Viernes, 03 de Mayo de 2024
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Destinos: Moldavia, la bodega más grande del mundo

Destinos: Moldavia, la bodega más grande del mundo
Juan Manuel Baixauli

Ubicado entre Rumania y Ucrania, con un futuro incierto en la situación actual y algo mas de 2,5 millones de habitantes, Moldavia tiene un tesoro para el visitante y el amante del enoturismo, que, además, es una preciosidad.

Hemos aterrizado en Chisináu, su capital, un territorio muy poco frecuentado por turistas, en un país inmensamente rural y con un desarrollo arquitectónico soviético que no brilla por su vistosidad. Todo lo contrario, la ciudad fue totalmente destrozada por un terremoto en 1940 y los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, es una ciudad agradable con grandes parques, cafés, bodegas… y allá que nos vamos a adentrar.

El gran destino vinícola

Me encantan los viajes que tienen un motivo gastronómico o enológico, una tendencia de la que cada vez disfrutamos más al viajar. No obstante, nadie piensa en Moldavia como un destino de enoturismo pese a la inmensa extensión de viñedos que la ha convertido para muchos en el gran destino vinícola de Europa. Dicen que Yuri Gagarin, el cosmonauta soviético y primer hombre en el espacio, entró en la Bodega Cricova en 1966 y tardó en salir dos días. Angela Merkel también suele centrar sus visitas en Cricova, y hasta la Reina Isabel tiene aquí su vino favorito: Negru de Purcari.

Entrada de la Bodega Cricova.

Salgo de la capital y viajo hacia el suroeste. Apenas a 17 kilómetros se encuentra Milestii Mici, una bodega considerada la más grande del mundo y digna de merecer un viaje, ya que cuenta con mas de 200 kilómetros de barricas y botellas. Un lugar con las condiciones perfectas para conservar el vino: en su origen fue una mina de piedra caliza, con una profundidad que vas desde los 30 a los 85 metros, una temperatura media entre los 12 y los 14 grados, y una humedad entre el 85% y el 90%. Un laberinto gigantesco que ha obligado a dar nombre a cada calle. De hecho, al entrar nos dieron un mapa para evitar que nos perdiésemos.

Milestii Mici, la bodega considerada la más grande del mundo.

El recorrido es apasionante, pese a que sólo se puede visitar una parte. Se pueden emplear vehículos para recorrerla, ya que es sencillamente enorme y, al final la degustación, existe una sala especialmente acondicionada para ello.

Un laberinto de túneles, pasadizos y mazmorras, todo convertido en una inmensa bodega. Si te animas a viajar el primer fin de semana de octubre podrás disfrutar del Festival Nacional del Vino.

Bueno, bonito y barato

Para el turista español es una oportunidad fantástica, ya que se trata de un país con una renta per cápita que ronda los 4.000 dólares, mientras que nuestra renta per cápita es del entorno a los 29.081 dólares, lo que significa que los costes de todos los servicios, alojamientos, restaurantes, son muchísimo más económicos.

Región en la que se encuentra la bodega, en el río Dniéster.

Es el paraíso vinícola. A 119 kilómetros viajando hacia el sureste, ya en la frontera con Ucrania, se encuentra la Bodega de Château Purcari. La más antigua del país, fundada en 1827 una región situada junto al río Dniéster, es un paisaje bucólico y un lugar ideal para probar su mítico vino «Negru de Purcari».

Siviajamos a 48 kilómetros hacia el Este llegamos a las Bodega Castel Mini. Este es un lugar especial, porque el castillo que construyo Constantin Mimi es posiblemente una de las joyas arquitectónicas mas bonitas del mundo del vino. Una historia que se remonta a 1893 y un personaje que dedico su vida a vinificar el territorio.

Si hubiéramos decidido viajar 70 kilómetros hacia el norte, nos encontraríamos con la Bodega Château Vartely. Si viajamos 32 kilómetros hacia el noroeste, la bodega Château Cojusna (Migdal-P)… y así podríamos continuar. Como ves, las distancias no son grandes y todo se encuentra en un radio de acción fácil de visitar. Podemos disfrutar durante unos días de un mundo donde el vino forma parte de la esencia de su vida y de su historia.

Hay que disfrutar en la capital de la cadena de restaurantes La Placinte, combinar su carta con los vinos locales, disfrutar de su decoración moldava y probar el plato que da nombre a la cadena. Se trata de un pan frito relleno con queso casero, col, patatas, calabaza, y cualquier cosa que se les pueda ocurrir. La gastronomía es intensa, con mucho sabor. Si viajas en invierno es imprescindible pedir un Izvar, un vino tinto caliente (que recuerda al que nos dan en las pistas de ski) pero elaborado con pimienta negra y miel.

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