El valenciano y profundo europeísta, Román Arjona, es funcionario de la Comisión Europea desde 2004 y economista jefe en la Dirección General que se encarga del mercado único y la política industrial desde hace dos años. Antes estuvo en el Fondo Monetario Internacional, el Banco Europeo de Inversiones, la OCDE y en algunos gabinetes ministeriales. También ha sido asesor del Foro Económico Mundial.
De su departamento depende, en gran medida, el futuro de la UE porque en él se ha diseñado toda la política industrial y comercial de los próximos años. Como la reforma del diseño del mercado de la electricidad «para que los consumidores se beneficien de los costes más bajos de las renovables».
Un futuro económico ¿verde?
– Le escuché decir hace un año que el futuro económico de Europa, y, por tanto, de España, era verde y digital. ¿Y ahora? ¿Se están cumpliendo los ambiciosos retos que se habían marcado?
Desde luego. Ahora más que nunca el futuro de Europa viene asociado a una transición verde y digital de éxito. Sin ir más lejos, en febrero de este año la Comisión presentó el Plan Industrial del Pacto Verde. Su objetivo es crear un entorno más propicio para apoyar la capacidad de la Unión en tecnologías y productos tecnológicos ecológicos.
Este plan tiene cuatro elementos clave. Primero, que tengamos en Europa un marco regulatorio que sea previsible y simplificado. Se incluye la reforma del diseño del mercado de la electricidad para que los consumidores se beneficien de los costes más bajos de las renovables.
Además, el Plan fomenta un acceso rápido a financiación para la tecnología verde no sólo con la movilización de los instrumentos de inversión europeos, sino también con una revisión del Marco Temporal de Ayudas de Estado y procesos más simples de aprobación de proyectos europeos de interés común para innovación verde.
Además, este plan también pretende mejorar la disponibilidad de capacidades en la UE para industrias con cero emisiones netas a través de programas de reciclaje y perfeccionamiento profesional. Y, por último, la Comisión Europea pondrá en práctica acuerdos de libre comercio que cubran la transición ecológica y creará un ‘Club de Materias Primas Fundamentales’ con países afines y países en los que las materias primas abundan, para garantizar la seguridad mundial de suministro de estas.
– El pacto verde, la agenda sobre competencia, los Fondos Next Generation. Todos con financiación. ¿Están funcionando cómo pensaban?
No debemos olvidar que una carrera por las tecnologías limpias está en marcha a escala global. Es una buena noticia para nuestro planeta, pero también ejerce presión sobre nuestra competitividad.
En la Unión tenemos que actuar con rapidez para salvaguardar la competitividad de la base industrial de Europa en estas tecnologías. Desde los Estados Unidos hasta la India, desde China hasta Japón, nuestros socios y competidores internacionales han empezado a invertir masivamente en tecnologías e innovación ecológica.
Con el Pacto Verde y su Plan Industrial, los fondos de recuperación y resiliencia y recientes leyes europeas como la de industrias de emisiones cero o la de materias primas críticas adoptadas recientemente, desde la Comisión se ha puesto énfasis en aspectos de enorme relevancia para la transformación industrial verde de Europa.
– ¿Qué falla?
Pues, por ejemplo, que los tiempos para otorgar licencias para instalaciones de tecnología verde en los estados miembros son muy largos, algunos de hasta cinco años.
También que hay brechas importantes en sectores de futuro como el hidrógeno en el que se espera que, de aquí al 2030, la UE necesite en torno a 180.000 empleos, o en paneles solares, en el que se espera una demanda adicional de 66.000 puestos.
Desigualdades
– La pandemia puso de manifiesto grandes desigualdades que la invasión rusa de Ucrania ha acentuado. ¿Qué hace la comisión para atajar está situación?
Debemos tener en cuenta que las restricciones comerciales a la importación y a la exportación son cada vez más habituales a escala global, sobre todo desde 2021 debido a tensiones geopolíticas. En este contexto, la Unión Europea se viene enfrentando a una serie de dependencias estratégicas en productos esenciales para la seguridad y protección de los ciudadanos, la transición verde y digital, y la salud.
En múltiples de esos productos hacemos frente, además, a puntos de especial fragilidad, lo que en inglés llamamos ‘puntos de ahogo’, en los que un país concentra la exportación a nivel mundial, y, además, es muy central en los nodos comerciales globales.
Por ejemplo, para algunas tecnologías verdes la oferta va a ser insuficiente para satisfacer la demanda mundial. La demanda de baterías de litio en la Unión Europea se prevé que crezca 12 veces hasta 2030 partiendo del valor en 2020. La UE depende mucho de materias primas de terceros países para sus tecnologías verdes.
Por ejemplo, las cadenas de valor de las tierras raras para producir imanes permanentes están dominados por China y estas tierras son esenciales para construir vehículos eléctricos y como insumos para otras tecnologías verdes.
Para hacer frente a esta situación, la Unión Europea hace tres cosas fundamentales. Primero, entender con un alto nivel de granularidad dónde se producen las dependencias estratégicas y las disrupciones en las cadenas de valor, a qué sectores afectan y con qué intensidad. Disponer de evidencia y explotar los datos que existen es fundamental para poner en práctica respuestas policy robustas que nos permitan hacer frente a estas disrupciones y crear un tejido económico e industrial más resiliente.
En segundo lugar, trabajamos para diversificar las cadenas de valor a través de numerosos diálogos y partenariados con países afines porque, aunque la UE se enfrenta a dependencias estratégicas, otros países también tienen dependencias de la UE –a esto lo llamamos dependencias inversas– y las soluciones cooperativas a escala global son particularmente eficaces para diversificar riesgos y garantizar suministros. En tercer y último lugar, la UE trabaja para reforzar su capacidad industrial en algunos ámbitos.
Las alianzas industriales europeas aceleran actividades en el ámbito de las baterías, las materias primas, el hidrógeno o los chips. Los proyectos europeos de interés común permiten que los Estados miembros pongan en común recursos para lograr innovaciones de vanguardia. Las leyes europeas de industrias con emisiones cero o materias primas críticas son también muy importantes para lograr estos objetivos.
Tendencias europeas
– He leído en un informe que las zonas con un porcentaje cada vez menor de empleos industriales suelen votar más en contra de la UE. ¿Qué hace la UE para paliar el descontento en los lugares que no importan?
Tenemos que ser conscientes de que el mundo está cambiando a velocidad vertiginosa. Las macrotendencias a las que la Unión Europea venía enfrentándose en el pasado de manera gradual como el cambio climático, el envejecimiento o la masiva digitalización de la economía y la sociedad se han amplificado de manera sustancial por una permacrisis que ha traído perturbaciones sostenidas en el tiempo, y con un impacto fuerte sobre la economía y la industria, por la covid-19, la invasión rusa de Ucrania o la crisis energética.
En esta ‘edad del desorden’, como la llama Alexander Stubb, antiguo primer ministro finlandés y ahora director de la Escuela de Gobernanza Transnacional de Florencia, se han aumentado los niveles de incertidumbre y muchos se preguntan cuál será ese próximo evento impredecible o cisne negro, o cuáles son los fenómenos emergentes a los que no estamos prestando suficiente atención o rinocerontes grises.
La permacrisis puede haber contribuido a agravar las desigualdades socioeconómicas y también a una mayor polarización, incluidos aquellos lugares que han quedado rezagados de la corriente económica general. Esto es algo que analiza muy bien el profesor Andrés Rodríguez-Pose, que además de ser un reputado catedrático en la London School of Economics, es también uno de nuestros expertos externos en economía en la dirección general de Mercado Interior e Industria de la Comisión Europea en la que trabajo.
En un estudio de junio de este año, el profesor Rodríguez-Pose muestra que aquellos lugares que se sienten rezagados en plano económico o industrial y que afrontan retos para poder mantener su dinamismo económico en ingresos, productividad o empleo, se enfrentan a una desvinculación y un descontento mayor a largo plazo.
Si no se aborda de manera clara esta ‘trampa del desarrollo’, esta puede tener un efecto a medio y largo plazo. Se necesita, entre otros aspectos, políticas para fomentar un tejido industrial resiliente, en conjunción con apoyo a la I+D y la innovación, mejoras en infraestructuras de transporte, empleo sostenible, o inversión en educación, formación y aprendizaje permanente.
Qué genera la inflación
– En su Dirección General han publicado un informe que indica que la inflación está generada por factores de oferta y no de demanda.
Aunque hay un cierto debate sobre el nivel de dureza de la recesión, la economía europea sigue mostrándose resiliente en un contexto mundial complejo, como muestran las previsiones de primavera de la Comisión Europea. Y esto se debe en parte al descenso de los precios de la energía y a la fortaleza del mercado de trabajo, que apoyan un crecimiento moderado en el primer trimestre de 2023 y levantan las perspectivas de crecimiento para 2023 y 2024.
La inflación de precios industriales sigue disminuyendo en la zona euro, con un descenso muy fuerte, que ha llegado a situar estos precios en 9,5% en el primer trimestre de 2023, la mitad de su valor en el trimestre anterior. Esta gran disminución refleja una menor presión de los costes de la energía. En nuestro estudio descomponemos los precios industriales que sugiere que la actual presión inflacionista viene impulsada especialmente, de manera marcada, por la escasez de oferta y sobre todo de equipos y material.
Nuestros resultados muestran que los factores de oferta representan casi el 90% de la presión de inflación total, mientras que los incrementos de la demanda son sólo responsables de una pequeña parte, el 10%, de ese aumento.
Seguro que las medidas de política monetaria son responsables, en gran parte, de la tendencia inflacionista a la baja en los factores de demanda. Sin embargo, lo que nuestro trabajo analítico apunta es que las disrupciones en las cadenas de suministros siguen ejerciendo una presión inflacionista muy intensa. Por ello, debemos mantener el foco de atención sobre estos factores, por ejemplo, con inversiones en apoyo de los sectores industriales que son más afectados por estos shocks de oferta.
¿Reindustrializar la Unión Europea?
– Tras un intenso periodo de fuerte globalización y deslocalización de las cadenas de valor, ¿por qué es importante reindustrializar la Unión Europea?
Los datos actuales muestran una disminución significativa de la cuota de la industria manufacturera en el valor añadido bruto. Entre 1995 y 2022 este descenso fue de más del 3% hasta llegar al 17% en 2022. Hay por supuesto diferencias notables entre los Estados miembros, con una disminución mayor para España, en torno al 5%.
– ¿A qué se debe?
A una marcada terciarización de la economía con una traslación del peso de sectores manufactureros, intensivos en trabajo, hacia el sector servicios. El peso del empleo manufacturero bajó en un 13% en la UE entre 1995 y 2022, y en España fue del 17%. Además, ha habido una pérdida de peso importante en industrias más tradicionales como la minería del carbón y la industria pesada.
Finalmente, están las nuevas dinámicas de las cadenas de valor globales con una transferencia relevante de grandes partes de esas cadenas durante las últimas décadas hacia, por ejemplo, China, debido fundamentalmente a la búsqueda de competitividad de costes.
– ¿Pero, por qué ahora y no antes? ¿Está en crisis el modelo global de cadenas de valor y suministro?
Por tres razones. La primera es evidente: genera crecimiento económico, competitividad y empleos de calidad. La segunda es que en la Unión Europea necesitamos cadenas de valor resilientes con dependencias reducidas y garantías de suministro para insumos y bienes esenciales para la transición verde y digital de Europa. La última es que hay unas enormes oportunidades para la Unión en relación con las tecnologías verdes.
Son oportunidades de empleo en todos los niveles de cualificación, pero también de innovación y de liderazgo tecnológico, así como de creación de nuevos mercados, y las estamos apoyando con políticas como el Pacto Industrial Verde y las leyes europeas de industrias de emisiones cero y de materias primas críticas.
Las tecnologías limpias, como las baterías, los aerogeneradores, las bombas de calor, los electrolizadores, los paneles solares o las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono son fundamentales para que podamos alcanzar los objetivos de neutralidad climática. Es un mercado mundial en crecimiento estimado en unos 600.000 millones de euros al año de aquí a 2030, es decir, más del triple de los niveles actuales.
Este mercado viene acelerado por el Pacto Verde y, sin un plan industrial, el riesgo es que estemos creando un mercado nuevo, pero lo entreguemos a otros cuando esté en auge.
Pasión por la Unión Europea
Es funcionario de la Comisión Europea desde 2004. Recuerda que en el colegio y en el instituto ya sentía un especial interés por los temas europeos. Con 17 años tuvo la oportunidad de vivir un año en Austria con un programa internacional de intercambio de jóvenes.
«Fue una experiencia formidable que me aportó, sobre todo, una cierta apertura de mente y que me llevó a solicitar una beca Erasmus para estudiar en Londres. Fui parte de una de las primeras promociones de Erasmus y, aunque tuve que redoblar esfuerzos porque la convalidación de asignaturas no era perfecta por aquel entonces, fue de nuevo un año extraordinario para mi formación académica y para conectar con europeos que también hacían Erasmus como yo», explica Román Arjona.
Su estancia en Londres le permitió lograr un premio extraordinario de fin de carrera que, a su vez, le llevó a cursar un máster en Estudios Europeos en el Colegio de Europa de Brujas seguido de un doctorado por el Instituto Universitario Europeo de Florencia, instituciones que tienen una conexión muy especial con Europa. «Fue toda una concatenación que no hubiera sido posible sin el programa europeo Erasmus», incide .
Después de haber pasado por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Europeo de Inversiones, la OCDE, y algunos gabinetes ministeriales, se presentó a las oposiciones de la Comisión Europea y, con dedicación y determinación, las aprobó.
Desde entonces ha desempeñado varios cargos en la Comisión, pasando muchos años en la Dirección General de Investigación e Innovación y asistiendo al nacimiento de varios programas marco europeos de I+D. Desde principios de 2021 es economista jefe en la Dirección General que se encarga del mercado único y la política industrial. También ejerce como vicepresidente del comité de Industria, Innovación y Emprendimiento de la OCDE.
Desde 1957, –subraya Arjona– «la Unión Europea ha logrado muchísimas cosas de enorme trascendencia. Ha creado un continente en paz con una libertad enorme para sus ciudadanos, ha permitido que estudiemos o trabajemos en cualquier lugar de la UE. Ha creado el mayor mercado único del mundo y una moneda única. Pero, sobre todo, ha generado un sentimiento de pertenencia y de que juntos los países europeos son más fuertes y solidarios».
Arjona califica el trabajo en la Comisión como «altamente enriquecedor y hay muchas oportunidades para jóvenes con talento y con ganas de contribuir a una Europa mejor. No puedo por menos que animar a lectores jóvenes, que estén acabando sus estudios, a explorar las oportunidades profesionales que se abren en las Instituciones Europeas. La página web de la Oficina de Selección del Personal de la UE (EPSO) es el punto de referencia al que acudir».