La ciudad de 15 minutos abre el debate frente a un modelo existente: el barrio
La ciudad de los quince minutos es un concepto que está en boca de muchos, pero tiene sus detractores y defensores. Mientras el profesor Carlos Moreno, la defiende como modelo transformador, urbanistas como Sonia De Gregorio advierten que se trata de un concepto ya existente, como es la ciudad de proximidad o el barrio de toda la vida. El reto: recuperar el barrio como espacio de vida real frente a la turistificación y los desarrollos sin alma, sosteniendo la vida cotidiana de las personas.
Con este concepto, Carlos Moreno, catedrático en la Sorbona, experto internacional de la ciudad inteligente humana, defiende un modelo de ciudad descentralizada, policéntrica y multiservicial, en la que los ciudadanos solo tengan que desplazarse durante un cuarto de hora para satisfacer sus necesidades esenciales. «La mejor movilidad es la que no se hace. Nos movemos mucho porque el mundo urbano ha separado espacialmente las funciones claves, que son: la vivienda, el trabajo, el abastecimiento, la educación, la salud y el ocio» tal y como recoge en una entrevista Ciudadanía Metropolitana.

Sonia de Gregorio, profesora de Urbanismo en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) Jean Monnet Chair RegenEU considera que utilizar el concepto de ciudad de los quince minutos aporta poca novedad al urbanismo. Además, considera que «sitúa el debate en cuestiones que no son sustantivas para la mejora urbana. Si conocemos y venimos practicando el principio de ‘la ciudad de proximidad’ en el urbanismo, ¿por qué los desarrollos que surgen en muchas ciudades de nuestro marco se basan en la utilización del coche para todos los desplazamientos?». Considera que el debate debería estar situado en torno a esta cuestión.
A su juicio, «se trata de un principio que ha estado en la esencia del urbanismo desde hace muchas décadas y que se trata de la ciudad de proximidad».
De Gregorio defiende que «sería el modelo en el que se han desarrollado en las últimas décadas los barrios en las ciudades».
El barrio, en el olvido
«Al aparecer, -corrobora- el principio de la ciudad de los quince minutos es parte esencial de nuestra disciplina, un principio que está embebido en el urbanismo desde hace muchísimo tiempo. Se ha puesto en práctica y se han visto sus bondades. Por ejemplo, en el caso español podemos verlos en los planes generales de la década de los ochenta».
De hecho, matiza, «se ha seguido implementando». Sin embargo, aclara, «parece que se ha olvidado». A pesar de todo, Sonia De Gregorio considera que «el concepto y la acción que acompaña han tenido ‘éxito’ desde un punto de vista de ‘marketing urbano’ porque ha conseguido poner en el centro de la conversación tanto de urbanistas, como de la sociedad en general, la ciudad de los quince minutos».
Afirma también que lo que se está viendo en los nuevos desarrollos que se están llevando a cabo en la ciudad de Madrid, son barrios dormitorio «donde la gente depende del coche para todo y donde no hay tan siquiera un transporte público que sea una opción viable para no coger el coche», apunta De Gregorio.
«En estos nuevos desarrollos sería una oportunidad aplicar el principio de ‘ciudad de proximidad’. Se nos ha olvidado lo que sabíamos, lo que hicimos en los años ochenta, con el Plan 85, donde se aplicó ese principio de ciudad de proximidad y que fue un éxito que recosió los barrios y los dotó de aquello que faltaba», explica.
Sonia De Gregorio reconoce el impulso de Carlos Moreno a la ciudad de los quince minutos y el valor de la propuesta que ha hecho para París. A pesar de todo, reconoce su tristeza ante el hecho de que «tenga que venir alguien de fuera de la disciplina a decirnos el urbanismo que tenemos que promover». «El problema reside -confirma- en que no lo estamos haciendo».
¿Y la ciudad existente?
Además de los nuevos desarrollos urbanísticos, Sonia De Gregorio pone el foco en el urbanismo ya existente «porque las ciudades ya no están creciendo».
«Si analizamos lo que está pasando en la ciudad consolidada, como es el caso del centro de Madrid, hace unos años era un barrio. Todo estaba -colegios, comercio, transporte público, sanidad…- a una distancia de entre diez y quince minutos».
A juicio de la experta de la UPM en Urbanismo, «estos barrios no se han preservado, la vida cotidiana de los residentes y los servicios y equipamientos que necesitan, así como la calidad de su espacio público, se ha supeditado al turismo y el ocio».
«En el barrio -reivindica De Gregorio- hay muchos más componentes, más allá de las distancias que recorres para llegar a cubrir tus necesidades, están las redes sociales de solidaridad entre vecinos, la identidad con los lugares,…».
«Todo ello -incide- está saltando por los aires debido a la presión de los pisos turísticos y el turismo que han propiciado que desaparezcan muchos locales en planta baja para pasar a convertirse en vivienda de uso turístico o temporal».
La oferta de ocio también ha sufrido, ya que se ha enfocado también a los turistas.
La profesora en Urbanismo de la UPM se refiere al barrio teniendo en cuenta otros valores como los apegos o los vínculos que se establecen y la identidad. En este sentido, Sonia De Gregorio establece una diferencia entre dos conceptos: el acceso físico y el simbólico. «Hay lugares en el barrio donde los vecinos ya no van, aunque formaban parte de su vida cotidiana, porque ya no se reconocen en esos lugares porque están llenos de mesas de terrazas, exceso de ruido y de gente… Es decir, de una intensidad de actividad que expulsa a los vecinos».
De Gregorio también pone otra cuestión encima de la mesa como es «la subida de los alquileres en el centro de la ciudad» a unos precios que ya no son asumibles. «Esa cuestión también provoca que se pierda ese tejido social que existía anteriormente en ese barrio porque los vecinos que vivían de alquiler se van marchando», razona.
Las personas también son importantes
Por todo ello, Sonia De Gregorio se manifiesta crítica con el concepto de la ciudad de los quince minutos. Incide en que muchas administraciones lo utilizan de manera retórica mientras dejan morir algunos barrios como consecuencia de su turistificación sin tener en cuenta la calidad de vida de las personas que viven en ellos. Considerar esto «es una responsabilidad de los ayuntamientos, de los equipos de gobierno y debería ser un principio básico del urbanismo».
El barrio en el resto del mundo
Para Sonia De Gregorio, el barrio puede tener sus connotaciones locales o contextuales en cada ciudad, pero «todos entendemos por barrio el lugar donde se desarrolla nuestra vida cotidiana y donde se han creado un conjunto de apegos y de identidad con lugares que apreciamos y con los que nos sentimos identificados, además es el lugar de las redes de solidaridad entre vecinos».
Sonia De Gregorio tampoco considera que la ciudad de los quince minutos, tal y como se ha planteado por Carlos Moreno, «vaya a ser un dispositivo para controlar nuestras vidas. Comprendo que se puedan utilizar nuevas tecnologías para mejorar el tráfico». La profesora señala que no está de acuerdo con esa crítica que se ha hecho al concepto.
¿Cómo recuperamos el barrio?
Para Sonia De Gregorio, aquellas administraciones que se propongan recuperar el concepto de barrio deberían buscar la calidad de vida en los lugares. A su juicio se debería poner en valor la ciudad donde se desarrolla la vida cotidiana y que sostiene la actividad social y económica y huir de la mercantilización de la ciudad o de «un dispositivo de generación de plusvalías».