Tras un año 2022 funesto para el mercado de las criptomonedas, no fueron precisamente pocos los analistas que auguraron el ocaso definitivo de las divisas digitales. Sin embargo, en 2023 la situación ha dado un giro de 180 grados. De este modo, las criptodivisas están siendo el activo estrella de lo que llevamos de ejercicio.
Así, si analizamos el rendimiento anual de las 50 monedas digitales de mayor capitalización de mercado observamos que su precio de cotización se ha disparado, de media, más de un 60%. Si hacemos referencia al mayor representante de estos controvertidos activos, el Bitcoin, la revalorización se eleva hasta casi el 80%.
¿Pero qué es lo que ha ocurrido para que nos encontremos en un escenario antagónico en apenas unos meses? En Economía 3 detallamos los factores clave que han contribuido a que las criptomonedas hayan vuelto al radar de los inversores.
Relación inversa entre los tipos de interés y el sector tecnológico
Si existe un sector especialmente sensible al endurecimiento de las condiciones monetarias ese es el sector tecnológico. La valoración de las empresas tecnológicas (startups en muchos casos) está extremadamente ligada a las expectativas de sus flujos de caja futuros. Es decir, al potencial de sus ganancias a (muy) largo plazo.
Cuando los tipos de interés permanecen bajos, el coste de oportunidad (alternativa a la que renunciamos al tomar una decisión) de invertir en esta clase de negocios -caracterizados por su alta incertidumbre y el largo periodo de tiempo que necesitan para consolidarse- es reducido.
Sin embargo, si los tipos de interés se incrementan el mismo coste de oportunidad se dispara. Cuando los tipos de interés son elevados el atractivo rendimiento ofrecido por otros activos mucho menos volátiles y ostensiblemente más seguros (Letras del Tesoro, bonos públicos y privados, etc.) hacen que muchos inversores no estén dispuestos a asumir los riesgos inherentes al sector tecnológico.
Expectativas de que las subidas de interés hayan alcanzado ya su cénit
Esto es lo que ocurrió durante el año pasado. A raíz de la irrupción de la inflación, los principales Bancos Centrales (Fed y BCE) se vieron obligados a realizar subidas de tipos muy agresivas en un periodo de tiempo muy reducido. Como prueba irrefutable de la relación inversa que acabamos de ver, el Nasdaq -índice bursátil tecnológico estadounidense que aglutina las compañías tecnológicas más importantes- se desplomó un 33,47% en 2022. Por su parte, las criptomonedas -muy vinculadas a la industria por el empleo de la tecnología blockchain– se hundieron más de un 50% durante el mismo periodo.
No obstante, en este primer tercio de 2023 el encarecimiento generalizado de los precios se ha suavizado notablemente. Por ello, gran parte del mercado descuenta ya una relajación del endurecimiento monetario y en Estados Unidos -en Europa todavía no se contempla- se espera que los tipos de interés comiencen a bajar a finales del ejercicio.
Estas expectativas bajitas sobre los tipos de interés han beneficiado considerablemente a los denominados activos especulativos a largo plazo. Y si hablamos de esta clase de inversiones -dada su nivel extremo de volatilidad e incertidumbre-, las criptomonedas son el máximo exponente de esta definición. Por tanto, la perspectiva sobre una moderación de la inflación que conlleve a una política monetaria menos restrictiva es la principal razón para que las criptomonedas estén despegando en 2023.
No obstante, cualquier desviación que se produzca en el escenario que actualmente se contempla (control de la inflación que derive en una política monetaria más laxa) será determinante en el devenir inmediato de las monedas digitales. Por el contrario, lo que sí que es evidente es la relación inversa entre los tipos de interés y el comportamiento de estos polémicos activos.