La Habana, donde se encuentran la empatía, la música y el carácter urbano
He vuelto a La Habana, la primera vez que estuve era el «periodo especial», principios de los 90, y aunque he realizado algunas visitas más, 30 años después la situación me parece realmente surrealista, como si el tiempo se hubiera detenido. No hay gasolina, muchas dificultades para encontrar alimentos o medicamentos, y una migración del país que a ellos mismos les cuesta saber cuántos son en estos momentos. Hay calles donde da la sensación de que ha pasado un bombardeo, y la estética de la ciudad me atrevería a decir que es única.
A pesar de todo ello, La Habana forma parte de nuestra historia, deberíamos visitarla para entenderla, escucharla y recorrerla. A mí me atrapa, tiene algo mágico, singular, no sé explicarlo muy bien, pero tiene un encanto muy particular que no encuentro en otras ciudades. Lo cual no quita que, con un sentido crítico, me percate de que son días de Navidad y sin embargo no hay alegría, no hay vehículos por las calles. Apenas hay gente paseando al final del día, ni un solo adorno navideño, nada en las tiendas… Sólo la empatía, la música y el carácter cubano rompe esta lamentable situación.
Un centro histórico declarado Patrimonio de la Humanidad
Es la ciudad más poblada del país, con casi dos millones y medio de habitantes, y fue fundada por los españoles en 1514. Por su privilegiada situación, frente a las costas del Atlántico norte se convirtió en un importante centro comercial, atacado en múltiples ocasiones, lo que llevó a fortalecer la bahía con construcciones defensivas militares. Allí concentraba sus naves España antes de cruzar el océano.
Esta evolución y desarrollo lo vemos en la actualidad cuando la visitamos, sus construcciones, su arquitectura, sus lugares emblemáticos, todo recoge perfectamente la evolución que La Habana ha tenido desde que fue constituida por los españoles. La Habana vieja es un libro abierto sobre su historia, de hecho, su centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1982.
Me encanta recorrerla, todo está relativamente cerca andando. Te recomiendo que utilices un guía local para conocer mejor qué significa cada plaza, cada edificio, cada monumento. La Plaza de Armas fue en la época colonial española el centro de la vida oficial pública de la ciudad. El castillo del Morro, ubicado en una posición estratégica en un cerro, se construyó a finales del siglo XVI cuando hubo que proteger la ciudad por su importancia estratégica. El Capitolio, La Plaza de la Revolución, el Gran Teatro de La Habana…
La Bodeguita del Medio, un símbolo de la ciudad
Entre medias, calles con historia, algunas de ellas bloqueadas por cañones «plantados en el suelo» que actúan de bloqueo al paso de coches. Edificios sin la más mínima restauración, ni siquiera de pintura que le confieren un aspecto sorprendente, pero salpicado por la simpatía cubana, la música y los puestecillos para turistas de souvenirs o de ron y tabaco.
Y allí, en medio de una calle, se encuentra La Bodeguita del Medio, casi un símbolo de la ciudad. Aunque le atribuimos su fama al escritor Ernest Hemingway, son muchos los que le han dado la fama que tiene actualmente (desde Errol Flynn, hasta Salvador Allende, pasando por Agustín Lara o Pablo Neruda). Me encanta el ambiente que se respira al llegar, mojitos sin parar, música en directo, gente rodeando toda la entrada y el local. Su comida, local criolla. Vale la pena reservar para comer, aunque en la actualidad hay menos variedad de comida (la escasez afecta a todo el país).
El malecón de La Habana
Su crecimiento en los siglos XIX y XX convirtieron La Habana en una de las ciudades más ricas de América central y el Caribe. Todo ello permitió el desarrollo de barrios como El Cerro o El Vedado. Estos barrios, que concentraron a la nueva burguesía habanera son dignos de recorrer, me impresionan sus edificaciones, las mansiones, la arquitectura que se ha desarrollado en esta área. Sé que al verlo te preguntarás cómo es posible que esté casi todo en ruinas, decadente…, la respuesta la debes encontrar tú mismo, pero la visita es casi obligatoria, inspiradora y nos invita a la reflexión.
Y el malecón de La Habana es una amplia avenida con un muro en su lateral que lo protege del mar océano, un símbolo de la ciudad, cuyo origen data de 1819, pero que fue terminado como lo vemos hoy en 1958. Por cierto, para entender lo que ha sido La Habana basta decir que en 1859 ya circulaban tranvías eléctricos desde el Puerto de La Habana. Y a mediados del siglo XX era una de las ciudades más ricas de América. Lo demás, hasta llegar a su situación actual, te invito a que lo descubras personalmente.