo escogen Les Corts, y por tanto lo que hemos hecho es enviar ese recordatorio que estamos obligados a hacer.

No hay ninguna mala intención, al contrario. Les Corts pueden escogerlo cuando consideren oportuno. Simplemente lo que hemos hecho ha sido recordar que el Síndic Major acabará en unos meses y que tendrán que volver a escoger entre los tres síndics que fuimos elegidos para el período 2016-2022. Los tres seguiremos como síndicos, lo único que puede cambiar es quien preside la institución.

-Un último foco de atención ha sido la negativa de la Sindicatura de Comptes a ser auditada. ¿Es así?

Es otra de las cosas que me sorprendió porque a la Sindicatura nos auditan todos los años. Lo hace una empresa auditora de prestigio que gana el concurso, que no siempre es la misma. Esa auditoría la tienen Les Corts y es la manera que ellos tienen de fiscalizar nuestro funcionamiento.

Decir que la Sindicatura no tiene ninguna auditoría es mentira, sí que la tenemos y además está publicada en la memoria, es accesible a todo el mundo. Nosotros no tenemos ningún problema en que nos fiscalicen.

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