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Los jóvenes tendrán que jubilarse a los 71 años para cobrar una pensión digna

Un estudio elaborado por la Fundación BBVA y el IVIE advierte de la situación en la que se van a encontrar los jóvenes para jubilarse dentro de unas décadas

Los jóvenes tendrán que jubilarse a los 71 años para cobrar una pensión digna
Publicado a 04/07/2025 14:57

Los jóvenes españoles se enfrentan a un futuro incierto. La dificultad para acceder a una vivienda, la inestabilidad laboral y los bajos salarios son solo parte de una realidad cada vez más precaria. A esta situación se suma otro desafío: la amenaza de no poder acceder a una pensión de jubilación digna. Un estudio elaborado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) advierte de que los jóvenes que se jubilen en 2065 y que solo hayan podido cotizar durante 30 años tendrán jubilarse a los 71 si quieren alcanzar una pensión similar a la que reciben hoy sus padres.

La causa principal está en la entrada tardía al mercado laboral. La tasa de empleo entre los jóvenes de 16 a 29 años es hoy 15 puntos inferior a la de 2007. Esta demora en comenzar a trabajar dificulta que puedan acumular suficientes años de cotización para alcanzar la pensión completa a la edad ordinaria de jubilación.

Además, la última reforma del sistema de pensiones exige mayores aportaciones a la Seguridad Social para recibir una pensión similar a la actual. Aun así, la tasa de reemplazo —la proporción entre la primera pensión y el último salario— será ya dos puntos más baja. Y si se implantaran en España medidas similares a las de otros países europeos, esa tasa podría caer entre 10 y 20 puntos adicionales.

Concretamente un joven que cotice 30 años podría recibir una pensión equivalente al 57,6% de su último sueldo, frente al 77,1% que reciben actualmente los jubilados con esa misma trayectoria laboral. La jubilación, antaño sinónimo de descanso y estabilidad, se perfila ahora como un horizonte más lejano e incierto para toda una generación.

¿Jubilarse a los 71 años?

En 2024, la tasa de ocupación entre los jóvenes españoles de 16 a 29 años se situaba en el 43,2%, una cifra que contrasta con el 58,7% registrado en 2007. Esta diferencia de 15 puntos porcentuales refleja que los jóvenes se incorporan al mercado laboral más tarde, lo que limita su capacidad para acumular años de cotización suficientes a lo largo de su vida laboral.

Esta entrada tardía al empleo tendrá consecuencias directas sobre su jubilación. Muchos de ellos no lograrán completar carreras laborales lo suficientemente largas como para acceder a una pensión completa a la edad ordinaria de retiro. Como resultado, se verán obligados a prolongar su vida laboral más allá de los 65 o incluso los 67 años si quieren mantener su nivel de vida durante la jubilación.

Además, deberán enfrentarse a los efectos de las reformas del sistema de pensiones aprobadas en los últimos años, que se notarán con más intensidad a partir de 2027 y se consolidarán en décadas posteriores. Entre las medidas está el aumento de la edad legal de jubilación hasta los 67 años para quienes no hayan cotizado al menos 38 años y medio, y la necesidad de haber cotizado 37 años para percibir el 100% de la base reguladora.

Un mayor esfuerzo, pero pensiones más elevadas

Otra modificación es la ampliación del periodo de cálculo de la pensión: en 2044 se tendrán en cuenta los 27 mejores años dentro de los últimos 29, una fórmula que, en la práctica, puede reducir la cuantía final de la pensión. A esto se suma el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), que incrementará las cotizaciones sociales entre 2025 y 2029, pasando del 0,8% al 1,2%. Este porcentaje podría elevarse aún más si aumentase el déficit de la Seguridad Social.

Pero estas cotizaciones adicionales no se traducirán en pensiones más elevadas. El sistema español no tiene en cuenta el tipo de cotización a la hora de calcular la pensión, sino únicamente las bases de cotización. Es decir, los jóvenes deberán aportar más durante su vida laboral, pero ese esfuerzo no tendrá impacto en la pensión que recibirán al jubilarse. En el caso de los salarios altos, además, deberán abonar una «cuota de solidaridad», que tampoco mejorará su prestación.

Para medir el impacto de estas reformas se utiliza un indicador técnico: la tasa bruta teórica de reemplazo, que representa la relación entre la primera pensión anual de jubilación y el último salario anual percibido. Aunque útil para comparar distintos escenarios, este indicador no refleja las subidas de cotización si estas no se traducen en un mayor derecho a pensión.

Un nivel de vida más bajo para los jóvenes

En cuanto a la tasa de reemplazo, los jóvenes españoles que se incorporan cada vez más tarde al mercado laboral tendrán que prolongar su vida activa si quieren acceder a una pensión suficiente. Cotizar menos años implica recibir una pensión más baja en relación al último salario, especialmente si además parten de sueldos bajos. Esto puede traducirse en un nivel de vida más bajo tanto durante la etapa laboral como en la jubilación.

Según las proyecciones para 2065, solo quienes hayan cotizado al menos 40 años y se jubilen a los 65 podrán mantener su poder adquisitivo gracias a una pensión equivalente al 90% de su último salario. En cambio, quienes solo coticen 35 años deberán retrasar la jubilación hasta los 68 años, y quienes lleguen a 30 años tendrán que hacerlo hasta los 71.

Además, las últimas reformas ya anticipan un ligero ajuste a la baja en las pensiones futuras. Por ejemplo, un joven con 30 años cotizados pasaría de una tasa de reemplazo del 77,1% a un 75,3%. En resumen, menos años de cotización implican jubilarse más tarde o aceptar una pensión más baja.

Dificultad de ahorro de los jóvenes

Aunque la normativa actual ya incluye reformas importantes, también deja abierta la posibilidad de aplicar nuevas medidas si el gasto en pensiones supera lo previsto. Si se aprueban algunas de las reformas que ya están sobre la mesa del debate público, las pensiones de los jóvenes que se jubilen en 2065 podrían verse mucho más afectadas.

Entre estas medidas se plantean tres cambios: ampliar el periodo de cálculo de la pensión a los últimos 35 años trabajados (lo que perjudicaría a quienes empezaron tarde o con sueldos bajos), exigir 40 años cotizados en lugar de 37 para cobrar el 100% de la pensión, y vincular el importe de la pensión inicial a la esperanza de vida mediante un nuevo ajuste automático que empezaría a aplicarse en 2044.

A esta incertidumbre se suma la precariedad actual. Los jóvenes de entre 16 y 29 años viven en hogares con ingresos un 4,2% por debajo de la media nacional, lo que limita su capacidad de ahorro y dificulta construir una carrera laboral larga y estable.

Aunque no se aplicaran nuevas reformas, los jóvenes de hoy ya tendrán que hacer un mayor esfuerzo de cotización y aceptar una reducción en la pensión que recibirán. Cuanto más corta sea su vida laboral, mayor será esa pérdida. La única manera de compensarlo sería retrasando la jubilación. Pero si finalmente se aprueban las reformas adicionales para reducir el déficit del sistema, el impacto negativo sobre las pensiones será aún mayor.

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