La vivienda en España se ha convertido en un problema de primer orden, que afecta tanto al bolsillo como a la salud mental de los ciudadanos. Según los datos del Informe «La Situación de la Vivienda en España», llevado a cabo por el Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE) y la empresa GAD3, esta es, junto a la sanidad, y tan solo por detrás de los problemas económicos, la tercera mayor preocupación de los menores de 35 años. Hablamos con Alfredo Sanz, presidente del Consejo General de la Arquitectura Técnica de España CGATE sobre cuáles son las principales conclusiones de este informe y cómo podemos solucionar el problema de la vivienda.
– En tu opinión, ¿cómo hemos llegado a esta situación?
La raíz está en el desequilibrio entre la oferta y la demanda.
Estamos viviendo una época posburbuja que todavía arrastra ciertas connotaciones negativas para el sector de la vivienda.
Se produjo una importante contracción a la hora de producir vivienda. Este hecho ha contribuido, entre otras causas, a un incremento desmesurado de los precios, a la falta de oferta… Sin olvidarnos tampoco de que la población sigue creciendo año tras año y de que todos necesitamos una vivienda donde desarrollar nuestro proyecto vital.
Una vivienda para desarrollar nuestro proyecto de vida
Tengamos en cuenta que no podemos producir 600.000 viviendas como se produjeron en 2008. En este momento estamos en las 120.000 anuales y necesitaríamos doblar la oferta para cubrir las necesidades del mercado en busca de hogar.
Todo ello conlleva una serie de problemas añadidos y que se centran en cómo afecta esta situación a las personas, que es lo que nos preocupaba, y lo hace en varios sentidos.
Un euro invertido en vivienda es un euro ahorrado en sanidad
El primero de ellos es el económico. Por supuesto, es un sobreesfuerzo económico al que tiene que hacer frente una persona y que lleva aparejado otros problemas como el de la salud mental, ya que produce ansiedad, depresión, temor a perder la vivienda… y un sinfín de cuestiones que recoge el estudio y que no sé si se habían tenido en cuenta hasta ahora. Pero la frase que lo resume es un euro invertido en vivienda es un euro ahorrado en sanidad.
Sí, porque los problemas que genera la inseguridad o el tener que abandonar la vivienda y volver a casa de los padres puede acabar en terapias que necesitan un seguimiento o un gasto en sanidad. Sobre todo, conlleva un deterioro en la esperanza de las personas, que es la fuerza más poderosa que necesitamos para salir adelante en este mundo tan complicado.
– ¿Habéis confirmado con Sanidad esta información o con médicos de familia que las personas acuden con problemas de ansiedad porque no tienen vivienda?
Está reflejado en la encuesta y son datos que están absolutamente contrastados.
Lo que me sorprende es que la gente tenga esa sinceridad para exponer algo tan poco estudiado hasta ahora teniendo en cuenta que siempre ha habido una tendencia a esconder los problemas de salud mental. Por lo tanto, es positivo poner encima de la mesa estos problemas que existen, que habría que converger entre varios agentes como la administración y diferentes profesionales para ir estudiando ese paquete de medidas que intenten evitar que la vivienda acabe siendo un producto únicamente especulativo.
– Tú has confirmado que no podemos producir 600.000 viviendas. ¿Cuál es el problema? ¿Falta suelo finalista?
Por supuesto. Hay que repensar el proceso de transformación del suelo. es absolutamente kafkiano que desde que se inicia un procedimiento pueden pasar hasta 10 años para que ese suelo pueda ser finalista. Hay que repensar los plazos de concesión de las licencias, es aberrante que haya que esperar hasta dos años en determinados municipios.
Tampoco se puede llegar a esas producciones en un sector que se ha contraído. Después de la crisis de 2008 el sector disminuyó, no hay en principio relevo generacional.
Por otra parte, se está intentando poner solución mediante las nuevas técnicas de construcción de edificios. Es decir, hay que ir pensando, que de hecho ya se está haciendo, en cómo se producen y cómo se fabrican. Estamos ya en transición hacia un mercado más industrializado, donde una gran parte del edificio se construye en naves para después colocarlo en obra.
Ahorros de tiempos y procesos
– La construcción industrializada supone también un ahorro de tiempo.
Sí, evidentemente. Supone un ahorro de tiempo y una disminución de incertidumbres porque son elementos serializados. Todo esta cuestión tiene sus debates en otros ámbitos, como el de la creatividad…, pero tampoco estamos pensando en que todo lo que se construya vaya a ser industrializado. Tendrá su mercado, sus oportunidades y sus áreas de influencia.
– ¿Has hablado de una disminución de incertidumbres…
Incertidumbres, porque en una obra, una construcción tradicional es un prototipo. Aunque haya dos edificios iguales uno al lado del otro pueden ocurrir cosas distintas. Me refería a ese tipo de incertidumbres, al decalaje entre el proyecto y la obra, la ejecución… Es decir, siempre surgen cuestiones que hay que resolver. Todas ellas tendrán un menor impacto en la construcción industrializada.
– ¿Cuánto podríamos agilizar con la fabricación industrializada la construcción de viviendas?
Si diera una cifra no sería prudente porque depende del método elegido, la solución que hayan aplicado al proyecto en cuestión… pero lo que sí que está claro esque si se planifica con tiempo, el montaje es mucho más rápido.
Los materiales como el hormigón, que tardan 28 días hasta llegar a la resistencia estándar, muchos de ellos ya vienen fabricados y solo hay que colocar en obra.
En definitiva, son una multitud de factores los que nos empujan a mirar a estos procedimientos de fabricación.
– Otra cuestión importante es el precio. De hecho, el metro cuadrado se ha posicionado en 1.900 euros el metro cuadrado. ¿La construcción industrializada contribuirá a bajar los precios?
En cuanto se estabilice el mercado y se genere la oferta suficiente es muy posible. Ahora, de momento, como muy bien sabemos, es una tecnología que está creciendo. Por lo tanto, no podemos hablar todavía de una contracción del precio en ese tipo de construcción, pero es evidente que el tiempo hará que esto cambie.
Es momento de pensar en los ciudadanos
– El sector de la construcción reclama un pacto de Estado para solucionar el problema de vivienda. ¿Qué valoración haces de esta afirmación?
Yo lo veo absolutamente necesario. Tenemos un país en estos momentos políticamente muy polarizado. Parece que es más importante llevar la contraria a tu oponente político que solucionar los problemas. Considero que ha llegado el momento de pensar en los ciudadanos.
Es decir, hay que solucionar los problemas. Los representantes políticos los elegimos para que nos ayuden a vivir lo mejor posible. En estos momentos parece que lo que una diga, el otro reniega de ello. Con lo cual, hay que llegar a un pacto de Estado. Si no se cumple la expectativa de vivienda, muchos derechos sociales y humanos son imposibles de cumplir.
– Desde la APCEspaña reconocían que el problema de vivienda ponía en peligro el sistema de las pensiones.
Los derechos humanos son interconectables y muchos de ellos dependen del derecho y del acceso a la vivienda. Manejamos un estudio que nos muestra que la situación actual, si hacemos una prospección a futuro podríamos, sin necesidad de alarmar a nadie, sí intentar poner encima de la mesa que la generación que viene igual se encuentra con que es necesario un 175% de los ingresos de la pensión para poder hacer frente a las cuotas o bien de hipoteca o bien de alquiler. Esperemos que esta distopía no llegue a producirse nunca.
Mayor seguridad jurídica
– El desequilibrio entre la demanda y la oferta. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
En primer lugar, para que un sector se desarrolle necesita seguridad jurídica. Entendemos que en estos momentos no se tiene, ni por parte del sector ni por parte del propietario minoritario, esa seguridad jurídica necesaria para que hubiera un florecimiento de la oferta.
No entiendo de política, pero seguramente serían mejorables algunas medidas.
Es decir, ni somos partidarios de intervenir férreamente el mercado de la vivienda, ni tampoco de dejar una libertad mal utilizada. Es decir, la libertad siempre es buena. El problema es el uso que se hace de ella. La vivienda, como objeto especulativo, acaba produciendo estos desajustes.
Lo que no puede ser es la brecha que hay entre el producto y el esfuerzo de la gente traducido al salario y la renta que se está pidiendo para poder tener derecho a acceder a una vivienda.
La contracción de la oferta se ha debido también a que muchas de las empresas que se dedicaban a producir viviendas han desaparecido, no ha habido relevo y también hay que decir que, en su momento, el sector financiero cerró la espita del capital para poder financiar promociones.
– ¿La nueva Ley de Vivienda puede ayudar a solucionar el problema de vivienda que sufrimos en España?
Tenemos que confiar que seremos capaces entre los políticos y los principales agentes del sector que vamos a ponernos a trabajar coordinadamente para intentar paliar esta situación. Es una misión que trasciende a una gran parte de la sociedad y todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad. En el primer plano están los políticos que tienen su responsabilidad y desde luego no se va a solucionar si no llegan a un acuerdo unos con otros.
Lo primero que hay que reconocer es que tenemos ese problema y lo segundo es que tenemos la obligación de contribuir a solucionarlo.
– Por último, la rehabilitación de vivienda. ¿Podría contribuir a paliar el problema?
La rehabilitación de vivienda es un apartado importante. Tenemos un parque de viviendas bastante obsoleto y unos objetivos que Europa nos marca en cuanto a eficiencia energética y accesibilidad, entre otras cuestiones.
En el estudio que hemos presentado se pone de manifiesto que un 80% de las viviendas existentes no cumpliría los requisitos para personas de edad avanzada. Tendremos que ver también cómo se soluciona este problema. La rehabilitación de vivienda está en auge. No llega ni al 10% de lo que nos pide Europa. Es decir, deberíamos rehabilitar 300.000 viviendas al año y no estamos llegando a las 30.000 en España.
La rehabilitación consiste en que el edificio vuelva a reunir las condiciones aptas, según los estándares de vida actuales, de aquellos edificios que no las tienen.