Castellón ha perdido 4.000 sociedades mercantiles desde el inicio de la crisis
Castellón ha perdido 4.000 sociedades mercantiles desde el inicio de la crisis en 2008 hasta ahora, lo que ha reconfigurado una realidad industrial y económica distinta en una provincia que vive volcada a la industria azulejera y al turismo. Esa es la realidad que muestran las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE), las mismas que recogen que un 8,37 por ciento de ellas se han fusionado para no desaparecer. Sea como fuera los trabajadores y el entorno social han padecido una situación que ha obligada a cambiar hábitos de consumo.
Los datos del INE son incuestionables y denotan que la crisis ha tenido unos efectos muy importantes en la provincia, que obligaron a cesar en su actividad a 3.948 sociedades mercantiles. Mientras 333 de ellas han acabado fusionándose -tendencia que se deja notar en el sector cerámico-. Ello supone que apenas 8 de cada 10 empresas no han podido superar esas crisis que se iniciaba a finales de 2007 y que ha tenido efectos globales.
Tan sólo en el período de tiempo comprendido entre 2010 y 2015, con la economía mundial en crisis, Castellón registró el cierre de más de 400 empresas del sector industrial, como recogen los registros del INE.
El efecto de la crisis sobre la cerámica, uno de los pilares de la economía castellonense, ha contribuido a rebajar el alto grado de atomización de las empresas de un sector que tiene su clúster en la provincia de Castellón.
Este sector industrial, sus empresas, siguen captando el interés de grupos inversionistas foráneos que llegan con la intención de invertir para aumentar sus ganancias. Esta situación ha permitido la entrada de capital y, mediante las fusiones, hacer que las empresas estén en mejores condiciones de afrontar la competencia de los mercados internacionales.
Fondos de inversión internacionales
Esta tendencia inversora lo corroboran tanto la patronal del sector, Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos (Ascer), como los informes sobre el sector de consultoras como KPMG o Deloitte. Así, apuntan que a lo largo de pasado 2018 se mantuvieron negociaciones, pero “el volumen de inversión alcanzando en los últimos años será difícil de alcanzar, ya que en un sólo año se cerraron operaciones por un valor global de 1.000 millones de euros”.
El atractivo del sector cerámico radica en que las empresas tienen saneadas sus cuentas y, además, la apuesta por la innovación y la necesidad de afrontar con garantías la competencia de mercados como el italiano, ha llevado a los empresarios a invertir en investigación para mejorar el diseño y los materiales, en tecnología y en actualización de los procesos. Ambas características elevan el atractivo ante los posibles inversores.
La llegada de esos fondos de inversión está pendiente de las negociaciones que están en marcha, según se apunta desde el sector, al tiempo que recuerdan que las empresas azulejeras están de moda entre los fondos de capital privado. Algunos de esos fondos ya han materializado sus inversiones a lo largo del pasado año y otros siguen adelante con sus proyectos que pueden culminar a lo largo del presente ejercicio.
Keraben, Saloni o Halcón Cerámicas son tres de las firmas azulejeras nacionales que han visto adquiridas por inversores extranjeros, a través de operaciones de capital. En el lado opuesto están Pamesa o Porcelanosa, buques insignia de las familias Roig y Soriano. En ambas, el capital continúa siendo nacional.
De todas formas, el buen momento, el de la recuperación económica vivido en primera línea por el sector azulejero en la primera mitad del año 2018, con crecimientos que giraban alrededor de los dos dígitos porcentuales se ha visto frenado en el último trimestre del año pasado, como confirmó el presidente de Ascer, Vicente Nomdedeu, al hacer el balance anual. Ello ha generado problemas en algunas empresas, que han tenido pérdidas.
Esos números rojos han llevado a algunas de esas empresas a tener que presentar pre concurso de acreedores, lo que podría abocarlas a la venta de la sociedad. De ser así, se sumarían a las casi cuatro mil empresas castellonenses que han cerrado sus puertas a lo largo de los últimos diez años.
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