Cuatro historias distintas, dos ejes de unión: València y el emprendimiento. Carlos Daniel Gomero, Phoebe Rope, Ken Province y Sofia Elouali son los protagonistas de este artículo. Personas de diferentes partes del mundo y con distintas raíces que decidieron escoger la capital del Turia como lugar donde intentar lanzar sus proyectos empresariales.

«Emprender es difícil en España. Pero si no consigues trabajo, tú te lo creas”, cuenta Carlos Daniel Gomero. “Mi sueño era vivir en otro país fuera de Reino Unido. He cambiado de trabajo y toda mi vida entera por ese sueño”, señala Phoebe Rope. “He nacido y me he criado aquí, pero siempre he tenido muy presente en mi día a día mi herencia haitiana. Soy un diccionario de traducción entre dos mundos”, expresa, por su parte, Ken Province. “Empecé de cero cuando llegué a València. Lo que quería era salir, conocer a la gente y abrirme a otro mundo”, apunta Sofia Elouali.

Una tierra “plural, abierta y acogedora”, como ellos la definen, en la que han prosperado sus iniciativas empresariales

“Yo hace diez años ni siquiera sabía que existía València”, empieza contando Gomero. De origen peruano, decidió venir a València en 2015 por su pareja, que es de Godella. En Perú, ambos trabajaban en Docuperu, una productora audiovisual dedicada al tercer sector. “Decidimos cambiarnos de ciudad e intentar eso que hacíamos allá, hacerlo aquí. Veíamos una necesidad en muchos movimientos sociales que no tenían soporte audiovisual y decidimos probar”, explica Gomero.

Es así como fundaron la asociación, La Cosecha Producción Audiovisual, “una herramienta de transformación social”. Se trata de un proyecto social que enseña a las personas los principios del mundo audiovisual para “que puedan contar sus propias historias”. Han trabajado con diversas organizaciones como Entre Pueblos, Valencia Acoge o la Conselleria de Educación, entre otras, y llevan más de 150 cortos documentales hechos en la Comunitat Valenciana.

Los inicios fueron duros según explica Gomero: “Emprender es difícil en España. Tiene la burocracia del primer mundo, pero una realidad parecida a la del tercer mundo. Hacer una empresa desde cero es muy complicado”. Señala que, debido a los costes, así como su voluntad de actuar en lo social, se constituyeron como asociación. “Trabajamos con colectivos, proyectos organizaciones e instituciones que trabajan con el mundo de lo social, lo cultural y la educación”, expone.

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