La Fundación Bancaja conmemora la amistad entre José Benlliure y Joaquín Sorolla

La Fundación Bancaja conmemora la amistad entre José Benlliure y Joaquín Sorolla

La serie de lienzos Las cuatro estaciones, de José Benlliure (1855-1937) traslada alegría por la vida, recuerdos de La Tres Gracias de Rubens, colores y aromas de la naturaleza en esplendor, ganas de entregarse al placer de vivir de modo juvenil, ingenuo…Pero, un momento. Algo no encaja cuando consultamos la datación de la obra (1930-1933), es decir, cuando Benlliure ya entraba en la última estación de la existencia. Para entonces, había perdido a su hijo Peppino y a su esposa. Incluso ya se había tenido que despedir de su querido y admirado amigo, un tal Joaquín Sorolla. A saber por qué, tuvo el ánimo de pintar puttis semidesnudos junto a alegres nínfulas en un ambiente de bucolismo cegador, al final del camino. Las cuatro estaciones acaban de ser restauradas por Fundación Bancaja y se exhiben al público por primera vez.

La Fundación ha presentado esta mañana la exposición Sorolla y Benlliure. Pinceladas de una amistad, una selección de ocho obras de los dos pintores valencianos, junto a fragmentos de la correspondencia mantenida entre ambos, procedente del Museo Sorolla y la Casa Museo Benlliure. Junto a la serie inédita y recién restaurada, se exponen cuatro obras de Sorolla correspondientes a la colección de Fundación Bancaja: Retrato de una dama (1883), Cabeza de niña con flores (1890), Otoño. La granja (1907), y la monumental, que casi devora la sala, Yo soy el pan de la vida (1896-1897), pertenciente a la colección pictórica de la familia Lladró. En dos de las paredes de la pequeña sala, se proyecta un vídeo que ilustra la amistad entre estas dos grandes figuras del arte valenciano.

Sorolla y Benlliure se conocieron personalmente en Roma. El primero se instaló allí en 1885, tras recibir una beca de la Academia de Bellas Artes de España, y el segundo ya llevaba seis años viviendo en La Ciudad Eterna. En palabras de la comisaria de la exposición, Sofía Barrón«en un principio su relación fue ‘diplomática'», sobre todo centrada en las ayudas y consejos que José le dedicó a Joaquín para adaptarse a la vida romana. Sin embargo, cuando Sorolla deja Roma para instalarse en Madrid en 1889, la amistad y la admiración mutua entre ambos ya está consilidada. El segundo de los hermanos Benlliure, por su parte, fue nombrado en 1903 director de la Academia de Bellas Artes de España en Roma; a su cese, en 1912, se instaló definitivamente en València.

Benlliure

La coordinadora de la dirección de Comunicación y Relaciones Externas de Bankia en la Comunidad Valenciana y Murcia, Isabel Rubio; el presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón; y la comisaria de la exposición, Sofía Barrón. | E3

Esta reunión de obras de ambos en una pequeña sala trata de simbolizar el permanente diálogo que mantuvieron los artistas, a pesar de distintas dificultades. El cambio de siglo coincidió con el ascenso internacional de la figura de Sorolla, al tiempo que decaía el prestigio de José Benlliure, cuyo estilo romántico heredero de Fortuny comenzó a perder clientela. Tanto es así que, como ha reconocido Barrón, durante algunos años «su estilo se acercó al de de Sorolla en un intento por recuperar el éxito comercial».

La amistad entre artistas no es fácil, sobre todo si uno de ellos alcanza la universalidad y el otro pasa por épocas de altibajos. Sin embargo, en este caso, su relación fue estrecha. Sorolla se convirtió en el maestro del malogrado Peppino Benlliure, y ambos unieron sus fuerzas en un proyecto común, la construcción de un Palacio de Bellas Artes e Industrias permanente en València, que nunca llegó a realizarse.

En junio de 1920, Sorolla sufrió un ataque de hemiplejía del que jamás llegó a reponerse, falleciendo en 1923, muy poco antes de que Benlliure fuera nombrado presidente de la Real Academia de San Carlos. Tras una larga vida de victorias y derrotas, decidió a entregarse a la alegría de su hasta ahora semidesconocida serie de Las cuatro estaciones. Desde hoy, su amistad se conmemora en esta nueva exposición de la Fundación que puede visitarse hasta el 22 de marzo y que ha contado, una vez más, con la colaboración de Bankia.

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