Guerra en Oriente Medio: ¿Un balón de oxígeno a los vehículos eléctricos chinos?
El conflicto que lleva meses sacudiendo el avispero de Oriente Medio parece haber entrado en una nueva magnitud, tras el ataque iraní con misiles hipersónicos a Israel del pasado martes. De confirmarse la escalada y el estallido de una guerra abierta entre ambos países y sus aliados, son muchas las consecuencias económicas y geopolíticas que previsiblemente se derivarían del conflicto. Y es que Irán no sólo es uno de los principales productores de petróleo del mundo y posee las segundas mayores reservas de gas natural, sino que su ubicación estratégica le permitiría interrumpir la producción y exportación de crudo, lo que reduciría la oferta mundial de petróleo.
Ante esta perspectiva, sectores como el de los vehículos eléctricos ven cumplirse el viejo refrán de «a río revuelto, ganancia de pescadores». En un momento en el que más de una treintena de organizaciones y 150 académicos, reunidos en la plataforma Unidos por la Justicia Climática, exigen a la Unión Europea (UE) el fin a los subsidios a los combustibles fósiles en 2025 (que rondan los 400.000 millones al año); una previsible subida de los precios del combustible podría impulsar al sector de la movilidad eléctrica.
El momento, no obstante, ha cogido a los fabricantes de automóviles europeos con el pie cambiado. Lejos todavía de haber completado una transición efectiva, el sector se concentra en la actualidad en combatir a través de las instituciones europeas la llegada de los vehículos chinos, la principal amenaza para las empresas automovilística europeas.
Europa dividida, también a cuenta de China
La polémica tiene todavía mucho recorrido por delante y Europa no cuenta con una postura común. Si la visita oficial a China de Pedro Sánchez el pasado mes de septiembre acercaba posturas entre ambos países y colocaba a España en una posición cercana a la de Alemania; la presidencia francesa considera que la propuesta de la Comisión Europea (CE) de aumentar los aranceles a los vehículos eléctricos chinos que se vendan en Europa es «proporcionada y calibrada«.
En la víspera de que el presidente francés, Emmanuel Macron, visite por cuarta vez durante 2024 Alemania, donde se reunirá con su canciller, Olaf Scholz, fuentes del Elíseo comentaron que la idea de la CE «no significa cerrar el mercado» de la UE y sí «establecer las condiciones para una competencia leal».
Berlín, sin embargo, se distancia de la línea de actuación que impulsa París, pues es uno de los principales suministradores de componentes para los vehículos chinos. Además, los alemanes temen que las represalias que ha prometido el gigante asiático afecten a otros sectores como las importaciones de carne de cerdo, brandy y productos lácteos europeos.
En este sentido, el canciller alemán Olaf Scholz insistía este miércoles en la necesidad de continuar las negociaciones con China para evitar el aumento de aranceles de la UE a sus vehículos eléctricos, y alertaba del riesgo de adoptar medidas proteccionistas.
«Se cavan zanjas y se levantan muros por doquier. El objetivo es contrarrestar los riesgos -y, en última instancia, la competencia extranjera- estrechando cada vez más el círculo de socios comerciales. Se habla de desacoplamiento», avisó en un discurso con motivo del 75 aniversario de la Asociación Federal de Comercio Mayorista y Comercio Exterior.
¿A qué marcas afectaría?
Tras nueve meses de investigación, la Comisión ha recomendado finalmente a la UE el aumento de aranceles para los vehículos eléctricos chinos. En su informe publicado el pasado verano, Bruselas sugiere un aumento de las tasas de aduana debido al apoyo que el Estado chino brinda a las empresas que fabrican los automóviles.
Dependiendo del nivel de subvenciones públicas que las diferentes marcas hayan recibido de Pekín, la CE recomienda tasar en un 7,4 % a BYD, un 20 % a Geely y un 38,1 % a SAIC. Asimismo, las marcas occidentales que produzcan en China (Tesla, Dacia o BMW) serían gravadas en un 21 %.
A China se le acumulan los frentes
Canadá es otro de los países que, junto a los Estados Unidos, está plantando batalla a la entrada de vehículos de fabricación china, lo que ha llevado al gigante asiático a presentar una demanda ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). Además de los vehículos eléctricos, China denuncia también los aranceles impuestos por Canadá sobre los vehículos eléctricos y sobre el acero y aluminio procedentes del gigante asiático, que entraron en vigor este martes.
La acción fue anunciada hoy por el Ministerio de Comercio de China en un comunicado en su página web, que acusa a Ottawa de «hacer caso omiso de los hechos objetivos, de las normas de la economía y el comercio internacionales, de las objeciones y el desaliento de muchas partes» y de «insistir en seguir a ciertos países para tomar medidas unilaterales de contención contra China», en referencia a Estados Unidos.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, anunciaba el pasado mes de agosto que su país impondría un arancel del 100 % a la importación de vehículos eléctricos chinos, así como otro del 25 % al acero y aluminio procedentes del gigante asiático. Estas medidas igualan a las impuestas por los norteamericanos, quienes justifica la decisión bajo el pretexto de las políticas industriales chinas subvencionan a sus empresas en perjuicio de sus competidores occidentales.
Guerra de sanciones
A finales del pasado verano, el anuncio de la imposición de aranceles a las exportaciones chinas por parte de la UE se tradujo en la amenazada de una investigación por competencia desleal a los productos porcinos españoles. Nuestro país es el principal exportador porcino a China entre todos los países de la UE, con ventas por valor de 1.223 millones de euros en 2023.
Diversos analistas ya habían indicado que Pekín buscaría que sus represalias por los aranceles se centrasen en los países considerados como sus impulsores, entre los que se encuentra España y Francia, principalmente. Las de alimentos son en nuestro país una de las exportaciones que más ha crecido durante los últimos años.
Los últimos datos del Ministerio de Economía, Comercio y Empresa cifran este crecimiento en un 20,5% interanual, con un superávit de 7.055,4 millones de euros.