El sector prevé una vendimia moderada con precios al alza de entre el 7 y el 17%

La vendimia de 2025 se perfila en España con un tono moderadamente optimista. Las primeras estimaciones de las principales organizaciones del sector —Cooperativas Agro-alimentarias, Asaja y la Interprofesional del Vino (OIVE)— apuntan a una producción nacional de entre 37,5 y 38 millones de hectolitros de vino y mosto, lo que supondría un pequeño repunte respecto a los 36,8 millones de 2024 y una recuperación clara frente a los 32,4 millones de 2023, una de las cosechas más cortas de las últimas décadas.

De confirmarse, la cifra se situaría próxima a la media de los últimos cinco años, aunque aún algo por debajo de un ejercicio considerado «normal» en España. La cautela, sin embargo, domina los discursos: el sector recuerda que el clima de las próximas semanas será decisivo para que se cumplan las previsiones.

Castilla-La Mancha, motor del viñedo español

Castilla-La Mancha, que aporta entre la mitad y el 60% del total nacional, prevé alcanzar unos 24 millones de hectolitros, un 5% más que en 2024. Provincias como Cuenca o Albacete podrían incluso acercarse a incrementos del 10%. La región presenta un estado sanitario óptimo y un buen equilibrio entre azúcares y acidez, lo que augura vinos de calidad si el tiempo acompaña.

En cambio, otras zonas presentan un panorama mucho más adverso. Montilla-Moriles (Córdoba) prevé caídas del 40% debido a la sequía y a un fuerte ataque de mildiu. La Comunitat Valenciana también anticipa pérdidas en torno al 30%, especialmente en comarcas como Vall d’Albaida o Utiel-Requena.

Un año marcado por la meteorología

La campaña ha estado condicionada por varios episodios climáticos como una sequía persistente tras un invierno seco que ha limitado el desarrollo de la planta; olas de calor en el inicio del verano, que han acelerado la maduración en unas zonas y la han retrasado en otras; y tormentas y granizo desde mayo que han afectado a viñedos en Castilla-La Mancha, Aragón, Cataluña, Castilla y León y La Rioja. Todos estos fenómenos han obligado a descartar racimos dañados y han puesto a prueba la resistencia del viñedo.

Enfermedades y fauna salvaje

El mildiu ha sido especialmente virulento en Andalucía, La Rioja, Galicia y zonas de Castilla y León. En muchos casos, los tratamientos no han bastado y se han registrado pérdidas notables. Castilla-La Mancha, gracias a un clima más seco en fases clave, ha escapado a esta presión sanitaria.

En menor medida, también se han reportado daños por fauna salvaje  como conejos, jabalíes e incluso caracoles que se han alimentado de brotes y racimos bajos, un problema que, aunque localizado, ha agravado la situación de parcelas ya debilitadas.

La situación del mercado

Las existencias a 31 de mayo eran de 33,8 millones de hectolitros, un millón menos que en 2024, lo que favorece la absorción de la nueva cosecha. El Ministerio de Agricultura descarta medidas drásticas como los arranques masivos de viñedo que aplicará Francia, apoyándose en que la producción española sigue en niveles moderados.

En zonas como Lanzarote, los precios de la uva podrían mantenerse en torno a 3,5–3,6 €/kg, aunque en el resto de España la tendencia apunta a subidas de entre el 7% y el 17% por la combinación de existencias bajas y costes de producción elevados.

Comunitat Valenciana: calidad en algunas zonas y pérdidas severas en otras

Desde La Unió Llauradora, Luis Javier Navarro, su vicesecretario general, especifica que después de tres años marcados por la importante sequía, «la vendimia no será tan abundante pero si será una buena campaña». «Esperamos que esta buena campaña se vea reflejada en el incremento de precios sobre todo en la variedad bobal, puesto que los excedentes han bajado considerablemente», matiza.

Desde la asociación explican también que la campaña presenta un retraso generalizado del envero (color que toman las uvas cuando empiezan a madurar) de entre una y dos semanas con respecto al año pasado, lo que condiciona cualquier estimación más ajustada a estas alturas. Además, el viñedo ha sufrido algunas incidencias climáticas que han supuesto un desafío continuo para los viticultores: tormentas y pedriscos, así como daños por fauna silvestre.

A pesar de estas dificultades, desde La Unión reconocen que  las lluvias registradas en determinados momentos de la campaña «han sido un alivio y han contribuido a la recuperación de viñedos muy afectados por las sequías de años anteriores». Este hecho, recalcan las mismas fuentes, «unido al estado vegetativo observado en algunas zonas, permite anticipar una uva de buena calidad frente a la sequía prolongada de los últimos años, aunque la evolución dependerá de la climatología de las próximas semanas», advierten.

¿Y los precios?

La Unió confía en una mejora sustancial de los precios tras las últimas campañas ruinosas para los productores, «sobre todo para las uvas tintas que son las que más están sufriendo la falta de rentabilidad, y en el caso de las blancas que suban o al menos se mantengan». En relación con las uvas blancas en la zona Denominación de Origen (DO) Cava, la organización confía en un mantenimiento de las cotizaciones del pasado año ya que la DO ha bajado el rendimiento de 12.000 kilos/hectárea a 10.500 y habría menor producción de uva de vino con destino a cava.

Uno de los principales problemas que afronta el sector es el de la falta de mano de obra tanto para recogida de la uva como en bodegas. Hay que señalar que el sector vitivinícola de la Comunitat Valenciana emplea a más de 32.000 personas entre puestos de trabajo directos, indirectos e inducidos.

En este sentido, Luis Javier Navarro señala que “la mano de obra cada vez es más escasa y debemos recurrir a personas migrantes. Nosotros en la organización disponemos de una bolsa de personas trabajadoras y en el caso de la uva existirá aún más demanda este año porque muchas hectáreas afectadas por la dana se deberán recoger de forma manual ante la imposibilidad de entrada de las máquinas por el estado de las explotaciones. Desde nuestra organización seguimos preparados para atender las demandas de los empresarios agrícolas para una correcta recogida de la uva y para que las personas recolectoras tengan como siempre las mejores condiciones laborales y sociales posibles».

El exceso de agua también es malo

Por su parte, la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja) estima que el mildiu reducirá a la mitad la producción de uvas para la elaboración de vinos blancos, que en los peores casos llegará a superar el 90% de merma, en la comarca de La Marina Alta y en concreto en los municipios de Xaló, Llíber, Alcalalí, Parcent y Benidoleig. Otras zonas vitivinícolas de esta comarca, más próximas al mar, donde no se registraron lluvias primaverales tan abundantes, como Benissa, Teulada, Poble Nou de Benitatxell, Xàbia o Dénia apenas tienen una afección del mildiu mínima e incluso inexistente.

Los viticultores afectados de Xaló explican que «el mildiu ha afectado directamente a la uva, y no al pámpano o la hoja, tras una desmesurada sucesión de lluvias en un momento del ciclo vegetativo tan sensible como es abril y mayo».

Los mismos productores también se quejan por daños por oídio y mosquito verde, dada la debilidad de las viñas. «Realizamos en su momento los tratamientos fúngicos autorizados para evitar la aparición de hongos, pero llovió tanto que las aplicaciones resultaron insuficientes. La variedad más castigada es el moscatel, así como todas las uvas blancas, con campos que prácticamente no vendimiarán nada», inciden los damnificados.

El caso de La Marina no es aislado en la viticultura española. El mildiu también causa estragos en Andalucía (Huelva, Cádiz, Málaga, Córdoba y Sevilla), Castilla y León o La Rioja, entre otras comunidades productoras de uva.

Por ello, AVA-ASAJA se ha sumado a otras organizaciones provinciales de Asaja para pedir el establecimiento de ayudas directas y medidas fiscales dirigidas a aliviar las graves pérdidas de los agricultores perjudicados, además de redoblar los esfuerzos en investigación sobre nuevos tratamientos fitosanitarios o biológicos que sean más eficaces para prevenir y combatir esta enfermedad que, lejos de ser un hongo más, constituye una seria amenaza que puede devastar la economía de zonas rurales donde la viticultura es un motor principal.

Inicio temprano en DO Valencia

En el ámbito autonómico, la vendimia ha arrancado en la DO Valencia, subzona de Clariano, con la recogida temprana de variedades blancas de perfil internacional. La campaña, que se extenderá durante los próximos meses, se prevé que concluya en Alto Turia a finales de octubre, con las últimas recogidas en las zonas de mayor altitud.

Pago Casa Gran, en el valle de Les Alcusses (Moixent), comenzaba la campaña con la vendimia de su Gewürztraminer. Su director técnico, Pancho, explicaba que  esperan una merma de cerca del 30% en las variedades blancas como consecuencia de las granizadas, «aunque con una excelente acidez que augura vinos muy frescos y expresivos», apunta. En cuanto a los tintos, subrayaba que  «2025 será una añada de intensidad, de frescor y, gracias a las lluvias, de taninos elegantes y suaves… estamos muy contentos», concluía.

La Bodega La Viña, en la Font de La Figuera, ha comenzado con la recogida de su Chardonnay. Jorge Caus, director técnico, incide en que esperan que la producción de esta campaña sea superior a la de los dos años anteriores, «que estuvieron muy condicionados por la sequía extrema, aunque ligeramente por debajo de la media de las últimas diez vendimias», recuerda.

En cuanto a la calidad, desde la DO Valencia se espera una maduración adecuada, con una buena sanidad de la uva. Las temperaturas están siendo altas, aunque algo más moderadas que en campañas anteriores, y con una humedad ambiental elevada que, si bien complica el manejo del viñedo en términos fitosanitarios, no debería comprometer el buen desarrollo del fruto si se mantiene el control actual.

La evolución de la cosecha en el resto de subzonas de la DO (Valentino, Moscatel y Alto Turia) evoluciona con normalidad y las previsiones que se manejan apuntan hacia una vendimia de uvas muy equilibradas y con muy buena sanidad.

¿Y la DANA cómo afecta al viñedo?

Laura Pérez, afectada de Requena por la DANA y afiliada a La Unió  señala que a finales de julio todavía le estaban peritando sus cuatro hectáreas de viña, que desaparecieron con la riada al lado del río Magro y que han incorporado al Dominio Público Hidráulico (DPH), así que «sigo sin tener mis tierras que ya no existen y sin saber a qué atenerme», corrobora.

En este sentido, Luis Javier Navarro, afirma que «parcelas como las de Laura eran de uva para cava, tenían buen rendimiento gracias al riego y se pagaban muy bien. Podría haber perdido más de 50.000 euros de ingresos de este año sin cosecha respecto al pasado que aún pudo vendimiar».

Pero también hay otro grupo de personas afectadas cuyas parcelas no se han incluido en el DPH, pero que todavía siguen sin arreglar. Otro afiliado de La Unió, en este caso de Utiel, Antonio García, indica que «se acerca la vendimia y no va a poder entrar a cosechar la uva porque pese al compromiso del Gobierno y Tragsa no me han reparado las parcelas».