Miércoles, 24 de Abril de 2024
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«Todo el mundo imagina la ciudad llena de drones pero eso tiene un coste»

«Todo el mundo imagina la ciudad llena de drones pero eso tiene un coste»

Hace ya unos cuantos años desde que los drones se presentaran en sociedad como una revolución y la proyección de un futuro en el que se vería normal que una suerte de robots voladores se apoderasen del cielo de las ciudades. Desde entonces ha habido infinidad de proyectos, prototipos e iniciativas que han intentado cumplir con una profecía que sin embargo no termina de realizarse por entero. Hay quienes piensan, sin embargo, que solo es cuestión de tiempo. Como Antonio Bedmar, CEO y fundador de Abionica Solutions, empresa alicantina dedicada a ofrecer soluciones y viabilidad a proyectos que tienen a estas autónomas aeronaves como protagonistas. La compañía ha trasladado su sede a Distrito Digital coincidiendo con su primer aniversario en un sector tecnológico que, según Bedmar,  «va a abrir un mercado enorme».

-¿Por qué y para qué nace Abionica Solutions?

-Empecé a montar la empresa porque vi una carencia en el know how de la tecnología de los drones tanto a nivel nacional como europeo. Sobre todo en lo que se refiere a sistemas de control de vuelo, que son las computadoras que controlan al dron y sustituyen al piloto. La idea era y sigue siendo asistir a las empresas que tienen conocimientos aeronáuticos generales pero no específicos de Vehículos Aéreos No Tripulados –UAV, por sus siglas en inglés-.

-¿Con qué tipo de proyectos soléis trabajar?

-Por lo general, con drones de más de 25 kilos. Ahora trabajamos en un proyecto en Galicia en el que estamos convirtiendo un avión de 1.200 kilos y dos motores a no tripulado, es decir, a dron. Lo que hacemos es una labor de consultoría aportando a los fabricantes de UAV el conocimiento necesario sobre el sistema de control de vuelo. También les ayudamos a que desarrollen la tecnología.

-Para ese desarrollo de la tecnología parece que la regulación está siendo un caballo de batalla.

-Sí, se puede decir que sí. Ha habido directrices pero no hay todavía una legislación clara. La Unión Europea está sentando las bases y se acaba de refrendar una normativa de aplicación directa que entrara en vigor en 2020, pero lo único que han hecho es establecer diferentes categorías. El problema es que se sabe más o menos cuáles son las líneas rojas pero los reguladores necesitan tener más evidencias, más conocimiento de la tecnología para decidir si lo que se está regulando es excesivo, o no. Hay una especie de bucle porque el legislador no quiere escuchar que tu proyecto es muy bueno y hace muchas cosas, sino que es seguro. Le ha pasado a Google o Uber.

-¿Qué hace falta entonces para que el futuro sea algo parecido a lo que se imaginó en su día con la irrupción de los drones?

-La tecnología tiene mucho hype. Todo el mundo imagina la ciudad llena de drones pero eso tiene un coste. España, por ejemplo, ha sido pionera junto con Francia en lo que a legislar se refiere porque gran parte de la normativa de la UE ha sido propuesta por estos dos países. Pero a la hora de invertir la apuesta no está quizá tan clara. Hace falta más inversión. Es también un problema de mentalidad, porque hay muchas empresas que vienen de otros sectores y que mueren al poco por no conocer éste. Hacer volar una aeronave es relativamente fácil, pero pocos son capaces de hacer que tome decisiones por sí sola y de que aporte un nivel óptimo de seguridad.

-A medida que se vayan superando obstáculos, ¿cómo se va a aplicar la tecnología?

-En Países como Israel o Estados Unidos ya están en una fase de desarrollo bastante avanzada con respecto a UAV militares y se espera que otros países (también España) cojan el testigo. Luego, desde el punto de vista civil, la paquetería ya está ahí, pero también se puede aplicar a la seguridad: vigilancia en manifestaciones, control de fronteras, control marítimo. Aunque para eso tiene que haber clientes que identifiquen la necesidad e inviertan en satisfacerla con drones.

-¿Cuándo crees que lo veremos?

Todo el mundo espera y quiere ver a Amazon volando por ahí. Pero hay que tener en cuenta, por una parte, que hay que definir muy bien cómo tiene que ser ese sistema de aeronave que pueda volar en un espacio aéreo de tal forma que no pueda hacer daño ni a lo que hay en tierra ni a lo que hay en el aire. Por otra, también hace falta establecer cómo van a ser esas ‘carreteras en el aire’, los niveles de espacio aéreo o los sistemas de comunicación entre las aeronaves. Estamos cerca, pero hay que hacerlo bien. Si fuera así, podríamos ver perfectamente, en dos años, las primeras aplicaciones.

-A pesar del hype, hay quienes creen que es un invento innecesario.

-Cuando empecé me dio la sensación de que estábamos buscando una solución para la cual no había problema. Sabía cómo hacer que un dron volara pero no sabía a qué aplicarlo ni para qué venderlo. Hoy en día, en África por ejemplo ya se está utilizando para el transporte de medicinas. Un escenario que se podría dar también en un tsunami o un desastre natural. Va a ser un mercado enorme. Un mercado en el que cuando estés en casa, necesites algo, y lo necesites para ya, lo vas a tener y a costes muy reducidos. Todo eso va a estar a la orden del día. Es la necesidad que ha querido y quiere cubrir Amazon.

-¿Puede esta tecnología llegar a ser un arma de doble filo como, por ejemplo, Internet?

-Cuando metes un agente nuevo en una sociedad puede pasar que se te vuelva en contra. En este caso, seguro que va a haber implicaciones negativas pero creo que las positivas van a superarlas. Las aplicaciones van a ser innumerables y el lento nivel de evolución va a posibilitar que el poder legislativo tenga tiempo para decidir si determinadas aplicaciones de la tecnología son lo suficientemente buenas como para aceptar también su lado negativo. La evolución permitirá que esas consecuencias negativas no sean tan desastrosas.

¿Cómo imaginas el futuro de los drones y el de Abionica Solutions?

-Imaginamos muchos más players en el sector y un futuro en el que habrá la necesidad de abaratar costes. También un futuro en el que es necesario que el sector se democratice y que no solo sea cosa de Amazon. Nosotros, desde nuestro conocimiento del área, queremos seguir en la línea de consultoría pero no descartamos que en un futuro podamos tener un producto propio. Cualquiera puede ser un Amazon, cualquiera puede transportar carga, pero tiene que haber interés en el mercado para buscar entre todos soluciones. Ahí, España, tiene que jugar un papel importante.

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