Lunes, 23 de Septiembre de 2024
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Bianca Dragomir: «La smart city debe ser sostenible económica y energéticamente»

La smart city debe ser sostenible económica y energéticamente. Ese es la conclusión que Bianca Dragomir, directora general de Avaesen, deja patente durante la entrevista que mantenemos en La Marina de Valencia durante la celebración del congreso Smart Cities for Smart Citizens Un congreso cuyo objetivo es difundir el progreso que supone para la vida cotidiana de los ciudadanos el desarrollo de tecnologías avanzadas y, al mismo tiempo, que esos ciudadanos pierdan recelo cuando oyen palabras como inteligencia artificial o big data.

Bianca Dragomir se muestra remisa a contestar a la primera y obligada pregunta:

Bianca Dragomir: «La smart city debe ser sostenible económica y energéticamente»

– ¿Ya saben qué van a pedir al nuevo Gobierno?

–  No nos hemos posicionado todavía. Estamos recopilando información y estamos en contacto con otras asociaciones españolas de fomento del autoconsumo energético y en breve tendremos una respuesta. Pero sí, vemos el futuro con más optimismo, porque esta formación política siempre se ha mostrado favorable a nuestras propuestas que son promover las energías renovables y el autoconsumo.

– Entonces hablemos de tema del congreso. ¿Quién está liderando la transformación de las ciudades hacia smart cities?

– El ecosistema entero: el sector público, las empresas, las universidades y centros de innovación y la propia sociedad civil. Si hablamos de un cambio de verdad, no puede venir sólo de las empresas o sólo de los institutos de investigación, de las universidades o del sector público. Todos deben ir de la mano, en un enfoque sistémico y coordinados para que surja la transformación y sea visible.

En el pasado hemos visto, por ejemplo, que las empresas iban por su lado desarrollando soluciones muy tecnológicas, pero que se quedaban muy desconectadas de la ciudad y, sobre todo, del ciudadano.

Lo que de verdad se quiere es una ciudad amistosa, cercana al ciudadano, que no vea a la ciudad como algo frío, tecnológico. La smart city debe ser fácil, que no genere stress. Avaesen lidera Think Smartcity, un think tank con 135 miembros que cuenta, entre ellos, con 30 municipios pequeños, medianos y grandes, así como empresas de  energía, gestión de residuos, ciclo del agua o tecnologías de comunicación. Think Smartcity está cocreando las ciudades del futuro junto con el ciudadano. Es la primera vez que un ecosistema de este tipo se está gestando en España y liderado a través de nosotros.

Este es el futuro si verdaderamente queremos un cambio. Tiene que venir de todos en un sentido muy amplio.

– Hablamos de brechas de género, salariales, … ¿No estamos creando otra brecha entre las sociedades urbanas y las rurales?

– Hay un montón de oportunidades para las pequeñas localidades, llamémoslas smart village. Las ciudades grandes ofrecen un determinado modelo de negocio, de innovación, de administración … , pero las ciudades pequeñas o los entornos rurales tienen otras necesidades y necesitan otro tipo de modelos o incluso otro enfoque con el ciudadano.

Si realmente queremos un cambio de paradigma de la sociedad actual, no sólo hay que actuar en las ciudades grandes, sino sobretodo en las más pequeñas y en los entornos rurales. Y ese es el papel del Thik Smartcity. Ahí se trabaja con Valencia, Alicante, Castellón, Venecia, Génova … pero también con Benidorm o Alcoi y también con localidades más pequeñas como Rafelbunyol. Hay que evitar la despoblación y de hecho las ciudades pequeñas están asumiendo ese liderazgo no tanto de la tecnología, sino del cambio, de implicar al propio ciudadano y preguntarle qué es lo que querría tener en su ciudad.

De hecho, el portal de Think Smartcity lo hemos abierto a la ciudadanía. Cualquier vecino de cualquier ciudad o pueblo puede decir ahí qué le gusta de la ciudad o como le gustaría que fuera. Esa información es la que luego nos sirve para, junto a las empresas, proponer soluciones a las administraciones5

Pero es necesaria una participación ciudadana muy amplia, porque si 3.000 personas van a decidir lo que se hace en una ciudad de tres millones, digamos que es poco democrático. 

– Así es. Ese es nuestro reto: llegar a esa masa crítica para que los cambios que se emprendan tengan criterio. Precisamente por eso estamos elaborando un plan de comunicación. Este congreso es una prueba de ello. Lo que queremos es hacer ruido con el cambio que se está proponiendo, que llegue al ciudadano y que se implique. Es un proceso largo y no es fácil, porque no se ha hecho.

– Luego, la smart city es algo poco vistoso

– Efectivamente. Lo de smart city suena muy chic, pero el ciudadano no experto lo ve lejano. Hay que acercar el conocimiento. Tiene que ser una ayuda y debe serlo de forma global. No se puede hablar de smart city solo por el hecho de haber puesto unos sensores en unos edificios públicos. Una smart city es aquella que aplica la tecnología en aquello que es importante para el ciudadano: movilidad, ciclo del agua, energía, gestión de residuos … que haya compatibilidad entre las distintas plataformas, que no tenga un coste adicional para el municipio.

Nosotros pretendemos ir más rápido hacia ese proceso de cambio, que todo tenga coherencia, que sea sostenible, tanto para los ciudadanos como para los políticos, que se vea en la ciudad de forma tangible.

– ¿Supondrá ahorros para las ciudades?

– La smart city debe ser sostenible económica y energéticamente. Esto debe ir de la mano, porque sino, no tiene ningún sentido y no hay motivación.

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