Tiempos para la gestión, no para la política

Tiempos para la gestión, no para la política

La pandemia de la COVID-19 nos ha llevado a una situación tan inédita como excepcional, tan imprevisible como incuantificable. Ante esta realidad tan difícil, eso es innegable, es momento de gestionar y no de hacer política. Todos debemos ser solidarios con la situación, buscando siempre el interés general y nunca anteponiendo el particular. En ese sentido, somos los empresarios y trabajadores, frente a nuestros dirigentes políticos, los que más estamos aportando, manteniéndonos fieles al diálogo social, sin romper la unidad.

Desde el Gobierno estatal, se ha intentado criminalizar y demonizar a los empresarios con injustos prejuicios, con bulos que se expanden más rápido que la COVID-19. Es la otra pandemia que estamos sufriendo el empresariado. Si este gobierno sigue haciendo política en lugar de gestionar la situación actual, si no toma más medidas de flexibilidad y alivio para las empresas, lo único que va a conseguir es una destrucción masiva del tejido empresarial. Y sufriremos esa otra pandemia económica y social que arrasará con los puestos de trabajo, sin vacuna ni medicación que palíe los síntomas.

Es obvio que la prioridad debe estar en la atención sanitaria, pero se ha deshumanizado todo lo que queda fuera del ámbito hospitalario. En todo ese otro gran universo, se han tomado medidas improvisadas. Hace falta un plan de choque planificado y suficiente que no ponga en peligro, en más peligro, al tejido empresarial. Tan sólo un ejemplo: la medida de no despedir por motivos de producción está impulsando a muchas empresas al pre concurso de acreedores ¿Podremos sobrevivir a ello tras superar el coronavirus?


Hace falta un plan de choque planificado y suficiente que no ponga en peligro, en más peligro, al tejido empresarial.

Dificultar los despidos a las empresas y obligarles a utilizar formas jurídicas inadecuadas para salir de este problema, no hace otra cosa que retrasar los problemas sin darles una solución real de fondo. Las soluciones del gobierno central están conduciendo a las empresas afectadas, que son la gran mayoría, a situaciones de crisis y a dejar a muchísimos trabajadores desprotegidos.

La gente se encontrará con que ha salido de la alarma sanitaria, pero no tiene futuro porque el Gobierno de España está cargando a las empresas y autónomos con las obligaciones propias de la administración del Estado. Les están obligando a endeudarse para que la economía española pueda salir adelante dificultando así el día de mañana de todos los trabajadores de este país.

En este punto, quiero reconocer la sensibilidad que la Generalitat Valenciana, liderada por Ximo Puig, ha tenido con los autónomos y pymes, especialmente las del sector turístico, colectivos muy importantes en nuestro tejido empresarial. Es de justicia poner en valor el haber salido al rescate de estos profesionales tan sensibles a la crisis y el mantener una escucha activa con los sectores productivos.

Mi percepción es que el comportamiento político autonómico es, a todas luces, mucho más sensato que el vivido en las Cortes Generales. Qué duda cabe que si esta unidad de acción estuviera respaldada por financiación otro gallo nos cantaría en la Comunitat Valenciana. Me entristece ver como los llamamientos de la Generalitat para conseguir esa financiación son despreciados sistemáticamente por el ejecutivo estatal y como, cada día que pasa, representan un mayor desprecio hacia quienes vivimos en este territorio.

Caso aparte es el de la ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, que ha establecido el marco más rígido que hemos tenido en democracia española con un único objetivo político, hacer desaparecer a las pequeñas empresas para facilitar la reorientación hacia el modelo nacional avalado con una renta mínima vital para todos.

Señora ministra, no son tiempos para la demagogia, ni tampoco para las teorías económicas clásicas en términos de keynesianismo o liberalismo. Señora ministra, son tiempos de crisis económica, en los que la supervivencia de las empresas debe ser el objetivo, dándoles flexibilidad y capacidad de actuar para mantener el empleo. Señora ministra, son momentos de gestionar, y de gestionar bien, con eficiencia, sensatez, prudencia y altura de miras.

Y ¿por qué digo esto? Pues porque ninguna medida, tampoco la de la liquidez con los avales, está llegando a la parte más humilde del tejido empresarial como son las pequeñas empresas, micropymes y autónomos. La propuesta de los avales del ICO y la gestión de los bancos con los pequeños empresarios está siendo decepcionante.

El dinero sólo está llegando a los que tienen una capacidad demostrada mientras el que sufre y el que no tiene esa capacidad no tiene posibilidades de obtener liquidez. Ello sumado a políticas que obligan a que los autónomos, micropymes y empresas deban mantener los gastos sin obtener ingresos. Señores del gobierno, ¿es que no ven que todo es tremendamente absurdo y están allanando el camino hacia innumerables quiebras?

La supervivencia de esta parte del tejido empresarial es básica para que no crezca exponencialmente el desempleo. Las pymes mantienen el 65 % del empleo en España y solo las micropymes el 55%. El 85% del empleo de este país lo generan las empresas privadas y de ese, el 87% lo crean las micropymes, dato que en esta provincia sobrepasa el 90%. ¿Conoce usted estos datos, señora ministra? Estoy convencido de que sí, de otra manera no se entendería que haya llegado a tan importante sillón.

El empresariado cree que la filosofía que debe imperar para buscar la solución a la situación generada por la COVID-19 es la de incentivar a las empresas para que no despidan. Reivindicamos la exención y la moratoria fiscal, lo venimos haciendo desde el inicio de esta crisis. Son propuestas absolutamente imprescindibles para evitar la letalidad en nuestras empresas y empleo. Tenemos que crear entre todos un discurso de unión. Es hora de abandonar, de una vez por todas, las arengas de bandos, de buenos y malos, de patronos y obreros, de solidarios e insolidarios.

En esta crisis hay un hecho irrefutable y es que empresas, autónomos y familias la están afrontando mucho mejor que la administración pública. ¿Y por qué? Pues porque hemos aprendido de crisis anteriores y hemos hecho nuestros deberes con responsabilidad pensando en el medio y largo plazo. En cambio, los políticos que desde el Gobierno de España les ha tocado gestionar esta tan complicada situación solamente piensan en el corto plazo y a día de hoy sus miras siguen puestas en las próximas elecciones. Como siempre, siguen siendo muy cortos de miras demostrando una vez más no estar a la altura que las circunstancias requieren.

Las medidas adoptadas por el Gobierno central en los últimos días son totalmente insuficientes. Tal es así que la Diputación de Alicante y los ayuntamientos de nuestra provincia han tenido que salir al rescate de las empresas.

Tampoco seremos justos sino alabamos la exención del IAE provincial que la institución presidida por Carlos Mazón ha pactado con la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV), apostando claramente por el diálogo social y consensuando las medidas y decisiones. Aunque tampoco seremos justos si omitimos que aún estamos a la espera de que la señora ministra de Hacienda lo autorice … Se aceptan apuestas.


De la misma manera que para afrontar la alarma sanitaria el Gobierno central está siguiendo las directrices y recomendaciones de los especialistas, creo que para afrontar la pandemia económica deberían seguir las directrices de los empresarios y no romper el diálogo social

Si el Gobierno central decide que no se realice de manera generalizada y rápida, las consecuencias serán demoledoras. Hemos repetido en infinidad de ocasiones que cualquier medida que se tome, por importante o no que sea, debe recoger dos premisas fundamentales: rapidez en su ejecución para que llegue lo más pronto posible a los destinatarios finales y flexibilidad y facilidad de ejecución por parte de los interesados. Ninguna se está cumpliendo.

Pero claro, para gestionar hay que tener experiencia en la gestión y no jugar como si de una partida de rol se tratara. De la misma manera que para afrontar la alarma sanitaria el Gobierno central está siguiendo las directrices y recomendaciones de los especialistas, creo que para afrontar la pandemia económica deberían seguir las directrices de los empresarios y no romper el diálogo social.

No debemos olvidarnos del día después, una vez que hayamos salido de la alerta sanitaria, del confinamiento en nuestras casas ¿cómo van a salir los ciudadanos de la pandemia social y económica? No se trata de anteponer nada a la salud, pero no hay que dejar de lado que la economía somos personas y por lo tanto, si nos preocupamos del día después de la economía, nos estaremos preocupando de las personas, que al fin y al cabo es lo que importa.

Lo que estamos diciendo es que hay que trabajar ya en un plan de actuación. Pero para ello el Gobierno central debe decir dónde estamos y hacia dónde vamos. Ya han pasado cinco semanas, y todavía estamos esperando. La economía de un país no puede volver a ponerse en marcha de la noche a la mañana.

El empresariado de esta provincia ha demostrado estar a la altura independientemente de las circunstancias. Y en esta situación tan excepcional lo vamos a seguir estando; porque, en estos momentos, nuestro principal compromiso es la lealtad a nuestro país y a nuestra gente.

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