Juan Nieto, psicólogo: «El mercado laboral debe repensar cómo está actuando»

El síndrome de burnout o agotamiento laboral ha alcanzado cifras récord en España. En solo ocho años, las bajas laborales por trastornos mentales se han más que duplicado, pasando de 283.912 en 2016 a 600.184 en 2023, según el «Estudio Internacional de Salud Mental» de AXA. Este fenómeno no solo impacta en la productividad, sino que también refleja un creciente malestar emocional generalizado: el 75 % de los españoles reconoce haberse sentido abatido o triste durante la última semana y más de 4,6 millones toman antidepresivos a diario, un 45 % más que hace una década.
La raíz del problema parece estar en un entorno laboral desequilibrado, donde el estrés crónico y la falta de control se combinan con la desconexión emocional del propósito profesional. Según el World Happiness Report 2025, los trabajos con alta demanda y bajo control son una de las principales fuentes de infelicidad, superando incluso al desempleo prolongado, al divorcio o a una enfermedad grave.
En este contexto, el Instituto Europeo de Psicología Positiva (IEPP- grupo metrodora) ha lanzado su Campus de Verano 2025, una propuesta formativa enfocada en la gestión emocional y el fortalecimiento psicológico como medidas preventivas.
Hablamos con Juan Nieto, director de Formación y director Asistencial del IEPP-metrodora, para profundizar en las causas de este fenómeno, el papel del liderazgo en la prevención del burnout y cómo las herramientas de psicología positiva pueden marcar la diferencia en un contexto cada vez más exigente y emocionalmente desafiante.
¿Por qué? ¿Para qué?
Las bajas laborales por trastornos mentales se han duplicado en los últimos ocho años. Desde su experiencia, ¿qué factores clave están alimentando esta tendencia en el entorno laboral español?
Es una combinación de diferentes factores. Por un lado, el mercado laboral está cambiando constantemente. El hecho de tener que estar lidiando con una continua evolución ya implica un estrés de base.
Cuando ya existe ese estrés de partida, si no contamos con herramientas de regulación emocional, con habilidades blandas, con todo ese conjunto de herramientas que nunca nos han enseñado —porque la realidad es que ni en el colegio, ni luego en la universidad, ni en casi ningún entorno laboral nos preparan para ello—, manejar esas fuentes de estrés y adaptarse a un ritmo empresarial cada vez más acelerado se vuelve complicado. Ese sería uno de los factores.
Luego, hay otro aspecto muy interesante, que conecta más con la psicología positiva y el propósito vital: el por qué o, más bien, el para qué hago las cosas. Y esto, en el entorno laboral, es clave. Porque un momento de estrés o un periodo sostenido de estrés, cuando tiene un propósito, un para qué, es mucho más llevadero.
Incluso la capacidad de aguante, de resistencia, de resiliencia, aumenta simplemente porque hay un sentido. Cuando hablamos de burnout, más allá de las situaciones estresantes, muchas veces lo que hay detrás es una ruptura de ese para qué, de ese propósito.
O sea, ¿una persona puede llegar a sentirse atrapada en un ciclo sin sentido, sin entender bien por qué está haciendo lo que hace?
Exacto. Imagina una persona que va a la oficina todos los días y se dedica a introducir información en una base de datos. Si no entiende el sentido de esa tarea, llega un momento en el que eso lo va a quemar, lo va a percibir como absurdo y repetitivo. Se va a desconectar, se va a desmotivar, y puede llegar a sentirse inútil. Pensará: «¿Qué hago yo aquí todos los días, metiendo datos como un loco?».
El para qué es fundamental. Y muchas veces las empresas, los managers, los líderes y las lideresas no se toman el tiempo de conectar a las personas con el propósito de las tareas que realizan. Por ejemplo: «Oye, estos datos que estás introduciendo ahora, aunque sea una tarea dura, sirven para que los pacientes de este hospital puedan tener su tarjeta electrónica vinculada». O «sirven para que una persona que va a la Biblioteca Pública pueda buscar en el catálogo online».
Ese tipo de conexión motiva, reconecta al empleado o empleada con una fuente de bienestar.
¿Más casos o mayor concienciación sobre el burnout?
Al mismo tiempo, la nota de prensa también menciona que el 75 % de los españoles declara haberse sentido abatido o triste durante la última semana. ¿Consideras que la sociedad está más sensibilizada con el malestar emocional o estamos normalizando un estado de agotamiento crónico?
Desde nuestra experiencia —porque las estadísticas reflejan datos a nivel macro—, la pandemia fue un punto de inflexión. Fue un momento en el que todo colapsó y tuvimos espacio para pensar, tomar distancia, darnos cuenta de lo que valoramos y de lo que realmente importa.
A partir de ahí, vimos una transformación. Las personas comenzaron a darse cuenta de que hay cosas más allá de levantarse, ir a trabajar y volver a casa. Se empezó a conectar más con las emociones, con la importancia de estar bien, de perseguir un propósito. Y una consecuencia de esto, al menos en lo que nosotros observamos en las empresas y en los clientes con los que trabajamos, es que la gente está más sensibilizada con la salud mental.
Cuando te sensibilizas con algo, le prestas más atención. ¿Es que ahora hay más casos? ¿O es que ahora nos atrevemos a hablar de problemas como el burnout, lo comunicamos a nuestros jefes, lo ponemos sobre la mesa para que hagan algo? Esa es la gran pregunta.
También se habla de que el estrés laboral crónico impacta en la felicidad de una persona casi tanto como un divorcio o una enfermedad grave. ¿Estamos fallando como sociedad al no priorizar el bienestar en el ámbito profesional?
Afecta muchísimo. Nosotros trabajamos desde la psicología positiva y, desde ahí, inevitablemente me quedo con la parte de esperanza y optimismo. El hecho de que estemos hablando de esto, de que como sociedad empecemos a ver el bienestar como una necesidad o una oferta que deben ofrecer las empresas, ya es una señal positiva. Significa que nos estamos dando cuenta.
Cada vez más empresas están integrando planes de cuidado dentro de su estrategia, no solo para retener talento —que parece que implica poner cadenas a la gente—, sino para que las personas quieran quedarse. Y eso es muy buen síntoma.
Formar a los líderes, fundamental contra el burnout
¿Qué papel juegan el liderazgo y los líderes en la prevención del burnout y en la creación de entornos emocionalmente sostenibles?
Es muy importante. Cuando trabajamos con alumnos o empresas que solicitan formaciones —que es lo que hacemos nosotros—, siempre decimos: si solo podemos elegir a una persona para formar, que sea el líder o el manager. Son ellos quienes van a transmitir y materializar la cultura corporativa.
Hay que formar a los líderes para que sepan dar un feedback constructivo, reconozcan las fortalezas de sus equipos, asignen tareas acordes, refuercen y reconozcan el buen trabajo. Son gestos pequeños, pero fundamentales a la hora de evitar el burnout. Y hay que aprender a hacerlo, porque normalmente a nadie le enseñan.
Puedes ascender por ser muy bueno en ingeniería, pero nadie te ha enseñado a liderar un equipo, a relacionarte con tu equipo, o a transmitir valores de la cultura organizativa. Por eso, para nosotros es clave formar a esos líderes.
Identificar lo que funciona
Precisamente hablando de esa formación, vosotros ofrecéis herramientas como vuestro Campus de Verano centrado en psicología positiva. ¿Cómo ayudan esas herramientas, desde el punto de vista práctico, a reducir el estrés?
Trabajamos cuatro áreas principales para evitar el burnout: psicología positiva, gestión emocional, mindfulness y coaching. Todas buscan lo mismo: el buen funcionamiento de las personas, que la vida merezca la pena ser vivida, que la gente quiera quedarse en sus trabajos, y que mejoren como profesionales y personas.
Cada una de estas ramas ofrece herramientas que la ciencia ha demostrado eficaces para lograr ese propósito. En concreto, la psicología positiva se centra en identificar lo que funciona, las fortalezas, los recursos.
Imagina esto en un equipo: puedes enfocarte en lo que hacen mal o en lo que hacen bien. La psicología positiva se enfoca en lo segundo: identificar fortalezas, motivar, proponer metas alcanzables. No se trata solo de corregir, sino de fomentar el funcionamiento óptimo de las personas.
¿Y hay evidencia científica de que estas herramientas ayudan realmente a reducir el estrés y el burnout?
No solo hay evidencia: la psicología positiva es ciencia. Todo lo que se hace en este campo está basado en la metodología científica, igual que en medicina o biología. Las herramientas que aplicamos son ejercicios o teorías validadas empíricamente.
Además, siempre medimos. Nuestros alumnos miden sus niveles de bienestar al comenzar y al terminar la formación. Si no mides, no puedes decir que estás haciendo ciencia.
El mercado laboral necesita repensar
Entiendo perfectamente, pero siguen siendo cifras muy preocupantes. Un porcentaje tan alto de malestar en algo que ocupa tanto tiempo como el trabajo es alarmante.
Sí, lo es. Comparto totalmente tu preocupación. Es un sistema que necesita revisión. El mercado laboral necesita una pausa para repensar cómo estamos haciendo las cosas, y centrarse en la sostenibilidad.
Si quieres que tu equipo funcione hoy y siga funcionando en el futuro, tienes que cuidarlo. Por eso proponemos formarse. De lo contrario, es pan para hoy y hambre para mañana. Si tienes un gran equipo hoy, pero no lo cuidas, se irá.
No se trata solo de que el trabajador se forme. También es responsabilidad de toda la sociedad, de todos los actores implicados.
Una sociedad sobremedicada
Otro aspecto que también me ha llamado la atención es el aumento del consumo de antidepresivos. ¿Estamos sobremedicando el malestar emocional en vez de abordarlo desde otras perspectivas como la formación?
Te voy a responder con claridad: sí.
Estamos compitiendo con Portugal por ser el país europeo que más medica a su población. Antidepresivos y ansiolíticos están en el top de consumo. Y en lugar de priorizar la terapia psicológica o la formación —que son más sostenibles y eficaces a largo plazo—, recurrimos a la medicación. Es una tarea pendiente. No puede ser.
Me llama la atención que, pese al estigma de que en el sur de Europa se trabaja menos o con menos seriedad, los datos muestran que eso no es así.
Totalmente. Eso es un mito. Hemos trabajado con organizaciones de otros países, y podemos estar orgullosos de nuestra capacidad de trabajo y resiliencia. Aquí se hacen las cosas muy bien. Cuando se cuida a las personas, cuando se les forma y se hace un buen plan, la respuesta es excelente.
Artículos relacionados
