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¿Por qué las oportunidades en 2015 están delante de nuestros ojos y en la punta de la lengua?

2015-enero-FEBF-logoJohn Perlaza, Socio Gestor de Bondholders, S.L. Socio de la Fundación de Estudios Bursátiles y Financieros (FEBF)

Como el comienzo de un año está lleno de buenos propósitos, he pensado que este ligero y fácilmente digestible artículo podría servir para animarnos a ver esas cosas que tenemos delante de nuestros ojos y encontrar las palabras que tenemos en la punta de la lengua, ayudándonos a materializar los propósitos empresariales para el año que iniciamos.

¿De qué va el titular? Una pista: “Hispanidad. Carácter genérico de todos los pueblos de lengua y cultura hispánica” (RAE).

Según esta definición de hispanidad, los que nacimos y vivimos en España o Hispanoamérica nos podemos denominar “hispanos”. Como en toda gran familia, unos somos más pobres y otros más ricos, pero el dinero se mueve constantemente entre sus miembros y eso que nos une se hace relevante desde el punto de vista empresarial.

Delante de nuestros ojos tenemos al menos 20 países o mercados de habla y cultura hispana. Un ejemplo: Cuba acaba de dar un enorme paso hacia la apertura económica y se presenta como un mercado de oportunidades para aquellos emprendedores que tengan buenos productos.

Y, ¿por qué van a querer los cubanos comprar mis productos cuando tienen potenciales proveedores en países más afines y cercanos? Pensemos en un par de países actualmente afines y cercanos a Cuba. Venezuela, desgraciadamente ahora mismo no tiene como abastecerse a sí misma y tendrán que pasar muchos años antes de ser un proveedor de referencia. Argentina, aunque sea uno de los graneros del mundo, Buenos Aires se encuentra a 11 horas de vuelo de la Habana, mientras que Madrid está a solo 8,5 horas. ¡A ver quién llega primero!

Y, ¿cuándo van a tener el dinero para poder pagar los productos que ofrecemos? Pues si la historia nos sirve de referencia, pronto. En cualquier caso, mientras los cubanos trabajan, ahorran y emprenden para desarrollar su mercado interno, tendremos a los amigos de los Estados Unidos que, por muy republicanos que puedan ser, se morirán de ganas por ir a Cuba de fin de semana, vacaciones y despedidas de soltero, a fumarse todos los habanos posibles y beberse todo el ron y los otros productos que les podamos vender.

En Estados Unidos mucha gente aún está por conocer los vinos gallegos, los de aguja alicantina, el cava, lo que significa un tinto de verano y toda la variedad gastronómica española. Así que, por medio de la casa de nuestros primos cubanos, tenemos la oportunidad de entrar por lo menos en el ADN gastronómico de los estadounidenses.

Y, por cierto, no sé cuántos ingenieros civiles o de caminos y arquitectos pueda tener Cuba, pero me imagino que no tantos como los que necesitará para reconstruir su infraestructura y rehabilitar sus joyas arquitectónicas. Os recuerdo también que Puerto Rico está a solo 7,5 horas de vuelo de Madrid.

¿Oportunidades en la punta de la lengua?

Si como emprendedores tenemos nuestra zona de confort en unos 500 millones de personas cuya lengua es principalmente el español, entonces tenemos un mar de oportunidades literalmente en la punta de nuestra lengua.

No hay duda alguna de que un barcelonés, habanero, bilbaíno, bogotano, madrileño, caraqueño, sevillano o limeño, tienen acentos, gastronomías y hábitos diferentes pero, a pesar de las diferencias, comparten un idioma que les permite encontrar referencias comunes que facilitan el intercambio de conocimiento y generación de oportunidades.

Recientemente y, por casualidad, me enteré sobre dos de las tendencias de la clase burguesa indígena de El Alto, ciudad boliviana de casi un millón de habitantes.

Una es su creciente arquitectura neoandina que, a simple vista, no tiene mucho que ver con la arquitectura hispana tradicional, pero que, en mi humilde opinión, podría ofrecer oportunidades para empresas locales como la del azulejo, iluminación led o la del mueble valenciano. Por cierto, los presupuestos de estas viviendas superan los 400.000 euros y se pagan al contado. Echad un vistazo en Google y veréis a lo que me refiero, un nicho de mercado creciente. 

¿No sería más fácil poner en valor estos productos frente a un boliviano de origen que habla español, que frente a un ruso? Y si Rusia (otro nicho de mercado con gustos tal vez pomposos para el paladar occidental) flaquea, ¿no convendría haber diversificado?

La otra es su moda y accesorios, en los que las damas burguesas locales se pueden gastar más de 20.000 €. ¿No sería buena idea enseñarles el diseño y la calidad de los trajes falleros y de las telas y bordados españoles en general, o los complementos de joyería producidos aquí?

No se trata de dejar de lado el mercado europeo (la Unión Europea representa otros 500 millones de consumidores y potenciales socios), que tanto ha costado construir en el último medio siglo. Pero no debemos perder de vista ese otro mercado natural y mayoritariamente familiar, que empezó a construirse hace ya más de 500 años y se mueve, aunque lenta y no siempre coordinadamente, hacia un nivel de madurez política, desarrollo económico y social muy alto, al que podemos acceder por el solo hecho de compartir una historia, cultura e idioma común.

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