En los estados de Delaware y New Jersey (EEUU), nació a finales del siglo XIX, una de las actividades económicas de más controversia, el paraíso fiscal. Esta denominación tiene un origen etimológico curioso, puesto que nació de un error de traducción del inglés al francés, y también al español.
Una equivocación que no se enmendó
Originariamente en inglés, la expresión a la que se refieren los lugares donde se aplica un régimen tributario favorable son aquellas empresas y personas que no residen en el lugar es tax haven (refugio fiscal). Los franceses se equivocaron y confundieron la palabra haven (refugio) con heaven (paraíso), dando lugar a la expresión francesa «paradis fiscal”. Esta equivocación pasó a la posteridad, extendiendo la definición por todo el mundo.
1957 fue una fecha decisiva, cuando se promulgaron una serie de leyes británicas que ayudaron a que aparecieran los territorios offshore, sin tributación fuera de sus costas en las islas más cercanas a la metrópoli, llamadas islas del Canal, estando bajo su jurisdicción en el Caribe. Por tanto, los finales de los cincuenta y la década de los 60 en medio de un proceso descolonizador fue clave.
Algunos países decidieron diseñar sistemas fiscales atractivos para el capital extranjero, poniéndolos en marcha sin tener en cuenta los límites jurídicos y fiscales que suelen poner en marcha la mayoría de Estados del planeta. Antes, incluso, de la Segunda Guerra Mundial, Suiza y Liechtenstein se encargaron de abrir el camino. El secreto bancario en Suiza ayudó a guardar a buen recaudo el oro nazi, por ejemplo.
Es una tarea enorme decir cuánto dinero se oculta en los países diseminados por medio mundo, estando muchos de ellos en países diseminados por medio mundo. Algunos estudios dicen que pueden ser del orden de 32 billones de dólares, una cantidad que daría esquinazo a las tributaciones y haciendas nacionales, que busca la rentabilidad mayor para sus propietarios. Hablamos de que una tercera parte de la riqueza mundial escapa a esta recaudación.
Los motivos por los que algunos países se han dotado de una fiscalidad especial son variados. Muchos de estos pequeños estados fueron antiguas colonias de potencias mundiales que para ellos es una más por la que conseguir recursos. En otros casos, como Holanda, Luxemburgo, Suiza o la Isla de Man, se busca competitividad fiscal.
Si hablamos de Costa Rica, Hong Kong o Panamá, ellos enarbolan el principio de territorialidad para el fomento de la opacidad fiscal de sus economías.
Actualmente, resulta curioso que los grandes Estados que facilitaron o permitieron estos sistemas de escasa tributación, han visto una seria amenaza en ese poder que tienen ahora estos pequeños países que dan amparo a algunas de las mayores fortunas del planeta que desestabilizan las economías de países industrializados.