Viernes, 26 de Abril de 2024
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Pío Baroja veía València «repugnante» y «el pueblo más antipático de toda España»

Pío Baroja veía València «repugnante» y «el pueblo más antipático de toda España»

El escritor Pío Baroja confesó en una carta a su amigo y compañero de la Generación del 98 José Martínez Ruiz, Azorín, que veía la ciudad de València «repugnante» y que le parecía el «pueblo más antipático de toda España».

Así se lo escribió en una misiva de 1902 expuesta en una de las vitrinas de la casa-museo Azorín situada en Mónovar. La Fundación Caja Mediterráneo conserva 35 cartas de puño y letra de Pío Baroja, quien da nombre a una de las principales avenidas de la ciudad de València, la de la entrada principal del parque zoológico Bioparc.

El autor de «Zalacaín el aventurero» explica que, tras una estancia en València, se ha dirigido a la ciudad castellonense para quedarse en casa de un amigo «al lado de un balcón con muchos tiestos» y añade que el viaje le ha parecido «latoso hasta la exageración». La carta esta compuesta por dos folios de tamaño cuartilla con membrete del área de ‘Obras Públicas’ de la provincia de Castellón, donde su padre trabajaba de ingeniero.

En València, Baroja vivió primero, en la calle Cirilo Amorós y, más tarde, en la calle Navellós.«Encontré Valencia tan repugnante como me parecía cuando tuve la desgracia de padecerla dos años y medio»opina, haciendo referencia a los más de dos cursos que estudió Medicina en la capital del Túria debido al traslado de su padre, desde Madrid.

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Casa-Museo Azorín | Foto: Fundación Caja Mediterráneo

La carta está escrita cuando Pío Baroja cuenta con 30 años, donde añade que «la catedral, fea» hasta el punto de que «la reja de Villena es mejor que todas las que hay en la catedral de la encantadora ciudad de las flores, de Blasco Ibáñez y Rodrigo Soriano», según recoge en un reportaje la agencia Efe.

«Valencia para mí es el pueblo más antipático de toda España», sentencia para, a continuación, recordar que en el reciente viaje desde allí hasta Castellón fue testigo de «una serie de conversaciones entre gentes de Gandia, Jativa y Bocayrente (sic)» en las que «las mujeres con todo eran las que llevaban la voz cantante y el estribillo de todos refiriéndose a los jesuitas era siempre decir: «Mala chens, mala gente».

El autor también de «La busca» y «El árbol de la ciencia» sigue explicando a su amigo y confidente Azorín que, en Castellón, «hay una iglesia gótica estropeada, que la han pintado de una manera loca, todas las columnas y capiteles», de tal manera que «no hay sitio para poner en la pared la punta de un alfiler».

Y apostilla que «esta maravilla lo hizo en unos cuantos años un pintor valenciano».

La carta concluye ofreciéndole la dirección en la que reside en Castellón, «la calle Mayor 37», y se despide con un «Su amigo. P.Baroja».

Su amistad con Azorín

El temperamental escritor nacido el día de los Santos Inocentes de 1872 en San Sebastián era gran amigo de Azorín, con quien fue precursor de una corriente de escritores, ensayistas y poetas, la Generación del 98

El director de la casa-museo Azorín, José Payá, ha señalado a Efe que ambos escritores se conocieron en 1900 en Madrid y que la amistad duró toda la vida. Azorín propició que Baroja ingresara en 1925 en la Real Academia de la Lengua y que ambos compartieran el exilio en París.

En 1901, Pío Baroja visitó durante una semana al alicantino en su casa de Monóvar. La casa-museo conserva una fotografía de ambos posando en la finca familiar del Collado de Salinas, situada a pocos kilómetros.  Payá ha apuntado que durante estos días también visitaron localidad de Yecla (Murcia). A partir de ahí aparecieron las novelas «Camino de Perfección» de Pío Baroja, cuya acción transcurre en Yécora, que significa Yecla, y «La Voluntad» de Azorín, ambas en 1902 y que supusieron la ruptura con la novela tradicional.

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