Hábito, Cerebro y Cambio

Hábito, Cerebro y Cambio

El Hábito se mostraba señorial, elegante, cómodo, rígido, satisfecho consigo mismo, acostumbrado a sus rutinas, sin muchas preocupaciones que le despertaran por la noche. Todo estaba bajo su control y ninguna de las cosas de su alrededor podía interferir en su día a día, pues todo lo tenía en un alto porcentaje controlado.

El Cerebro, compañero inseparable, le mostraba las bondades de vivir así, pues este tenía el mismo pensamiento y emociones que el Hábito, y también se hacía las mismas preguntas; ¿para qué cambiar? Ambos formaban la pareja ideal para que todo transcurriera de una forma ordenada y correcta, con un solo hilo conductor.

Era lo normal. Cerebro, su eterno amigo, también estaba cómodo; cuanto menos esfuerzo realizaba, mejor se sentía. Consideraba innecesario el gasto de energía, por lo que creaba una serie de “macros” -a modo de programas establecidos-, que le permitían consumir menos energía día a día.


«La empresa necesitaba adaptarse a la digitalización, pues estaba en un mercado muy convulso y con alta incertidumbre, y debían adelantarse a los competidores con este nuevo proyecto»


Un día como otro cualquiera, como todas las mañanas, ambos se disponían a tomar el café de las 11, cuando en el mismo espacio de la cafetería se encontraron con Cambio. No era habitual encontrar a Cambio en ese horario por ahí. En realidad, nunca se sabía dónde andaba, pues muy a menudo estaba haciendo cosas diferentes.

Aprovechando la ocasión, Cambio les comentó que quería tener una reunión con ellos, para preparar el lanzamiento de un nuevo proyecto al mercado, para el que contaba con ellos.

La empresa necesitaba cambiar y adaptarse a los nuevos tiempos, a la digitalización, pues estaban en un mercado muy convulso y con alta incertidumbre, y debían ser proactivos y adelantarse a los competidores con este nuevo proyecto.

Cambio necesitaba a Hábito y Cerebro para esta nueva andadura. Mientras Cambio les contaba con pasión los nuevos tiempos, Hábito y Cerebro no paraban de sudar. Pero todo estaba en marcha, debían afrontar ese reto y así lo hicieron. Cosas nuevas, posibilidades de errar, miedo, incertidumbre, etc., es lo que pensaban en realidad.

¿Cómo finaliza esta historia? Eso depende únicamente de ti, de tu actitud y de ver los cambios como una oportunidad. Es tu turno de escribir el final de la historia.

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