Las golas, las arterias hidráulicas que transformaron el paisaje de La Albufera
Un sistema de compuertas y canales modificó el paisaje de La Albufera: las golas. Estas construcciones, surgidas entre los siglos XVIII y XX, se han convertido en elementos fundamentales para el equilibrio del humedal

Desde que La Albufera de Valencia dejó de ser una laguna salobre para convertirse en un lago de agua dulce, su destino ha estado ligado a una red de compuertas y canales que transformaron para siempre su paisaje: las golas. Estas infraestructuras, nacidas entre los siglos XVIII y XX, son hoy protagonistas del funcionamiento del humedal.
Pero las golas no solo alteraron el medio natural de La Albufera. La regulación del agua impulsó una economía agrícola basada en el arroz, que reconfiguró la vida de cientos de familias en los pueblos de alrededor. El control hídrico permitió extender los cultivos, crear empleo y arraigar formas de vida que aún perduran, con sus propios ritmos, herramientas y saberes tradicionales.
De una laguna salobre a un lago de agua dulce
Cabe recordar que La Albufera original estaba conectada con el mar por una comunicación natural que permitía la entrada de agua salada durante los temporales. Sin embargo, a finales del siglo XVIII, con la expansión del cultivo del arroz, esta comunicación con el mar empezó a regularse de forma artificial mediante la construcción de compuertas. Esta intervención supuso un cambio: el agua salada dejó de entrar con regularidad, y La Albufera fue transformándose poco a poco en una laguna de agua dulce. Además, la extensión del arrozal fue reduciendo el tamaño original de la laguna.
Hoy en día, el funcionamiento del sistema depende del control hidráulico. El cierre de las compuertas, junto con el uso de motores de bombeo, permite inundar entre 16.000 y 18.000 hectáreas de arrozales. Si se abren al mismo tiempo las tres golas principales —Pujol, Perelló y Perellonet—, el nivel del agua puede descender hasta 25 centímetros en solo dos días.
Todo este proceso está gestionado por la Junta de Desagüe de la Albufera, que se encarga de regular los niveles de agua y mantener el equilibrio entre las necesidades agrícolas y la conservación del ecosistema.
Las principales golas de La Albufera
Las tres golas principales de La Albufera son la Gola del Pujol, la Gola del Perelló y la Gola del Perellonet. La Gola de Pujol, inaugurada en 1953, es un canal formado por un sistema de once compuertas metálicas. Se encuentra en el bosque mediterráneo de la Devesa del Saler, una zona de gran valor paisajístico, ya que conecta directamente el mar con la laguna. Esta gola tiene una longitud de aproximadamente 1 kilómetro y un ancho de 45 metros.
Por otro lado, la Gola del Perelló cuenta con ocho compuertas. Las primeras referencias documentales sobre esta gola datan del año 1743. Curiosamente, la gola dio nombre a la población de El Perelló, y no al contrario, como podría pensarse.
La tercera gola, conocida como la del Perellonet, fue construida en 1873. Esta gola conecta el sistema del lago L’Alcatí con el mar, en el borde del Perellonet. Está formada por siete compuertas y cuenta con un edificio anexo, que antiguamente fue la residencia del comportero, la persona encargada de controlar las compuertas. En la orilla de esta gola se encuentra la playa del Recatí, que se extiende a lo largo de 3.600 metros.
El Canal de La Albufera
Las barcas han sido los medios tradicionales de transporte y comunicación en las tierras y lagos de La Albufera, debido a que la falta de caminos fue una constante hasta bien entrado el siglo XX. La única vía apta para el paso de carros o animales hacia el sur era el Camí de la Dehesa, que conducía hasta El Perelló. Durante siglos, el acceso a las localidades de Cullera y Sueca solo era posible por medio de barca.
En el siglo XIX, se llevó a cabo una obra de gran envergadura que transformó de manera importante el territorio: la construcción del Canal de La Albufera. Este canal modificó el paisaje y definió la disposición de los sequers de arroz, los embarcaderos y las diversas edificaciones e infraestructuras, marcando así la progresiva transformación de la zona.
Por la conservación de La Albufera
Hace más de tres años, Grupo Economía 3 puso en marcha el Club Deportivo Empresarial Alcatí, una iniciativa ubicada en el entorno natural de La Albufera de Valencia. Su finalidad es contribuir a la conservación de este ecosistema, así como preservar la tradición y la cultura propias del territorio valenciano. Para ello, el Club se articula en torno a tres ejes: la defensa de la arquitectura tradicional, la difusión de la gastronomía local y la promoción de la vela latina.
El Club ofrece un espacio pensado para el encuentro entre profesionales, donde directivos y emprendedores pueden desarrollar actividades, reuniones o encuentros en un entorno distinto al habitual, en contacto con el paisaje y las costumbres de la zona. De esta forma, se crea una conexión entre el ámbito empresarial y el patrimonio cultural de la Comunitat Valenciana.
El Club Alcatí se articula en torno a tres ubicaciones destacadas dentro del parque. La Casa y Motor del Tancat de l’Alcatí, la Barraca de Fang i Pallús, y, en el corazón de El Palmar, la Barraca del Tío Aranda, considerada la más antigua de toda la zona. Esta última cuenta con un alto nivel de protección patrimonial, comparable al de monumentos como la Lonja de la Seda o la Catedral de València.