Miércoles, 24 de Abril de 2024
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ITE pivota entre las comunidades energéticas locales para abordar nuevos retos

ITE pivota entre las comunidades energéticas locales para abordar nuevos retos

El 5 de junio congrega a millones de personas alrededor de una fecha clave en la protección de la tierra, el Día Mundial del Medio Ambiente. Este año se celebrará de un modo diferente a causa de los efectos de la COVID-19 pero sus objetivos y reivindicaciones son, si cabe, más importantes, y el foco continúa siendo la lucha para paliar los efectos del cambio climático.

Inmersos de pleno en un proceso de transición energética que demanda una mayor implicación de ciudadanos, instituciones y empresas locales, los proyectos energéticos que se realicen a nivel municipal mediante la puesta en marcha de comunidades energéticas locales emergen con fuerza dentro de la estrategia para hacer frente al cambio climático.

Los expertos del Instituto Tecnológico de la Energía, centro tecnológico valenciano, coinciden en señalar que no se puede hablar de una estrategia en pro de la sostenibilidad y la protección del medio ambiente sin incluir al sector energético, no en vano dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero tienen un origen energético. Es por ello por lo que la gestión de la energía es una herramienta vital en la evolución hacia una economía más sostenible y competitiva.

A pesar de que la figura de las comunidades energéticas locales no está reconocida en la legislación europea, a nivel autonómico la Comunidad Valenciana ha presentado recientemente la Estrategia Valenciana de Cambio Climático anunciando que regulará, de forma pionera, esta figura mediante la puesta en marcha de iniciativas para flexibilizar y favorecer este tipo de instalaciones con el objetivo, tal y como se refleja en el documento, de dar un salto de calidad en la expansión y el aprovechamiento de las energías renovables. El texto también deja constancia que, en la Comunitat Valenciana, las renovables y la eficiencia energética son actualmente áreas de oportunidad.

Las instalaciones del Instituto Tecnológico de la Energía (ITE) albergan una planta piloto de gestión digitalizada de la energía, autoconsumo, movilidad eléctrica y almacenamiento -conocida como proyecto Gamma- completamente operativa desde 2019. Este proyecto, desarrollado con el soporte de la Generalitat Valenciana a través del Ivace, es capaz de integrar cualquier variable energética en un entorno real y desarrollar el gemelo digital energético que replica virtualmente los elementos más significativos que forman parte de la instalación, permitiendo predecir el efecto que pudiera derivarse de cambios en la política energética de la empresa o en la estructura de aprovisionamiento energético. Una auténtica comunidad energética verde al servicio de las empresas e instituciones que quieran comenzar a explorar todos los beneficios de esta figura.

Comunidades energéticas locales

Se trata de una entidad de participación voluntaria formada por miembros como asociaciones, cooperativas, organizaciones sin ánimo de lucro, empresas y también administraciones locales cuyo objetivo es ofrecer beneficios energéticos de los que se deriven también los medioambientales, económicos o sociales para sus miembros o para la localidad en la que desarrolla su actividad. La generación de energía procedente de fuentes renovables, la distribución, el suministro, el consumo, la agregación, el almacenamiento de energía, la prestación de servicios de eficiencia energética o la prestación de puntos de recarga para vehículos eléctricos son alguna de sus principales actividades.

Pero ¿a qué retos se enfrenta este nuevo actor de la cadena energética? Según Marta Garcia Pellicer, directora del Instituto Tecnológico de la Energía, “la digitalización energética es el primer reto a abordar, a día de hoy somos capaces de captar todo tipo de datos, incluidos los energéticos, pero analizar y dar valor a esos datos en tiempo real mediante el desarrollo de sistemas inteligentes capaces de gestionar y simular tanto la generación, el almacenamiento y el consumo de la diferentes variables energéticas existentes, es la clave”.

Contar con un marco legal coherente, homogeneizado y sin contradicciones ni vacíos legales es de igual forma otro aspecto a tener en consideración. En un plano social, la transformación de consumidores energéticos pasivos -así somos actualmente- en sujetos activos dentro de la cadena de abastecimiento es vital, por eso estos proyectos deben contar con la voluntad de participación de todos sus miembros.

En un plano económico, es necesario desarrollar y promover los modelos colaborativos entre la administración pública, la empresa privada y la comunidad municipal. El hecho de sumar los beneficios económicos a los de tipo social y ambiental -como la creación de puestos de trabajo a nivel local, la disminución de la pobreza energética o mejora de calidad de aire – permitiría visibilizar los primeros éxitos de forma relativamente rápida y animar así a que se formen nuevas iniciativas.

Todos los pasos indican que en los próximos años vamos a asistir al desarrollo de estas comunidades energéticas en las que sus miembros apuestan por tener un rol activo dentro de la transición energética hacia un modelo de municipio más justo, que minimice el impacto negativo al medio ambiente, en el que se abran nuevas oportunidades de negocio y sus habitantes mejoren sus niveles de calidad de vida. Comenzar por pequeñas comunidades o localidades es activar un efecto dominó llamado a conseguir importantes cambios en el que el Instituto Tecnológico de la Energía, desarrolla un papel protagonista junto a las empresas.

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