El cuidado del cliente, la utilización de las mejores materias primas y la conservación de valores han sido algunos de los ingredientes de una fórmula que ha permitido a El Tigre cumplir un siglo de historia y convertir sus gaseosas en un producto que triunfa en la repostería.
Fue en 1915 cuando Alejandro Martínez, fundador de la empresa, comenzó a fabricar, en su tienda de alimentación de Cheste (Valencia), unos sobrecitos en los que incluía bicarbonato y ácido cítrico. Esos polvos, al mezclarlos con un vaso de agua fría y agitarlos, daban como resultado lo que se conoce como agua carbonatada.
Más de un siglo después, El Tigre mantiene el mismo nombre y la misma imagen y fórmula que a comienzos del siglo XX, aunque el uso de estas gaseosas en los hogares ha cambiado mucho desde entonces. Ahora es un producto que triunfa en repostería y que se incluye en algunas de recetas más populares, como madalenas o bizcocho.
En Economía 3 buscamos realizar un recorrido a través de la historia de todas aquellas empresas e instituciones de larga trayectoria, que han ayudado con su trabajo y esfuerzo a crear el tejido industrial del país durante generaciones. Por ese motivo, queremos poner en valor la labor de El Tigre, una empresa que ha mantenido su esencia y sus valores durante sus más de 100 años de historia.
Durante una visita al Hub de empresas de Economía 3 repasamos la trayectoria de El Tigre con los bisnietos del fundador y cuarta generación, Alfonso García y Sergio Cubel, CEO de la compañía y responsable de Marketing, respectivamente.
Una empresa pequeña y familiar
La cuarta generación de El Tigre tiene clara la clave que ha permitido a la empresa cumplir un siglo la historia: mantener los mismos valores y cuidar a clientes y proveedores. «Somos una empresa pequeña y familiar, que se dedica a lo que sabe hacer. Las personas que formamos parte de El Tigre, los clientes y los trabajadores somos como una familia», asegura Alfonso García, quien recientemente ha asumido el cargo de director ejecutivo.
García y Cubel, ambos primos y bisnietos del fundador, recuerdan cómo su bisabuelo comenzó a hacer gaseosas en la tienda de alimentación que tenía en el centro de Cheste, un producto que empezó a conocerse en el pueblo y se expandió gracias al empeño de los hijos de Alejandro Martínez, la tercera generación de El Tigre. «Ellos se dedicaron a la expansión comercial, pero puerta a puerta y pueblo a pueblo. Lo hicieron por toda España», explica García.
Del envasado manual al envasado automático
Durante las primeras décadas, las máquinas que se utilizaban en El Tigre ni siquiera se producían en España, de hecho la primera llegó de Italia. En ese momento, se pasó de doblar los sobrecitos de gaseosa a mano al envasarlos de manera automática. Más tarde, la empresa adquirió la primera máquina española en los años 70, concretamente en Aranjuez.
En los años 80 y 90, fue la tercera generación, presente todavía en la empresa, la encargada de modernizar los procesos de producción y abordar todas las cuestiones relacionadas con la tecnología. «Somos una empresa humilde, pero siempre subidos al carro de lo último. Si hay que tener un sistema de calidad, queremos el mejor sistema de calidad. De hecho, estamos certificados con la ISO 9001», destaca García.
Actualmente, El Tigre sigue produciendo desde Cheste, pero con unas instalaciones de cerca de 1.500 metros cuadrados. «Las instalaciones son las más grandes y mejores que hemos tenido nunca. Funcionamos como un reloj», resalta el CEO.
De bebida a producto estrella en repostería
Aunque la fórmula y la esencia de El Tigre se mantiene, el uso del producto ha cambiado mucho, puesto que, cuando Alejandro Martínez comenzó a fabricar las gaseosas, se consumían principalmente para preparar agua carbonatada. De hecho, durante los primeros 30 años, la gente acudía con sobrecitos de El Tigre a la fuente del pueblo y los preparaban para refresco. Ahora, el 80% de los clientes usan los productos de El Tigre para repostería.
Precisamente, la empresa salió reforzada durante la pandemia, puesto que el producto cogió impulso como gasificante para repostería. Así, durante el confinamiento, numerosos hogares contaban en sus despensas con productos de El Tigre para preparar recetas en casa. «En cada casa hoy en día esto es como la sal. A la hora de hacer tortitas, madalenas, bizcochos o cualquier masa líquida, se tiene que echar gaseosa El Tigre. Además, cuando lo pruebas, sale mejor», destaca García.
El pasado 2023, la empresa volvió a las cifras de la pandemia y vendió alrededor de 20 millones de sobrecitos. «Las previsiones para este año son mantenernos. Si luego creceremos, pues mejor, pero no aspiramos a más», añade.
Apostar por la comunicación
Por su parte, Sergio Cubel, responsable de Marketing, subraya la importancia de la comunicación de la marca, un aspecto en el que están tratando de incidir en la actualidad para diferenciarse de la competencia. «Nos intentamos diferenciar siempre enfocándonos en el tema de la cocina, porque nuestro punto más fuerte actualmente es la repostería, de ahí que tengamos un libro con recetas», apunta.
Además del libro de cocina de El Tigre, la empresa ha potenciado la comunicación de la marca con productos de merchandising, como camisetas, bolsas o botellas.
A pesar de que la marca ya está presente en prácticamente todas las grandes cadenas de supermercados de España, El Tigre busca conocer más a sus clientes e impulsar aún más la comunicación. Para ello, están realizando un estudio para orientar mejor el producto y descubrir qué le dan los consumidores en casa.
La gaseosa El Tigre en el futuro
El CEO de El Tigre cree que no hay un hito concreto a resaltar de la historia de la empresa, puesto que «lo importante es la trayectoria». «Me encanta el artículo de Elisa Valero –socia directora de Economía 3– que habla de las empresas centenarias. Ahí está la clave: cuidar a los clientes y mantener los valores», señala.
Sobre estos principios que se mantienen en la empresa, García destaca la importancia de «utilizar las mejores materias primas, mantener el mismo producto y atender a tus clientes y proveedores». «Hay que unir a todo el mundo en mismo equipo, incluidos los trabajadores», añade.
Incide también en que son «una empresa familiar» muy arraigada a Cheste. De hecho, desde 1915 el nombre del municipio aparece en los paquetes de El Tigre. «Los trabajadores son del pueblo. Todos prácticamente se han jubilado ahí con nosotros y han terminado siendo una gran familia. Yo a algunos los considero como mis tíos o tías«, asegura.
Respecto a cómo será la empresa en el futuro, Alfonso García, quien se acaba de poner al frente de la compañía, considera que «lo importante no es la persona que dirija la empresa, sino los valores de la misma». «Siempre decimos que el objetivo es aguantar otros 100 años y mucho más a ser posible», concluye Sergio Cubel.