Jueves, 25 de Abril de 2024
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Ramón Riquelme, una vida entera dedicada a Alicante

Ramón Riquelme, una vida entera dedicada a Alicante

Cuentan quienes le conocen que es un hombre afable y entrañable. Cercano y cariñoso. También que es comprometido, generoso. Dicen que, para él, la familia lo es y lo ha sido siempre todo. Pero más allá de su carácter y de su personalidad, a Ramón Riquelme se le conoce en Alicante por haber llevado hasta cada rincón de la provincia las paellas gigantes que a lo largo de tantos y tantos años han podido degustar miles –probablemente millones- de personas. O por haber estado siempre involucrado en las fiestas alicantinas, como Hogueras o Semana Santa. Todo eso, y más, le ha valido a Riquelme para, por ejemplo, ser reconocido como ‘embajador de Alicante’ en una biografía que acaba de escribir y publicar el periodista alicantino Martín Sanz bajo el titulo «Ramón Riquelme: embajador de Alicante».

Hijo de padre y madre crevillentinos, el ahora icono alicantino ha hecho de todo a lo largo de su vida. Allá por los años 50, su primer trabajo fue vender cartuchos de patatas fritas en la Playa del Postiguet. Tras esa primera aventura laboral, Riquelme siguió vendiendo cartuchos pero esta vez desde un establecimiento que regentaba su propia familia. Una cosa llevó a la otra y, aprovechando que su madre ya era buena cocinera de arroces, Riquelme acabó por aprender también. “Le aguantaba el animal a mi madre para que lo matara, así es como aprendí”, revela en el libro de Sanz.  Cuando por fin se atrevió a cocinar sus propias paellas, no hubo marcha atrás posible. Empezó cocinando para diez, luego para 100, luego para 200. Acabó por hacerlo para miles de personas. En los pueblos de Alicante, pero también en los de Murcia, Catalunya, Madrid. España pronto se le iba a quedar pequeña.

“Era coger un camión que no pasaba de 80 y plantarnos en Bruselas, Liverpool o Dublín para hacer una paella en una embajada”. Así narra Moncho, hijo de Ramón, cómo eran las aventuras por el mundo en las que los Riquelme daban a conocer no solo la paella y los arroces alicantinos, sino también productos típicos como la mojama o la hueva. “Nadie sabía que existía eso. Cruzábamos los dedos para que les gustara y nos daba incluso reparo porque al principio se mostraban reacios a probarlo, pero luego todos decían que estaba buenísimo”, explica emocionado. Como también se emociona cuando recuerda aquella semana a principios de los 2000 en la que cruzaron el charco para plantarse en un estadio de fútbol americano de Florida. A 8.000 almas alimentaron en aquel evento con una paella gigante.

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Un hombre familiar |Foto: Archivo Familia Riquelme

Ramón Riquelme ha llevado la tradición alicantina a innumerables municipios de España y del mundo. Ha dedicado una parte importante de su vida a ello. Pero el que es ahora padre de cinco hijos –“la familia es lo más importante”, dice Ramón-, no solo ha estado vinculado a la ciudad de Alicante por la gastronomía. Riquelme ha presidido la Hermandad de Santa Cruz durante tres décadas y, a día de hoy, sigue siendo directivo. Ha sido también presidente de la hoguera de Fuente Villavieja. Ha estado siempre en cada barrio que le ha necesitado. Y siempre de buena gana. Por eso, cuenta, le paran en la calle para saludarle y felicitarle. Incluso “gente a la que no conozco que me dice que les he cocinado paella. Yo a veces me quedo en blanco y no sé qué decirles”, bromea Ramón.

Las nuevas generaciones, aseguradas

Para algunos, el hecho de que Riquelme haya estado ligado a Alicante desde joven supone que, de alguna manera, la ciudad está en deuda con él. Ramón no piensa igual. «He trabajado por Alicante desde que me reconozco, pero Alicante no me debe nada porque lo que he hecho, lo hecho siempre por mi tierra. Lo llevo en la sangre”, afirma. Ese alicantinismo innato lo corrobora su hijo Moncho. “Lo ha demostrado en cada sitio que ha visitado, es un hombre de Hogueras, de Semana Santa, de barrio”, asegura. Moncho también habla sobre cuál cree que es la mejor virtud de  su padre: su gran corazón. Sobre su mayor defecto, dice que es “testarudo” pero que eso le ha permitido llegar hasta donde ha llegado. “Había gente que le decía que estaba loco por hacer lo que hacía”, subraya.

 En la actualidad, la familia de Riquelme sigue llevando paellas gigantes y tradición alicantina allí donde se lo pidan.  También lo hacen en Casa Riquelme, el restaurante que regentan sus hijos a los que, dice Ramón, “se lo debo todo”. Moncho, junto con Rocío y David, han heredado de su progenitor el amor por el arroz y el arte para tratarlo. Los hijos de los hijos del representante más longevo de los Riquelme no se han quedado atrás. “A todos mis nietos les gusta mucho. Aprenderán y se meterán en el lío cuando se vayan haciendo mayores. De momento, tengo un nieto de ocho años al que ya le he prometido que le voy a enseñar a cocinar paella. Las nuevas generaciones de cocineros en la familia están aseguradas”.

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