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A. Rodríguez-Pose: "Los empresarios tienen razón en advertir el riesgo que suponen estos despidos"

Publicado a 11/02/2025 13:03 | Actualizado a 14/02/2025 14:05

Andrés Rodríguez-Pose es un reconocido académico y experto en el campo de la geografía y el desarrollo económico. Aunque su trabajo abarca una amplia gama de temas, uno de los aspectos relevantes de su investigación es el estudio de las dinámicas territoriales y económicas, particularmente en contextos de desastres naturales y su reconstrucción.

Catedrático de Geografía Económica y Cátedra Princesa de Asturias en la London School of Economics (LSE)Andrés Rodríguez-Pose dirige el Centro Cañada Blanch en la LSE y preside el Grupo de Alto Nivel sobre el futuro de la política de cohesión de la Unión Europea.

A. Rodríguez-Pose: «Los empresarios tienen razón sobre el riesgo de despidos»

En sus trabajos, Rodríguez-Pose ha abordado cómo las políticas de reconstrucción deben ser diseñadas de manera inclusiva, teniendo en cuenta las necesidades específicas de las personas y asegurando que los procesos de recuperación contribuyan a un desarrollo más equilibrado y sostenible. Transcurridos más de tres meses de la DANA, hablamos con el académico acerca de la forma que está tomando -y debe tomar- la reconstrucción.

¿Una reconstrucción unilateral?

-En sus comparecencias tras la DANA, usted hablaba de la necesidad de incorporar a todos los actores económicos, sociales y políticos en el proceso de reconstrucción. Hoy, pasados más de tres meses tras el desastre, ¿percibe que se esté dando esa coordinación? 

En base a la información que tengo, son varios los agentes sociales a nivel local que han acudido a la prensa para decir que está siendo ignorados. Sin embargo, no estoy sobre el terreno, por lo que no me atrevo a afirmar sin género de dudas si se están teniendo en cuenta a todos los actores en la reconstrucción. Por las indicaciones que tengo, no parece ser el caso. A menudo en estos procesos quienes menos cuentan son las asociaciones de afectados y las agrupaciones locales; no es algo sorprendente, sino que lo he observado en la mayoría de los escenarios de catástrofes en los que he intervenido.

A menudo existe una voluntad política de dirigir el proceso de reconstrucción de manera unilateral y en algunos casos ha tenido como consecuencia que no se escuche a los afectados hasta años después del desastre. Sin una participación activa de los afectados se está perdiendo un tiempo precioso.

Desafección y soluciones extremas

-A nivel político, la actuación de las Administraciones durante y tras la DANA están llevando a una gran polarización de la población afectada. ¿En qué puede esa pérdida de confianza traducirse durante los próximos meses y años? ¿Qué riesgo corremos si permea la sensación de abandono institucional?

El primer problema que se puede generar está relacionado con la capacidad que tendrán las Administraciones para después poner en marcha el proceso de reconstrucción y recuperación del tejido económico y social. No se puede reconstruir nada sin la participación activa de los ciudadanos afectados, porque eso lo que conlleva es que se tomen decisiones que sirven a intereses que poco tienen que ver con los de la población. Si esto ocurre, se corre el peligro de generar desafección por parte de la población, lo cual conlleva que todas las inversiones que se hagan para la recuperación tengan mucho menos efecto.

El segundo es un problema de carácter social que puede transformarse en uno político, que lleva a un descrédito por parte de los afectados para con las actuaciones políticas. Esto se produce, además, en un clima de excesiva polarización en el que prácticamente nadie acepta ningún tipo de responsabilidad y todo es echar las culpas a los demás. Eso lleva a una desafección social, un desapego a la política en general y a la llegada de opciones cada vez más extremas.

Ocurrió en L’Aquila en 2009, en un momento de gran descontento y tensión con la clase política, que se tradujo en el auge de partidos extremos antisistema que son comunes hoy en día. En definitiva, todo esto conlleva a una desafección con la política y a la búsqueda de soluciones extremas.

-¿Puede haber recuperación sin una depuración de responsabilidades?

Es importante aceptar responsabilidades, pero la recuperación no lo implica necesariamente. Lo que sí precisa es poner en marcha inversiones en coordinación con todos los afectados, Administraciones y todos los actores económicos, sociales y políticos. Una cosa no quita la otra, pero depurar responsabilidades no es condición sine qua non para que se ponga en marcha el proceso de recuperación.

Lo primero es tener en cuenta a los afectados, entender sus problemas y que sean ellos los que, con el apoyo de todos, tengan el control del proceso de recuperación. Nadie tiene más interés en salir adelante que los afectados, por eso deben verse involucrados. Son necesarias ambas cosas, pero la recuperación es más urgente.

Hay que dar voz a todos los colectivos y la sociedad civil debe participar en todo el proceso, a nivel local y nacional.

¿Se puede evitar el golpe al empleo?

-Las empresas con las que hablamos nos aseguran que el golpe fuerte llegará a mediados de este año, una vez decaigan las protecciones de los ERTE. ¿Pueden evitarse esos despidos?

Se pueden evitar si se hacen las cosas bien. El problema es que los empresarios tienen razón en advertir el riesgo que suponen estos despidos. Hay dos cosas a tener en cuenta, que los empresarios son de los grupos que mejor se han movido en todos los procesos posteriores a la DANA y que en cualquier proceso de desastre natural los problemas se hacen más patentes una vez desaparecen los focos. Dependiendo de las dimensiones de la catástrofe, los focos suelen durar uno o dos meses máximo. Ahí es cuando nos quedamos sin la capacidad de seguimiento por grupos independientes, en este caso la prensa, de lo que se está haciendo bien y mal. Ahí surge el sentimiento de abandono.

Existe también la percepción de que todavía no se ha creado el sistema de gobernanza adecuado para hacer un seguimiento adecuado. En ocasiones ni siquiera se pueden crear porque las administraciones están a otras cosas… entonces el problema se enquista. Podemos evitarlo siendo rápidos a la hora de actuar, pero si no existen las instituciones pertinentes habiendo pasado ya más de tres meses de la DANA, será muy difícil evitar estos problemas de empleo. Me temo que los empresarios van a tener razón.

Las infraestructuras son vitales

El miedo de muchos polígonos es que algunas de las empresas internacionales decidan abandonar las zonas afectadas por el riesgo que supone la actividad ahí. ¿Cómo puede evitarse esta deslocalización?

En todo proceso de reconstrucción hay una parte inmediata de rescate y otra posterior de prevención para evitar que esta situación se produzca de nuevo. En el caso de Valencia, lo que será necesario es una serie de infraestructuras adecuadas. Para ello hay varias opciones, una de ellas pasa por dejar los cauces seguir siendo naturales y desplazar a una gran cantidad de población en una de las zonas más densamente pobladas de España, lo cual no parece viable. Podemos escoger otro enfoque y llevar a cabo las infraestructuras necesarias para seguir teniendo poblaciones cercanas a cauces pero evitar que se den situaciones similares.

En este caso, además, debemos tener en cuenta una cuestión clave. Tras la famosa riada de 1957 se estableció el Plan Sur y se crearon parte de las infraestructuras que han sido las que en octubre salvaron la ciudad de Valencia. En cierta medida, también hicieron que los efectos de la DANA se concentrasen en la Zona Sur. Si se hubiera completado ese plan y se hubieran tomado las medidas adecuadas, probablemente el resultado hubiera sido otro.

Voy a poner un ejemplo muy claro: la mayor precipitación durante aquel 29 de octubre se recogió en una estación que midió más de 750 l/m2 cuadrado, lo cual es una barbaridad y representa el equivalente a más de un año de lluvias en una ciudad como Londres concentrada en un período de 24 horas. En 2023, en la región griega de Tesalia, un temporal dejó 900 l/m2 en 24 horas. Las imágenes de esa riada fueron sobrecogedoras, alcanzando el agua varios metros de altura, pero el número de fallecidos apenas superó la docena. Eso se debe a que existían las infraestructuras adecuadas para evitar las muertes. La misma borrasca afectó a la zona Cirenaica (Libia) cuatro días después y causó más de 20.000 muertos. El nivel de lluvia fue la mitad, de 450 l/m2.

Las infraestructuras son vitales, debemos destinar cuantos recursos sean necesarios para evitar que este tipo de problemas, que se van a repetir cada vez más, se conviertan en un desastre humano, económico y social.

En términos económicos, la riada afectó a una de las zonas más industrializadas de la provincia de Valencia. ¿Qué efecto puede tener en el largo plazo para una economía en la que cada vez el sector servicios, y en concreto el turismo, tiene más fuerza?

No afectó al turismo porque la ciudad de Valencia se salvó. La cuestión es que las empresas y los afectados saldrán adelante antes o después, porque los humanos tenemos una resiliencia innata muy fuerte. De lo que no podrían recuperarse es de que esta situación se volviese a repetir, por lo que debemos tomar todas las medidas para que estos fenómenos extremos no creen la devastación que han generado.

Un plan de vivienda

Otro de los aspectos en los que la DANA ha tenido un fuerte impacto es en la vivienda. El mercado está fuertemente tensionado en la actualidad y la riada afectó a alguna de las poblaciones que contaban con más inmuebles disponibles en el mercado. Tres meses después, los precios no han bajado significativamente, ¿se puede hablar de reconstrucción sin un plan de vivienda acorde a la nueva situación?

El problema en España no es solo la falta de vivienda, sino de una concatenación de fallos en el sistema de planificación. La cuestión aquí es muy clara: si son zonas inundables, ¿por qué se ha permitido construir? Y si se permite, ¿por qué no se hacen infraestructuras para evitar que pasen estas cosas? A mí me sorprendió cuando, tras la DANA, empezaron a salir testimonios que hablaban de como era usual que cuando ocurrieran riadas la gente se metiera en los garajes para sacar los coches. Esto es un fallo en todos los sentidos.

Una vez que la DANA ha producido un destrozo material que afecta también a la integridad de las construcciones, lo que se traduce en una reducción de la oferta, se va a seguir tensionando el mercado porque la gente tiene que vivir en algún sitio. Lo que se tiene que hacer es construir y hacerlo con todas las garantías y un plan de vivienda que tenga en cuenta los riesgos de carácter natural.

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