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Los nuevos vinos de Vegamar fermentan en la cabecera del Turia

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En el caso del vino, en el principio fue la tierra. Y después de la tierra, el clima. Luego llegó el hombre y seleccionó la variedad que mejor se adaptaba. Y probó el zumo fermentado y vio que era bueno…

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En el origen de Bodegas Vegamar sucedió algo parecido. El grupo Disber (formado por las familias Coll, Arastey y Peiró) quería elaborar un vino propio, pero tenían claro que debía ser en su tierra. Eligieron la DOC Valencia y, dentro de ella, unos parajes un tanto insólitos: las mesetas (muelas) de Calles, en el Alto Turia.

Hacía años que el viñedo había desaparecido por la competencia con otros cultivos más rentables. Sin embargo, la calidad potencial que podían tener los viñedos en estos terrenos es lo que les empujó a probar. Y tras quince años de experimentos con variedades foráneas y locales, los resultados ya son excelentes.

Entre el Tuéjar y el Turia

Estamos en un paraje serrano, con un microclima singular, entre los ríos Tuéjar y Turia. La influencia del Mediterráneo se suaviza con la continentalidad de la altura que cogemos en pocos kilómetros. El calor ya no quema, la humedad del mar refresca pero no estorba, porque los vientos constantes airean las vides. Y encima, no llegan las heladas de la Meseta.

Hubo que llegar a acuerdos con decenas de propietarios, porque el minifundio es proverbial. Ahora son 50 hectáreas de viñedo repartido en varios pagos, que están por encima de los 600 metros y en algunos puntos superan los 700.

Esta altitud, que en otras comarcas vitícolas no sería muy significativa, aquí lo es sobremanera por la cercanía del mar -a menos de 70 kilómetros-, y por la ausencia de barreras entre las viñas y el Mediterráneo. El resultado: vinos de altura del Mediterráneo; y altura en las dos acepciones de la palabra.

La altitud influye en la climatología y en la maduración de las uvas, de modo que es como si cambiara la latitud de nuestro territorio y se desplazara más al norte, ganando los vinos en compensación acidez-alcohol.

Pero esto no sería posible sin esa brisa continua que refresca la masa foliar de las cepas y expulsa, cuando sobra, el exceso de humedad. Y es lo suficientemente suave como para no romper los brotes de las vides en los meses más delicados de crecimiento. Además, a pesar de ganar continentalidad con la altura, el clima se suaviza y raramente hiela.

Tras experimentar con diversas variedades, Vegamar se ha quedado con las que se han adaptado estupendamente al lugar, como las tintas syrah, cabernet, merlot, garnacha y tempranillo, y las blancas de sauvigon blanc, moscatel y merseguera.

Hasta ahora la producción era limitada y estaba pensada para ser distribuida mayoritariamente por el canal propio del Grupo Disber, de modo que se había hecho un vino a la carta: gama alta, con algunas referencias exclusivas, y una producción pequeña y asegurada.

La revolución de Pablo Ossorio

La llegada del prestigioso enólogo Pablo Ossorio a principios de este año a la gestión integral de la bodega, supuso darle una nueva dimensión al proyecto, que por la singularidad, el tamaño y la próxima producción, ha puesto como objetivo la internacionalización de la bodega.

El propio Ossorio explicó la semana pasada, en la presentación a los medios especializados, que Vegamar “da un salto cualitativo y cuantitativo”, ya que a partir de ahora empiezan a entrar en producción las variedades por las que ha apostado la bodega, tras una “selección natural” con la que se experimentó estos años, por lo que es la hora de abrir el ‘portfolio’ a vinos modernos, que pide el público, sin centrarse en los clichés clásicos de “vino bueno es vino tinto con madera”.

Apostarán por nuevas elaboraciones con blancos y rosados, que hacen de la DO Valencia un lugar privilegiado para este tipo de vinos. En blancos están obteniendo grandes resultados con la variedad autóctona, y muchas veces despreciada u olvidada, merseguera. Apostarán por ella como por el sauvigon blanc, y los rosados de tempranillo.

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Estos vinos convivirán con tintos jóvenes varietales y selecciones de barrica de complejidad diversa, desde ‘coupages’ pensados para resistir largas temporadas en el roble francés, que tan buen resultado dan en exportación,  a otros más livianos y populares.

Enoturismo a la puerta de Valencia

Vegamar cuenta, además, con una oferta de enoturismo muy ineresante, ya que, además del alojamiento en la propiedad y con vistas fantásticas a los cañones del Tuéjar y Turia, cuentan con un  restaurante de cocina innovadora, que marida sus platos con los vinos de la bodega. Y lo mejor: a precios razonables.

Además, en las visitas guiadas por el viñedo se van haciendo las catas de cada vino para así entender el origen de todo

Se trata de trasladar a los visitantes qué se esconde detrás de cada trago de estos vinos, de modo que cuando vuelvan a beber un Vegamar, el sabio engranaje de la memoria les recuerde los aromas, sabores y vistas del Alto Turia.

Y, todo, a menos de una hora de Valencia…, y sin salir de la provincia.

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